miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los sacramentos, dadores de Vida...


Sacramento es un signo sensible, instituido por Jesucristo, para darnos la gracia. La gracia es un don sobrenatural que Dios nos concede para alcanzar la vida eterna.

El primero, Bautismo.
El segundo, Confirmación.
El tercero, Penitencia.
El cuarto, Eucaristía.
El quinto, Unción de los Enfermos.
El sexto, Orden sacerdotal.
El séptimo, Matrimonio.
El Bautismo nos hace cristianos, hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
La Confirmación nos llena del Espíritu Santo con sus dones, y nos hace perfectos cristianos y apóstoles de Cristo.
La Penitencia o Confesión nos perdona los pecados cometidos después del Bautismo.
La Eucaristía o Comunión es el sacramento del cuerpo y sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino.
La Unción de los enfermos alivia el alma y el cuerpo del cristiano gravemente enfermo.
El orden Sacerdotal es el sacramento por el cual algunos cristianos son elevados a la dignidad de ministros de Dios (sacerdotes).
El Matrimonio cristiano santifica la unión de un solo hombre con una sola mujer para siempre y les da gracia para cumplir fielmente los deberes de esposos y padres.
EL BAUTISMO
¿Qué es el Bautismo? 

El Bautismo es el sacramento por el que renacemos a la vida divina, mediante la ablución con agua y la invocación expresa de la Trinidad.
¿Qué efectos produce el bautismo?

Los efectos que produce el bautismo son estos: perdona el pecado original y cualquier otro pecado con las penas debidas por ellos e imprime en el alma el carácter sacramental que nos hace cristianos y miembros de la Iglesia y nos da la gracia santificante que nos hace hijos de Dios.
¿Es el bautismo el primero y el más necesario de los sacramentos?

El Bautismo es el primero de los sacramentos porque antes de estar bautizado no se puede recibir ningún otro sacramento, y es el más necesario porque todos debemos renacer por el bautismo para salvarnos.
¿Cuándo se debe administrar el bautismo a los niños?

Se debe administrar el bautismo a los niños dentro de las primeras semanas siguientes al nacimiento del niño. No obstante, el ordinario del lugar o la Conferencia regional puede, por razones serias de orden pastoral, establecer un intervalo de tiempo más largo.


LA CONFIRMACIÓN 

Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal. En efecto, a los bautizados "el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras": La celebración se deduce que el efecto del sacramento es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.

Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal: – nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir "Abbá, Padre" – nos une más firmemente a Cristo; – aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo; – hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia – nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz: La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana.

Para recibir la Confirmación es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al sacramento de la Penitencia para ser purificado en atención al don del Espíritu Santo. Hay que prepararse con una oración más intensa para recibir con docilidad y disponibilidad la fuerza y las gracias del Espíritu Santo.

¿Qué es la Confirmación? 
La Confirmación es elSacramento que nos llena del Espíritu Santo mediante  dones y nos hace perfectos cristianos, apóstoles de Jesucristo.
¿Cómo se debe recibir la Confirmación?
 La Confirmaciónse se debe recibir en estado de gracia y conociendo las principales verdades cristianas.
¿Cómo se confiere el sacramento de la Confirmación? 

El sacramento de la Confirmación, se confiere por la unción del crisma en la frente, que se hace con la imposición de la mano, y por las palabras: "N.. recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo".


LA EUCARISTÍA

1.- ¿Cuántas cosas hay que considerar en la Eucaristía? 

En la Eucaristía hay que considerar tres cosas:
La primera, que en la Eucaristía está real y verdaderamente presente Jesucristo.
La segunda, que en la Eucaristía, Jesucristo se ofrece por nosotros.La tercera, que en la Eucaristía recibimos a Jesucristo cuando tomamos la sagrada Comunión.2.- ¿Cuándo instituyó Jesucristo la Eucaristía?
 Jesucristo instituyó la Eucaristía el día de Jueves Santo, en la última Cena.
3.- ¿Cuándo empieza Jesucristo a estar en la Eucaristía?
 Jesucristo empieza a estar en la Eucaristia en el momento de la consagración.
4.- ¿Qué es la Hostia antes de la consagración? 
La Hostia antes de la consagración es pan de trigo.
5.- ¿Qué es la Hostia después de la consagración?
 La Hostia después de la consagración es el Cuerpo de Jesucristo.
6.- ¿Qué hay en el cáliz antes de la consagración? 
En el cáliz antes de la consagración hay vino con unas gotas de agua.
7.- ¿Qué hay en el cáliz después de la consagracióh? 
En el cáliz después de la consagración está la Sangre de Jesucristo.
8.- ¿Qué queda del pan y del vino después de la consagración?
 Después de la Consagración no queda pan y vino, sino sólo las especies o accidentes del pan y del vino, o sea, lo que perciben los sentidos, como la figura, el color, el sabor, etc.
9.- ¿Cómo está Jesucristo en la Eucaristía?

 Jesucristo está en la Eucaristía todo entero en todas y cada una de las partes de las sagradas especies.
10.- ¿Cuáles son nuestros deberes para con Jesús Sacramentado? 
Nuestros deberes para con Jesús Sacramentado son: Visitarle con frecuencia cuando está oculto en el Sagrario o expuesto en la Custodia, asistir a la Santa Misa y recibirle en la Comunión.
11.- ¿Para qué recibimos a Jesucristo en la Sagrada Comunión?
 Recibimos a Jesucristo en la Sagrada Comunión para que sea alimento de nuestras almas, nos aumente la gracia y nos dé la vida eterna.
2.- ¿Cuántas cosas son necesarias para recibir la Sagrada Comunión?
 Para recibir bien la Sagrada Comunión son necesarias tres cosas: estar en gracia de Dios, guardar el ayuno eucarístico y saber a quien recibimos.
13.- ¿Quién está en gracia de Dios? 
Está en gracia de Dios el que está limpio de pecado mortal.
14.- ¿Qué debe hacer para comulgar bien el que está en pecado mortal? 
El que cometió pecado mortal debe confesarse antes de comulgar, y por mandato de la Iglesia no basta hacer el acto de contrición, a no ser en caso de necesidad urgente si no tiene confesor.
15.- ¿Cuáles son los frutos de la Sagrada Comunión?
 Los frutos de la Sagrada Comunión son: aumenta la gracia santificante y las virtudes; nos une más a Jesucristo, es vínculo de caridad entre los cristianos, nos da fuerza para vencerlas pasiones y es prenda de la gloria eterna.

LA PENITENCIA 
El sacramento de la Penitencia o Confesión es uno de los mayores regalos que la misericordia de Cristo nos ha dejado para que vivamos Vida sobrenatural.
Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado.Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.Es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador. 
Se le llama sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón y la paz" (OP, fórmula de la absolución).
Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios". El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano".
Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia".
A lo largo de los siglos la forma concreta, según la cual la Iglesia ha ejercido este poder recibido del Señor ha variado mucho. Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio), estaba vinculada a una disciplina muy rigurosa, según la cual los penitentes debían hacer penitencia pública por sus pecados, a menudo, durante largos años, antes de recibir la reconciliación. A este "orden de los penitentes" (que sólo concernía a ciertos pecados graves) sólo se era admitido raramente y, en ciertas regiones, una sola vez en la vida. Durante el siglo VII, los misioneros irlandeses, inspirados en la tradición monástica de Oriente, trajeron a Europa continental la práctica "privada" de la Penitencia, que no exigía la realización pública y prolongada de obras de penitencia antes de recibir la reconciliación con la Iglesia. El sacramento se realiza desde entonces de una manera más secreta entre el penitente y el sacerdote. Esta nueva práctica preveía la posibilidad de la reiteración del sacramento y abría así el camino a una recepción regular del mismo. Permitía integrar en una sola celebración sacramental el perdón de los pecados graves y de los pecados veniales. A grandes líneas, esta es la forma de penitencia que la Iglesia practica hasta nuestros días.
A través de los cambios que la disciplina y la celebración de este sacramento han experimentado a lo largo de los siglos, se descubre una misma estructura fundamental. Comprende dos elementos igualmente esenciales: por una parte, los actos del hombre que se convierte bajo la acción del Espíritu Santo, a saber, la contrición, la confesión de los pecados y la satisfacción; y por otra parte, la acción de Dios por ministerio de la Iglesia. Por medio del obispo y de sus presbíteros, la Iglesia en nombre de Jesucristo concede el perdón de los pecados, determina la modalidad de la satisfacción, ora también por el pecador y hace penitencia con él. Así el pecador es curado y restablecido en la comunión eclesial.
La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro.
La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la penitencia: "En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo, pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos":

Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina para su perdón todos los pecados que han cometido. Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediación del sacerdote. Porque `si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora'.

Según el mandamiento de la Iglesia "todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar al menos una vez la año, los pecados graves de que tiene conciencia" (CIC can. 989; cf. DS 1683; 1708). "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes" (CIC, can. 916; cf Cc. de Trento: DS 1647; 1661; CCEO can. 711). Los niños deben acceder al sacramento de la penitencia antes de recibir por primera vez la sagrada comunión (CIC can.914).

Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso:

El que confiesa sus pecados actúa ya con Dios. Dios acusa tus pecados, si tú también te acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador, son por así decirlo, dos realidades: cuando oyes hablar del hombre, es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que tú has hecho para que Dios salve lo que él ha hecho...Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconoces tus obras malas. El comienzo de las obras buenas es la confesión de las obras malas. Haces la verdad y vienes a la Luz.


Para confesarse bien se necesita:
1 Examen de conciencia.
2 Dolerse de los pecados cometidos.
3 Propósito de enmendarse de ellos.
4 Confesar al sacerdote todos los pecados mortales. 
5 Cumplir la penitencia que nos fuere impuesta. 

EXAMEN DE MI CONSCIENCIA SOBRE LOS MANDAMIENTOS 
1.- ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica?
2.- ¿He comulgado alguna vez sin las debidas disposiciones?
3.- ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos por culpa mía?
4.- ¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?
5.- ¿He callado en la confesión algún pecado mortal?
6.- ¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y familiares?
7.- ¿Atiendo bien mi hogar y me preocupo de mi esposa y de mis hijos?
8.- ¿He dado mal ejemplo a las personas que me rodean?
9.- ¿Corrijo con cólera o injustamente a mis hijos o a otras personas? 
10.- ¿Riño frecuentemente con las personas de mi familia?
11.- ¿Procuro ayudar a las personas de mi familia, amigos y compañeros? ¿Soy alegre con ellos?
12.- ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?
13.- ¿Tengo odio o rencor a alguien?
14 - ¿Me he embriagado alguna vez?
15.- ¿He aceptado pensamientos o miradas impuras?
16.- ¿He realizado actos impuros? ¿Solo, o con otra persona?
17.- ¿Me he puesto voluntariamente en peligro de pecar, por ejemplo, con fotografías, películas o novelas inmorales?
18.- ¿He cooperado al mal ajeno?
19.- ¿He tomado dinero o cosas que no son mías?
20.- ¿He devuelto las cosas prestadas?
21.- ¿He engañado a otros cobrando más de lo debido?
22.- ¿Doy limosna según mis posibilidades?
23.- ¿He malgastado el dinero?
24.- ¿He dicho mentiras que perjudicaron a otros?
25.- ¿He hablado mal de otros? ¿He pensado mal de otros?
26.- ¿He tenido envidia?
27.- ¿He sido orgulloso?
28.- ¿Realizo bien y puntualmente mis trabajos? ¿Los ofrezco a Dios cada día?
29.- ¿He dejado de dar la ayuda conveniente a la Iglesia?
30.- ¿Me acuerdo de Dios por la mañana y por la noche?


MODO DE CONFESARTE
1. Ave María Purísima. El sacerdote te responderá, Sin pecado.....
2. Hace (una semana, mes, días, etc.) que no me he confesado.
3. Los pecados que tengo son estos:....
4. Antes de que el sacerdote termine la absolución, haz algún acto de contricción (ej: Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador).
5.Al final de la absolución se responde: Amen



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