viernes, 2 de noviembre de 2012

San Jose de Cupertino -Reconocimiento de sus restos mortales-

SAN jOSE DE CUPERTINO UN SANTO FRANCISCANO, A PROPOSITO DEL DIA DE LOS FIELES DIFUNTOS ESTE SANTO FRAILECITO.

En presencia del Ministro general, fr. Marco Tasca ; del Postulador general, fr. Angelo Paleri; del Ministro provincial de la Pulla, fr. Michele Pellegrini; de los Alcaldes de Ósimo y Copertino; de los hermanos de algunas comunidades de las Marcas, la Pulla y Asís, y de muchos fieles, el Ministro Provincial de las Marcas, fr. Giancarlo Corsini, en calidad de Delegado episcopal para el reconocimiento, se inició el proceso previsto para el acto.
Tras la oración inicial, y cumplidas las obligadas formalidades, el cuerpo de San José fue sacado de la urna donde estaba y llevado procesionalmente a una sala del piso superior del convento donde, sólo en presencia de las personas autorizadas por el Obispo, se le quitó la túnica gris que lo cubría y se retiró la fibra de vidrio que protegía los huesos.
En los días siguientes los huesos del santo fueron liberados de los hilos metálicos que los mantenían unidos, limpiados de la fibra y ordenados, en espera de que los peritos de la comisión médica hagan su trabajo, evalúen el estado de su conservación y hagan eventuales tratamientos para su mejor mantenimiento.
Mientras, siguen las labores de restructuración de la cripta y su puesta a tenor de la normativa, así como de los espacios donde se conservaba la memoria del Santo y de las salitas donde vivió en su estancia en Ósimo.
Creemos que para Navidad los restos del Santo podrán ser devueltos a la cripta de la Basílica y colocados en el lugar previsto en una nueva urna.
Encomendamos a la intercesión de San José el éxito de los trabajos y recordamos a fieles y devotos que la cripta y las salas están cerradas.
Fr. Danilo Marinelli OFMConv.










SAN JOSE DE CUPERTINO  --- BIOGRAFIA---

San José de Cupertino OFM.
A los 17 años pidió ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Posteriormente ingresó como mandadero en el convento de los padres franciscanos. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.
Lo pusieron a estudiar para prepararse al sacerdocio, pero en los exámenes no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: «Bendito el fruto de tu vientre Jesús». Pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: «Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar». Y salió precisamente la única frase que el Cupertino se sabía perfectamente: «Bendito sea el fruto de tu vientre». En el examen definitivo en el cual se decidía quiénes sí serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: «¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?» y de esta manera aprobó los exámenes José de Cupertino. Todas estas circunstancias o casualidades fueron después atribuidas a designios de Dios.
En 1628 fue ordenado sacerdote en Poggiardo; durante 10 años ejerció el sacerdocio en Copertino, atrayendo pronto a multitudes de peregrinos
Según cuentan, entraba en éxtasis en numerosas ocasiones. Cuando estaba en éxtasis lo pinchaban con agujas, le daban golpes con palos, y hasta le acercaban a sus dedos velas encendidas y no sentía nada. Lo único que lo hacía volver en sí, era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: «Excúsenme por estos ataques de mareo que me dan». Según la tradición católica, estaba dotado con el don de la levitación, siendo el primer santo en número de manifestaciones de dicho fenómeno (en su proceso de canonización se registran más de setenta casos de levitación ocurridos solamente en la villa de Cupertino o sus alrededores). En una época de su vida, llegaron a ser tan frecuentes estos fenómenos que sus superiores tuvieron que excluirle del cargo de hebdomadario en el coro, pues en contra de su voluntad, interrumpía las ceremonias de la comunidad con sus vuelos cuando se encontraba en estado de éxtasis. Muchos enemigos empezaron a decir que todo esto eran meros inventos y lo acusaban de engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos en Roma y luego frente al Sumo Pontífice Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Se cuenta, que hablando con el Papa entró en éxtasis y levitó, siendo visto por el mismo papa Urbano VIII. El príncipe protestante Federico de Brunswick también vio las levitaciones y quedó tan impresionado por el fenómeno, que no solamente se convirtió al catolicismo, sino que ingresó en la orden franciscana, a la que pertenecía este santo.
Fue beatificado el 24 de febrero de 1753, siendo papa Benedicto XIV. El 16 de julio de 1767 es canonizado por el papa Clemente XIII. Su festividad se celebra el 18 de septiembre. Fue nombrado patrono de los cosmonautas por el don de la levitación.
BIBLIOGRAFIA:
Teología de la perfección cristiana. Fr. Antonio Royo Marin, O.P. Doctor en teología y profesor de la pontificia facultad del convento de San Esteban. Año MCMLVIII. ed. La Editorial Católica S.A apartado 466



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