viernes, 18 de enero de 2013

ALIMENTO DE VIDA ETERNA

IR A LA EUCARISTÍA CON EL TRAJE DE FIESTA DE NUESTRA ALMA...

La Eucaristía es un banquete, y hay que ir con el traje de fiesta. Ya nos lo había contado Cristo en el evangelio. ¿Quién se atrevería a entrar en un banquete todo sucio, desaseado, maloliente? Simplemente, no. En la Confesión se nos da el traje de fiesta, si es que lo hubiéramos perdido, para poder entrar a ese banquete eucarístico.

La Eucaristía es un sacrificio
que nos reconcilia con su Padre Dios, siempre y cuando estemos en gracia de Dios en el alma, de lo contrario no nos llegaría esa corriente de misericordia que brota del costado abierto de Cristo. El pecado mortal pone un sello, una piedra a nuestra alma que impide penetrar esos rayos de Jesús misericordioso.

La Eucaristía es sacramento de amor. Quien está en pecado mortal ha roto el amor con Dios y debe recobrarlo con la Confesión sacramental.
Si recibimos al Santo de los santos, ¿cómo deberíamos tener nuestra alma de pura y limpia? Y nuestra alma se limpia y se purifica a través de la Confesión.
Ojalá que valoremos mucho más estos dos sacramentos, donde nos sale toda la gracia y la salvación de Cristo. En la Confesión esa gracia nos limpia, nos purifica, nos santifica….Y en la Eucaristía, esa gracia nos fortalece, nos nutre y nos hace entrar en comunión con Él.


P.GUILLERMO SERRA LC

No hay comentarios.: