martes, 31 de marzo de 2015

UNA ESCENIFICACION PARA MEDITAR EN ESTA SEMANA SANTA


GUARDIA:  Pónganse todos de pie. Va a entrar la honorable juez de esta comunidad.
                       Tomen asiento.

JUEZ: Nos encontramos reunidos este día en este tribunal para llevar a cabo el juicio más importante y trascendental de la historia.  Aunque el delito se realizó hace muchísimos años… casi 2000, la justicia debe hacer su labor. Y para eso contamos con la ayuda de un excelente equipo jurídico. Vamos a interrogar, descubrir y  castigar al criminal más grande de la historia. Procesar al verdadero culpable del horrible crimen que llevó a Jesucristo a la muerte.  Concedo la palabra al señor fiscal.

FISCAL:  No hay nadie más responsable de la muerte de una persona, que el causante directo de la misma. Por eso cito a este tribunal al soldado que hirió el costado de Cristo con su lanza.  Traigan al centurión romano.

GUARDIA: Promete decir la verdad y solo la verdad.

CENTURION: Prometo

FISCAL: Señor Centurión se le acusa de ser el responsable de la muerte de Cristo, ¿que tiene que decir al respecto…?

CENTURION: Yo no soy el culpable, no soy el responsable de su muerte

FISCAL:  ¿Qué dice? ¿Cómo puede negar los hechos cuando hubo cientos de personas que le vieron traspasar el costado de la víctima.

CENTURION: Le repito que yo no soy el culpable. Usted sabe que los soldados estamos obligados a obedecer las órdenes de nuestros superiores. Yo no tenía nada contra ese hombre. Pilatos fue el que ordenó que hiciéramos todo aquello. Yo soy inocente… Se lo aseguro. Pilatos es el verdadero culpable.

FISCAL: Usted trata de evadir su responsabilidad y su culpa, acusando a otra persona. No creo en su inocencia, pero tendremos en cuenta su declaración… Puede usted retirarse.  (el centurión se retira escoltado por el guardia)  El acusado a lanzado una nueva acusación alegando que es inocente. Es necesario poner en claro este asunto. Y con los derechos que se me otogan y como fiscal de este tribunal pido la presencia de Pilato en la sala.

GUARDIA: Promete decir la verdad y solo la verdad.

PILATOS:  Prometo

FISCAL:  Señor Pilatos, todas las pruebas lo señalan a Usted como principal responsable de la muerte de Cristo. Este tribunal espera que usted no niegue su culpabilidad y confiese como fueron los hechos

PILATOS: Yo no soy el culpable de la muerte de ese inocente. El pueblo es el culpable … ya que ellos pidieron a gritos su muerte. Yo trate de salvarlo… Pero él se decía el rey de los judíos y los sacerdotes pedían su muerte, y yo no pude hacer nada para salvarlo. Incluso me lave las manos para manifestar mi inocencia en este asunto. Yo no soy responsable de ese crimen… el verdadero culpable es el pueblo que pidió su muerte.

FISCAL:  Eso sí que es increíble… con tal de eludir su responsabilidad acusa a un pueblo entero… y cree que con solo lavarse las manos esquivará su responsabilidad de la sangre de ese inocente. Señores del jurado creo sinceramente que este hombre es el culpable y exijo que se le dicte sentencia inmediatamente…

DEFENSOR:  Protesto, Señor Juez… el señor fiscal trata de coaccionar al jurado con sus exigencias.

JUEZ:  Haga el favor de esperar su turno para hablar. Señor Pilato, ¿tiene algo más que alegar en su defensa?

PILATO: Repito que soy inocente. El pueblo fue el que pidió su muerte, yo solo quise evitar una rebelión. Soy inocente… y si hace falta me vuelvo a lavar las manos…

JUEZ: Puede retirarse.  Este caso se complica. Nadie quiere aceptar su culpabilidad.  Y no solo eso… sino que cada uno trae una nueva acusación. En todos mis años de servicio no había vivido un juicio como esté…

DEFENSOR: ¿Continuamos con el juicio o suspendemos el hasta tener más pruebas?

JUEZ:  No….      Hagamos comparecer a uno del pueblo, y sigamos hasta aclarar algo.

GUARDIA:  Promete usted decir la verdad y solo la verdad.

PUEBLO:  Lo prometo

FISCAL:  Se le acusa a usted, junto con los demás miembros de su pueblo de ser los causantes de la muerte de Cristo, debido a las provocaciones y manifestaciones que forzaron a Pilatos a dar la orden de muerte. Confiese los motivos que lo llevaron a usted y a los suyos a pedir la muerte de Cristo.

PUEBLO:  Nosotros no somos los culpables… pues los sacerdotes eran nuestros dirigente espirituales y ellos decían que ese Jesús no era más que un impostor.

FISCAL:   Así que unos sacerdotes eran sus guías. Pero ¿qué acaso eran ustedes ciegos para no ver  que condenaban a muerte a un inocente? ¿No sabían que Barrabas era un ladrón y un asesino?, y no obstante pidieron que lo soltaran en lugar de Jesús. El cual solo les había hecho el bien. Hay que estar ciegos o ser cómplices para no ver estas cosas. Y como estoy seguro de su complicidad pido que se tome en cuenta para cuando se de el fallo definitivo.

PUEBLO:  Les aseguro que somos inocentes. Yo acuso a los sacerdotes de ser los culpables, ya que ellos nos alentaron en contra de Cristo.

JUEZ:  ¿Tiene algo más que decir?

PUEBLO:  No

JUEZ:  Bien… Puede retirarse.

FISCAL: En vista de que no hemos podido sacar en claro la verdad,  y para que se defienda de las acusaciones. Cito al sumo sacerdote Caifás.

GUARDIA: Promete decir la verdad y solo la verdad.

CAIFÁS: Prometo

FISCAL: Señor Caifás, como miembro distinguido del sanedrín tenía usted una gran influencia sobre el pueblo; influencia que podía llevar al pueblo a hacer manifestaciones y pedir cosas, que de no ser por su intriga y astucia, el pueblo no hubiera nunca realizado

DEFENSOR:  Protesto, Señor Juez. Que borren las insinuaciones del señor Fiscal

JUEZ: Denegada la protesta. Puede continuar, Señor Fiscal

FISCAL:  Muchas gracias, Señor Juez. Quisiera que Caifás confesara y nos dijera el plan que realizaron para matar a Cristo.

CAIFÁS: Mire, Señor Fiscal, los sacerdotes velamos para que el pueblo no pierda sus tradiciones y no se desvíe de lo que nosotros le enseñamos…y eso precisamente es lo que ese individuo hacía… trataba de enseñar cosas raras y sofisticadas… como lo de amar y perdonar a todos sin tomar en cuenta la ley del talión… ojo por ojo y diente por diente….

FISCAL: Este es el colmo… Así que usted acusa a Jesús a ser el culpable de su propia muerte por alejar al pueblo de sus tradiciones. Dígame, Señor Caifás… ¿entre esas tradiciones está la de encarcelar, torturar, y matar a víctimas inocentes? Esto es una verdadera burla… confiese de una vez y déjese de rodeos.

CAIFAS:  Usted, perdone, Señor Fiscal. No quise decir que Jesús fuera el responsable de su propia muerte… Fue Judas el que lo entregó en nuestras manos. El es el responsable. Condénenlo a él.

FISCAL: Es cierto que Judas lo traicionó… pero no es menos cierto que ustedes le ofrecieron 30 monedas de plata en pago de su traición. Lo que no los libra de la culpa. Tomaremos en cuenta su declaración. Era de esperar que ustedes buscaran otro culpable. Con lo que ha dicho nos es suficiente. Puede retirarse.

JUEZ:  Esto es increíble… tenemos pruebas suficientes para condenarlos a todos. Pero aun no aparece el verdadero culpable.  ¿Qué  podremos hacer?

FISCAL: Señor Juez… necesitamos hacer comparecer al nuevo acusado.

JUEZ: Está bien… que pase Judas Iscariote.

GUARDIA:  Promete usted decir la verdad y solo la verdad.

JUDAS:  Lo prometo

FISCAL:  Judas Iscariote, después de interrogar a varios acusados y cómplices en este crimen, todas las pruebas lo señalan a usted como principal culpable de la muerte de Cristo. Es inútil que intente acusar a otros más… Estoy seguro que no hay nadie más a quien pudiera acusar.

JUDAS: Yo no sé lo que hayan dicho los demás. Pero lo que puedo decir que yo no soy el culpable. Yo solo vi que podía poner en el fondo común algo de dinero. Y como el tenia poderes sobrenaturales, pensé que podría librarse como en otras ocasiones… pero yo no soy el culpable… soy inocente.

FISCAL:  Así que en vez de confesar que su acción lo llevo a traicionar al maestro nos dice que lo hizo con el fin noble de engrosar el fondo de la comunidad.  Esto es increíble… hasta donde llega su desvergüenza.

JUEZ: Bien, Señor Judas, ¿alega usted algo más?

JUDAS: No.


JUEZ:  Puede retirarse.    Señores del jurado, este tribunal se siente frustrado, porque aunque hemos interrogado a muchos posibles acusados, han eludido su responsabilidad siendo todos culpables. Hay pruebas para condenarlos a todos. Pero el propósito fundamental de este juicio ha fracasado… no hemos encontrado al responsable principal de la muerte de Jesús…  Y a mi mente acude una pregunta
¿Quién es el responsable de la muerte de Cristo? ¿Por culpa de quien muró el Hijo de Dios?

ACUSADOR:  Señor Juez, Señor Juez, un momento… Yo se quien mató a Cristo…

JUEZ: ¿Dice usted que sabe quien mató a Cristo? Explíquese.

ACUSADOR:  Señor Juez, a Cristo no lo mataron los latigazos que le dieron sus verdugos. No lo mataron los clavos que atravesaron sus manos y pies… no lo mató la cruel lanza que se clavó en su costado.  No lo mató nada de eso…. A Cristo lo maté yo…(SILENCIO)     y también Usted. Y todos los que estamos aquí somos culpables. Y tengo un fiel testigo que respalda mi declaración… Y está ahí en ese libro sobre el cual todos han jurado decir la verdad.
Aquí en la santa Palabra de Dios, la Biblia, el profeta Isaías respalda lo que he dicho, en el Capitulo 53 y los versículos cuatro y cinco… Ciertamente El llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido.  Mas El fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestras culpas, cayó sobre El… Por eso Señor Juez, por los padecimientos que tuvo que pasar el Hijo de Dios, repito en esta sala que todos somos culpables de la muerte del Hijo de Dios.

JUEZ: Han visto ustedes, señores, miembros del jurado, como por fin ha salido el verdadero culpable en la persona de cada uno de nosotros los presentes. Una gran responsabilidad pesa sobre nuestros hombros… una muerte provocada por nuestros pecados.
Ahora el veredicto de culpabilidad ha caído sobre todos nosotros. Voy a dictar sentencia… En el libro de la ley, en la Carta a los Romanos, capitulo seis versículo 23, dice claramente que el salario del pecado es la muerte. Por lo tanto… La sentencia es…

DEFENSOR:  Momento… es que acaso se han olvidado ustedes del derecho y autoridad que me corresponden por el cargo que yo represento. Dos ocasiones he pedido la palabra y en las dos he sido rechazado.
En uso de mis derechos, por tanto… exijo que se me escuche.

JUEZ:  Tiene usted la palabra, Señor abogado.
DEFENSOR: Es verdad que todos somos culpables por la muerte de Cristo, porque todos somos pecadores. Es muy cierto que la carta a los romanos dice que la paga del pecado es la muerte. Pero usted, Señor Juez ha omitido la segunda parte que dice, más el regalo de Dios vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. La culpa de muerte que tu y yo merecíamos ha sido pagada por nuestro sustituto… En la vida y la muerte del Hijo de Dios hemos podido ver claramente que la justicia de Dios no destruye su misericordia.

Cristo murió en la cruz por nuestros pecados… La sangre que derramó por nosotros no ha perdido su poder, todavía puede perdonarnos de nuestros pecados… y es nuestra única esperanza.

En la primera carta de Juan Capitulo 2 versiculo 2 encontramos el resumen de todos lo dicho: “Hijitos míos les escribo esto para que no vayan a pecar. Pero si alguno cae… como abogado tenemos ante Dios a Jesucristo, el justo. Y ese inocente y justo se presentará ante el Padre para representarnos a nosotros, culpables e injustos… El presentará ante el Padre su sangre derramada en la cruz del calvario por nosotros a fin de que recibamos el perdón y la vida eterna. Por todas estas verdades y todas las buenas noticias que contiene este santo libro, la Biblia, me atrevo a decir que este tribunal es incompetente para juzgar este caso.
Eso es todo lo que tengo que decir.

JUEZ : Es cierto cada uno de nosotros es digno de muerte, pero Cristo ha pagado por nuestra culpabilidad… de nuestra parte está el ser absuelto por el tribunal celestial… solo hay dos caminos… o rechazamos o aceptamos a Cristo como  nuestro salvador.
El caso ha concluido… este tribunal no es competente para juzgar la culpabilidad de cada uno de nosotros… solo en el tribunal del cielo seremos salvados o condenados… Cristo ya ha hecho su parte… nos falta a nosotros hacer la nuestra…  caso cerrado.

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