domingo, 17 de abril de 2016

EL MIEDO LA FUERZA MAS DESTRUCTORA DEL UNIVERSO.

La vida es un fluir de sucesos que pasan ininterrumpidamente sobre muchos sucesos no tenemos control, otros si podemos influir, muchos de mis amigos y conocidos se lamentan el no haber podido o haber querido hacer cosas, lamentandose en el ocaso de su vida de lo que "hubieran"podido  o querido hacer, mis queridos hermanos, aun estamos a tiempo de hacer lo que tanto hemos temido, impedido por la fuerza mas poderosa y destructora del universo, ¡¡¡EL MIEDO!!! asi como el AMOR es la fuerza mas poderosa  del universo para crear, el miedo es su contraparte.
En este pequeño video les comparteo algunas de las cosas que aun podemos hacer y realizar y las que ya hemos realizado poner aún mas calidad cuando las hagamos. 
Espero que esta pequeña reflexion nos lleve a reralizarnos en lo mucho que todavía nos falta por, ver, oir, tocar, escuchar, conocer, hacer y realiza, pero sobre todo ¡¡¡VIVIR!!!... AUN ESTAMOS A TIEMPO... AUN ESTAMOS A TIEMPO...AUN HAY TIEMPO...!!! Paz y Bien


Autoayuda Práctica. (2014). 35 Cosas que lamentarás cuando seas viejo. Abril 17 2016, de Autoayuda Práctica.com Sitio web: https://www.youtube.com/watch?v=TbFJyg3cPMc

sábado, 16 de abril de 2016

Los 10 consejos del Papa Francisco para cuidar el matrimonio



Acaba de ver la luz la exhortación apostólica Amoris laetitia (La alegría del amor), el texto en el que el Papa Francisco recoge las conclusiones de la reflexión de la Iglesia sobre la vida en familia. En este libro se habla de matrimonio y de hijos, de crisis, de educación y, sobre todo, de alegría.
Siguiendo el esquema que propone san Pablo a los Corintios (I Co 13.4-7), repasa las claves para cuidar bien del matrimonio, que es la base imprescindible para cuidar de la familia (puntos 90 al 117):

10 consejos para cuidar el matrimonio, según el Papa Francisco

 

1.    Paciencia.
 “Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos. El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad. Entonces todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad (…) El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente al que yo desearía”.

2.    Actitud de servicio. 
 “La paciencia nombrada en primer lugar no es una postura totalmente pasiva, sino que está acompañada por una actividad, por una reacción dinámica y creativa ante los demás. Indica que el amor beneficia y promueve a los demás. Por eso se traduce como servicial”.

3.   Sanando la envida. 
“El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia. Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida”.

4.   Sin hacer alarde ni agrandarse. 
 “Quien ama, no sólo evita hablar demasiado de sí mismo, sino que además, porque está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro”.

5.    Desprendimiento. 
“Hay que evitar darle prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás (…) El amor puede ir más allá de la justicia y desbordarse gratis, sin esperar nada a cambio.

6.    Sin violencia interior.
  Es decir, sin “una reacción interior de indignación provocada por algo externo. Se trata de una violencia interna, de una irritación no manifiesta que nos coloca a la defensiva ante los otros, como si fueran enemigos molestos que hay que evitar. Alimentar esa agresividad íntima no sirve para nada. Solo nos enferma y termina aislándonos. La indignación es sana cuando nos lleva a reaccionar ante una grave injusticia, pero es dañina cuando tiende a impregnar todas nuestras actitudes ante los otros”.

7.   Perdón.
  “Si permitimos que un mal sentimiento penetre en nuestras entrañas, dejamos lugar a ese rencor que se añeja en el corazón (…) La tendencia suele ser la de buscar más y más culpas, la de imaginar más y más maldad, la de suponer todo tipo de malas intenciones, y así el rencor va creciendo y se arraiga. De ese modo, cualquier error o caída del cónyuge puede dañar el vínculo amoroso y la estabilidad familiar. El problema es que a veces se le da a todo la misma gravedad, con el riesgo de volverse crueles ante cualquier error ajeno. La justa reivindicación de los propios derechos se convierte en una persistente y constante sed de venganza más que en una sana defensa de la propia dignidad”.

8.    Disculpar todo. 
 “Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen (…) No es la ingenuidad de quien pretende no ver las dificultades y los puntos débiles del otro, sino la amplitud de miras de quien coloca esas debilidades y errores en su contexto”.
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9.    Confía. 
 “La confianza hace posible una relación de libertad. No es necesario controlar al otro, seguir minuciosamente sus pasos, para evitar que escape de nuestros brazos. Esa libertad (…) permite que la relación se enriquezca y no se convierta en un círculo cerrado y sin horizontes. (…) Al mismo tiempo, hace posible la sinceridad y la transparencia, porque cuando uno sabe que los demás confían en él y valoran la bondad básica de su ser, entonces sí se muestra tal cual es, sin ocultamientos”.

10.    Espera. 
“Siempre espera que sea posible una maduración, un sorpresivo brote de belleza, que las potencialidades más ocultas de su ser germinen algún día. No significa que todo vaya a cambiar en esta vida. Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males que ella no logre superar en esta tierra”.


Redaccion Paz y Bien.es. (2016). Los 10 consejos del Papa Francisco para cuidar el matrimonio. Abril 16 2016, de Paz y Bien.es Sitio web: http://pazybien.es/francisco-matrimonio/

A veces Dios quiere que estés simplemente en silencio


Mi amigo muy enfermo se remangó la camisa mientras la enfermera sostenía una jeringa con una aguja gruesa. Odio realmente las agujas, pero permanecí junto a él mientras la enfermera le clavaba la aguja en la parte del brazo que no estaba llena de moretones. Me agradeció mientras nos íbamos del consultorio médico. “Me di cuenta que te quedaste”, dijo sonriendo. Mi malestar lo distrajo un momento.
Mi gesto fue un pequeño gesto de amistad. Nada extraordinario, incluso para una persona con fobia a las agujas, pero para un hombre enfermo fue importante que su amigo estuviera cerca de él mientras lo “perforaban” por la enésima vez.
Woody Allen dijo que “el 80% del éxito es presentarse”, y al estar con mi amigo me di cuenta que mucho de la vida cristiana es simplemente estar ahí, no quiere decir que sea una lección fácil de aprender para ninguno de nosotros.
El cristianismo responde a nuestras preguntas, pero no siempre con la entereza que deseamos. A veces la verdad que creemos con todo nuestro corazón no nos ayuda a enfrentar el dolor. La verdad puede confrontarte, pero no como puede hacerlo un amigo sentado junto a ti.
No cuentes con las respuestas
No estoy diciendo que las respuestas no sean importantes y que quien sufre debería deshacerse de su copia del catecismo de la Iglesia. Tenemos que conocer la gran historia para dar un sentido a nuestras pequeñas historias. La Iglesia nos dice que nuestro sufrimiento cuenta y que el mundo aún tiene sentido, que aún es un lugar bello, que al final todo sale bien.
Nos dice que podemos vivir en la esperanza.
Todos pueden decir “Dios te ama” hablando de quién sabe qué dios. La gente lo hace. Es fácil de decir, pero a menudo no tiene sentido. Piensas que Dios te ama pero te gustaría tener una buena respuesta cuando te preguntas cómo puede amarte y, sin embargo, hacerte sufrir de esa manera a ti o a una persona a quien quieres. Ayuda saber lo que el verdadero Dios dijo sobre la vida y la muerte, incluso las tuyas.
Algunos de nosotros – yo, por ejemplo – tienden a pensar que una vez que hayamos explicado algo lo habremos resuelto. Otros quieren hacer algo para resolver el problema, pero el deseo compulsivo de explicar es probablemente común entre las personas que leen publicaciones como esta.
No estoy diciendo que las respuestas no sean importantes, pero que no podemos confiar en las ideas, por más verdaderas que puedan ser. Nuestros amigos que sufren en general quieren platicar, o que recemos con ellos o miremos juntos la televisión, o que nos sentemos simplemente ahí sin decir una palabra. Es difícil que quieran una intensa discusión de teodicea.
Un amigo me dijo que habló con un amigo suyo que había perdido a un ser querido. Escribió: “Le dije a mi amigo que todo lo que tengo para decirle son las banalidades sobre la providencia de Dios, etc., que estoy seguro que ya había oído, de otra manera es ir a ciegas. Después me dijo que nuestra conversación le fue muy útil, pero no se bien cómo”.
Pienso que su amigo encontró la conversación útil porque no dijo algo sólo por hablar. Ayuda que alguien nos hable de manera realista, incluso si lo que se dice es “en realidad no tengo nada que decir”. Esta es la manera de estar cerca de un amigo.
Otras respuestas
Al estar cerca de mi amigo, entendí mejor cómo la vida cristiana tiene que ver simplemente con el hecho de estar ahí. Tenemos necesidad de las respuestas que ofrece la Iglesia, pero no sólo de las respuestas. La verdad no es todo lo que Dios nos da a través de la Iglesia. Se nos da a sí mismo y nos da el uno al otro.
Dios nos ha dado a Cristo en el sacramento. Está ahí con nosotros, todo el tiempo, en cada iglesia. Nos ha dado también el uno al otro. Quiere que estemos ahí el uno para el otro. El catolicismo responde a las preguntas más urgentes de la humanidad. Es verdad, y es fundamental saberlo, pero la verdad práctica es que a veces no tenemos necesidad de las respuestas de esa manera. Los que sufren tienen necesidad de Jesús en el sacramento, y tienen necesidad de Él en su gente. Llevamos a Jesús a los demás simplemente sentándonos con ellos, mientras la enfermera sostiene una aguja gruesa, y a veces esto de por sí responde a todas las grandes preguntas.

Mills D. (2016). A veces Dios quiere que estés simplemente en silencio. 16 de Abril 2016, de Aleteiea. org Sitio web: http://es.aleteia.org/2016/04/15/a-veces-dios-quiere-que-estes-simplemente-en-silencio/

Conoce al “san Francisco” de los refugiados y los sin techo, El hermano Biagio

Un personaje a caballo entre la posmodernidad y el medievo, entre el perroflauta y el franciscano, entre el ecologista y el loco de Dios, entre el el eremita y el profeta.

En los últimos pactos firmados por la UE con Turquía se ha hecho evidente el cansancio de la vetusta Europa. Hemos sabido buscar una solución legal. Podemos seguir viviendo en nuestro espejismo de bienestar, con la conciencia macerada en pan y circo. Dinero a cambio de que no nos molesten, de que las fotografías de los cadáveres de niños ahogados sean tomadas en las playas de otros, en terreno bárbaro. Queremos problemas gestionables. Somos gente civilizada.
Europa se pliega sobre sí misma como un animal enroscado en su lecho de muerte. Apretones de manos, señores con traje y corbata, sonrisas cómplices, pactos convenientes. Esto de Siria es una variable que entorpece nuestra recuperación macroeconómica. Demasiadas bocas que alimentar, demasiados cuerpos que gestionar, demasiadas conciencias despiertas por un río de personas que lo han dejado todo para sobrevivir, para empezar de nuevo. Compramos seguridad a cambio de exclusión.
Uno de los que últimamente han diagnosticado esta enfermedad es el papa Francisco, que hoy visitó Lesbos. En la Evangelii Gaudium afirma:
“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.”

Es como si este Papa, proveniente de “un país muy lejano”, estuviese recordando ciertos rudimentos del cristianismo que habíamos ido olvidando en nuestro océano de bienestar. Esta inquietud por los más desfavorecidos es algo que siempre había formado parte de las inquietudes de Mn. Jorge Bergoglio como Arzobispo de Buenos Aires, donde había apadrinado a los curas villeros y sus obras parroquiales, dedicadas a los excluidos.
El padre Eduardo Drabble es uno de ellos y tuve la suerte de conocerle hace poco más de un mes. Le comenté que tenía la sensación de que me estaba perdiendo algo en eso que nos preguntaba Francisco en la ya mencionada exhortación apostólica: “¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de la misericordia?”
Él me invitó a pasar de hacer cosas “por” los pobres a hacer cosas “con” los pobres. Para entender esto, me señaló la Misión Esperanza y Caridad, de Fratel Biagio, sita en la ciudad de Palermo. Era la experiencia europea que él conocía más parecida a la suya. Me informé. Conseguí contactar con ellos y fue fácil que me acogiesen.
Este fin de semana pasado, por fin, conocí a Fratel Biagio, al cura de la misión, Don Pino Vitrano, y al resto de la comunidad, que se entreteje por todo Palermo.
Fratel Biagio es un personaje a caballo entre la posmodernidad y el medievo, entre el perroflauta y el franciscano, entre el ecologista y el loco de Dios, entre el protagonista de ¿Quién sabe dónde? y el eremita, entre el “okupa” y el profeta.
Su mirada azul te acoge cálida y encendida, con una simpatía sin parangón. No deja de hablar de lo que le ha sucedido, del sentimiento de culpa que tenía cuando joven por habitar en un mundo en el que había tanta gente olvidada. Los veía cada vez que salía y no podía soportarlo. Se encerraba en su habitación. Sentía la necesidad de ayunar discretamente, sin que sus padres se diesen demasiada cuenta de ello. Se privaba de 
alimentos para unirse a los pobres en el dolor por una sociedad que se ha olvidado del bien común y que vive en el egoísmo. Hasta que, un día de gran agitación, se dio cuenta de que en su cuarto había un crucifijo. Ató cabos: en la Pasión y en la Resurrección alguien se había hecho cargo de todo aquel mal e injusticia humanos y los había vencido.
Ahí comienza su camino de conversión. Su huida de casa. Su vida solitaria y eremítica, de oración y súplica en comunión con la naturaleza. Sus ayunos que casi lo llevan a la muerte. Su recuperación al cuidado de unos campesinos. Su peregrinación a Asís con la única intención de seguir los pasos del que quizás es su santo modelo. Su vuelta a Palermo con una cosa clara: no volvería a casa, a su vida burguesa, sino que se iría a la Estación Central a vivir con los que allí dormían entre cartones.
De este modo tan sencillo se inició la obra de Biagio Conte, que desde entonces siempre ha vivido con los pobres, compartiendo todas sus incomodidades y sufrimientos y haciéndoles ver, a través de su amor incondicional, que la desesperación no tiene la última palabra y que en ellos se encuentra especialmente a Cristo, como se puede apreciar en el icono del año de la misericordia, donde el hombre que lleva a hombros nuestro Señor, me dice Biagio riéndose como un niño que acaba de hacer una travesura, tiene el mismo rostro de Cristo.
Es de los pobres de quien más aprende a imitar a Jesús, me dice. Por poco que les das el afecto que merecen te dan lecciones de gratuidad y muestran una disponibilidad para colaborar en el Bien Común que se aprecia en todas las obras que he tenido la suerte de poder visitar estos días. No se lo inventa.
Dos casas de acogidas para mujeres en situación de peligro social, una con hijos y otra sin, varias casas de acogida para pobres, inmigrantes extracomunitarios, alcohólicos, drogodependientes, ancianos, enfermos psiquiátricos, vagabundos, todos hermanos, todos saludando efusivamente a Fratel Biagio y al sacerdote, Don Pino. Como me dice este último, lo más importante es la relación con ellos, que cada día se sientan queridos por ti, porque sólo eso hace que el tronco talado vuelva a brotar, como se ve en el emblema de la propia misión.
También tienen pequeñas comunidades agrícolas, hombres antes sin techo que ahora quieren colaborar en el autoabastecimiento de la misión, que sirve más de 2000 comidas al día. Aran, plantan, siegan, recolectan. Tienen ganado. El domingo pasado les regalaron 4 vacas de raza. Preparan queso. Hacen su propio aceite de oliva vírgen, su propia harina, su propio pan, su propia masa de pizza y su propia pasta de sémola. Los cocineros son hombres que un día durmieron en la calle y que en algún momento de su vida supieron cocinar muy bien. Han recuperado todas aquellas destrezas, vaya que sí.
Pero este ímpetu de construcción que recuerda al de las catedrales góticas, en que lo importante no era el arquitecto sino el pueblo que entregaba su tiempo para colaborar en la edificación de la obra común, no sólo se percibe en las tareas agrícolas o ganaderas. En los diversos edificios ocupados, adquiridos, alquilados, hay muchas remodelaciones que realizar. Para ello hay que resucitar a antiguos paletas, ebanistas, herreros, panaderos, maestros marmolistas. Y los que tienen una profesión se la enseñan a los más jóvenes, a los que nadie les ha enseñado a trabajar.
Hay también artistas entre ellos. Pintores y escultores musulmanes, por ejemplo, que realizan frescos cristianos o tallas en madera de la santa cena. Las religiones no son ocasión de enfrentamiento sino una facilidad para reconocer la verdad de la fe del otro. Todos, sean de donde sean -y hay personas de toda procedencia-, se llaman entre ellos fratelli (hermanos) y se sorprenden trabajando juntos, hombro con hombro, por el bien común.
El Arzobispo de Palermo, Mn. Corrado Lorefice, sabe todas estas cosas y más. Sabe que Sicilia considera a Fratel Biagio un santo en vida y que su cuerpo de voluntarios es cada vez más numeroso y está contagiado de la misma feliz determinación que el fundador. Por eso, pese a que la Iglesia de su “Ciudad del pobre y de la Esperanza”, en via Decollati 29, está todavía a medio construir, les ha concedido una Puerta de la Misericordia, en reconocimiento de la centralidad de los más desfavorecidos en el cuerpo de Cristo.
Estos días me han bautizado de nuevo. Soy fratello Giorgio.
Me he descubierto agradecido y fascinado visitando enfermos terminales y crónicos con Davide.
Me he descubierto viendo a personas que normalmente no veo porque en nuestra sociedad son invisibles, pese a que están siempre ahí, en el suelo.
Me he descubierto abrazando y dando besos a todos aquellos que nos salían al paso en esta misión surgida de la vocación de Fratel Biagio.
Me he descubierto al lado de Don Pino mirando como él a todos esos fratelli, como si el sufrimiento y la muerte no tuviesen la última palabra.
Me he descubierto respirando en ese ambiente una paz y una alegría inesperadas.
Me he descubierto sospechando que aquello de que “los publicanos y las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos” no es opio para el pueblo, sino algo que, literalmente, está sucediendo ahora.
Visto lo visto, me atrevo a afirmar que si hubiese uno como Fratel Biagio o como Don Pino en cada ciudad de Europa todo sería distinto. Entenderíamos mucho mejor eso de que el otro es un bien, y, muy probablemente, no le estaríamos cerrando las puertas a los refugiados, porque sabríamos, como se representa en la así llamada Capilla de la Misericordia, en la sede de Via Archirafi, que “gracias a la hospitalidad, algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles”.

Martinez J.. (2016). Conoce al “san Francisco” de los refugiados y los sin techo, fratel Biagio. Abril 16 2016, de Aleteia.org Sitio web: http://es.aleteia.org/2016/04/16/conoce-al-san-francisco-de-los-refugiados-y-los-sin-techo-fratel-biagio/

Un santo sacado del Evangelio

Aunque nos duela, los santos siguen siendo unos desconocidos. Nuestro Jacinto Benavente escribió una comedia titulada, «Los santos... para el cielo y los altares». En la obra venía a decir que en cuanto pasa un poco de tiempo, los vestimos de madera, les ponemos un arillo en la cabeza, los veneramos un día al año y los dejamos en su sitio para que no nos molesten.

Todos los santos molestan, porque han sabido coger el Evangelio por donde más quema. En esa biografía que escribió Julien Green sobre San Francisco de Asís cuenta que «a finales del siglo XII, en Asís, nació un niño en el que "casi" triunfó el ideal». Y es que si alguien vivió para identificarse con Cristo, en la vida y en la muerte, ése fue Francisco de Asís.

La grandeza de este santo está en coger el Evangelio por las solapas y poner en práctica ese «amaos unos a otros como yo os he amado», para que los cristianos tengamos claro que las palabras de Jesús no son vaselina suave, sino un mandato para calentar el alma y el cuerpo de cualquier hombre necesitado.

En Francisco «casi» triunfó el ideal del Evangelio. Y es que este santo con su vida fraterna, pobre, humilde, alegre, llena de ternura soñó un mundo donde el Evangelio estuviera vivo y fuera contagioso, que no tiene nada que ver con esa vida egoísta y aburrida que vivimos.


Robles, M.. (2016). Un santo sacado del Evangelio . Abril 16 2016, de LNE.ES Sitio web: http://www.lne.es/oviedo/2010/10/04/santo-sacado-evangelio/975687.html

Como hacer un buen examen de conciencia

En este año de la Misercordia es bueno hurgar en lo recóndito del alma y sacar toda esa basura que no nos deja caminar, hay que limpiar la casa perfectamente y quitarle toda clase de dolores, pecados, tristezas, inseguridades, miedos,  desesperanzas, angustias, rencores, odios, hurgar dentro de nuestra propia alma y expulsar mediante la sagrada confesion todo eso que al paso de los años hemos estado cargando, les invito mis queridos hermanos a hacer, realizar un buen examen de conciencia y pedir a Dios nuestro Señor la gracia de poder hacer una muy buena confesion en este año de gracia y perdon este año de la Misericordia.


Es bueno, de vez en cuando, detenerse y repasar la propia vida delante de Dios. Este texto puede ser una ayuda para hacerlo, utilizándolo todo o una parte. Y también puede ser útil para el examen de conciencia en el sacramento de la Reconciliación.

                                     1. Respecto a Dios y a la vida de fe.


- ¿Tengo presente a Dios en mi vida? ¿Quiero que todo lo que soy y hago se dirija a Dios? ¿Pongo en él la confianza fundamental de mi vida, o la pongo en otras cosas?
- ¿Tengo momentos de oración, de diálogo confiado con Dios?
- ¿Participo en la oración de la Iglesia especialmente en la Eucaristía de los domingos?
- ¿Mi vida es un verdadero testimonio del Evangelio, de modo que los demás, al verme, se sientan atraídos a la fe? ¿Me he mostrado cristiano en mi vida privada y pública?
- ¿Me preocupo por mi formación cristiana, escuchando y leyendo la Palabra de Dios, y participando en las catequesis y otros encuentros de reflexión?
- ¿Sostengo económicamente las. necesidades de la Iglesia? 

                                        2. En la relación con los demás

- ¿Tengo claro que ser cristiano implica no desentenderse de los demás? 
¿Tengo verdadero amor a los demás, o me sirvo de ellos para mis intereses, ¿0 quizá hago a los demás lo que no quisiera que me hicieran a mí?
- ¿Sé escuchar a los demás, descubrir la parte de verdad que tienen? ¿Sé dialogar, comprender, aceptar las opiniones y pareceres de los demás? ¿Hago todo lo que puedo para superar las disensiones y situaciones de tirantez?
- ¿He violado la vida, la integridad física, o los bienes de los demás? ¿Les he producido algún daño? ¿He tenido odio a alguien?
- Si conduzco un coche u otro vehículo, ¿lo hago como es debido? Si me he encontrado con algún accidente, ¿he prestado mi ayuda cuando era necesario?
- ¿He robado o he deseado injusta y desordenadamente los bienes de los demás o les he producido perjuicios? Si ha sido así, ¿he procurado restituir y reparar los daños que he causado?
- ¿He engañado o estafado en los negocios?
- Si he sido injuriado, he procurado la paz y he estado dispuesto a perdonar, o bien conservo odio y deseo de venganza?

- ¿He respetado al marido o la mujer de los demás? ¿Soy consciente de que el sexo no es un simple instrumento de placer, sino que está destinado al amor?
- ¿He mantenido la verdad y la fidelidad, o bien he dañado a los demás con falsedades, calumnias, juicios temerarios o la violación de algún secreto? ¿Me gusta murmurar y criticar? ¿He propagado rumores que creaban mal ambiente y desánimo? ¿He difundido insinuaciones maliciosas, medias palabras o juicios que contribuyan a dar mala fama y a dañar a otros? Cuando alguien ha sido acusado o criticado injustamente, ¿me he desentendido del tema en lugar de defenderlo y testificar a su favor?
- ¿He sentido envidia de las cualidades de los demás? ¿He intentado desacreditar a alguien por envidia?
- ¿Respeto los derechos de los demás en las cosas pequeñas de cada día, por ejemplo en las colas de las tiendas o los autobuses, no queriendo pasar cuando no me toca? ¿Procuro no molestar a los demás poniendo por ejemplo la televisión o la radio demasiado alta, o no siendo puntual y haciendo esperar, o hablando o haciendo ruido en los lugares en los que hay que estar en silencio?
- ¿Procuro hacer la vida más fácil y agradable a los demás?
- ¿Soy amable?

3. En la vida de familia
   
- En la relación entre los esposos: ¿Me esfuerzo para que crezca el amor entre los dos? ¿hay cariño, diálogo entre ambos, y responsabilidad compartida, o bien me preocupo sólo de mis cosas y me creo en el derecho de imponer siempre mis criterios? ¿mantengo firmemente la fidelidad matrimonial? En la relación sexual, ¿me preocupo de bienestar del otro, o pienso sólo en mí?
- En la relación de los padres para con los hijos: ¿Les dedico tiempo? ¿les doy un buen testimonio de vida humana y cristiana? ¿soy dialogante? ¿procuro enseñarles a escoger con libertad y- responsabilidad su camino? ¿Les enseño a compartir lo que tienen, tanto con los demás miembros de la familia, como con los compañeros, como con los pobres?

- En la relación de los hijos para con los padres: ¿Me preocupo de los problemas de la familia, o me desentiendo de ellos? ¿busco el diálogo con mis padres, o más bien paso de ellos, o estoy permanentemente agresivo? ¿quiero a mis padres?
- A los ancianos de la familia, ¿les doy cariño y atención?
- En la relación entre todos los miembros de la familia, ¿colaboro para que el clima familiar sea lo más positivo posible, de modo que todos podamos encontrarnos bien en casa?
- En mi familia, ¿vivimos sólo preocupados por los intereses familiares (los mejores colegios para los hijos, un buen coche, etc.), o bien somos conscientes de que debemos dedicar parte de lo que tenemos a ayudar a los que tienen menos, y que para ello hay que rebajar el propio nivel de vida?

4. En el uso del dinero

- ¿Vivo pendiente del dinero? ¿Pienso constantemente en cómo tener más dinero? ¿Pienso que hay que espabilarse para tener más dinero, y dejarse de escrúpulos y preocupaciones morales?
- ¿Tengo claro que la propiedad y el dinero no tienen un valor absoluto, que no son sólo míos, sino que implican unos deberes sociales?
- ¿Comparto mis bienes con los que tienen menos que yo? ¿Qué parte de mi dinero dedico a la solidaridad con los necesitados, de aquí y de los países pobres? Si tengo familiares o amigos que están en mala situación económica, ¿cómo les ayudo?

5. En las relaciones laborales


- Si soy empresario o tengo cargos directivos, ¿me preocupo de que los salarios de los trabajadores sean dignos? ¿hago lo que puedo para que los efectos de las crisis económicas no recaigan sobre los que tienen menos? ¿hago mi trabajo lo mejor que puedo?
- ¿He cumplido con mis labores y obligaciones de trabajo, lo  he realizado bien?
- Si soy trabajador, ¿cumplo con mi trabajo con eficacia y dedicación? ¿soy solidario con los demás trabajadores, especialmente con los que están en peor situación que yo, o me desentiendo de los problemas colectivos? ¿procuro actuar con inteligencia y honestidad en las reivindicaciones y los conflictos?
                                                      6. En la vida social

- ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad de la que formo parte, o bien llevo una vida centrada en mí mismo? ¿Pienso que el progreso en la justicia, en la igualdad, en la superación de las diferencias económicas y sociales, forma parte del mensaje cristiano?
- ¿He sido caritativo con mi prójimo?
- ¿Me indigno ante las injusticias, o me dejan indiferente? ¿Defiendo a los oprimidos? ¿Ayudo a los que lo pasan mal? ¿Colaboro para una convivencia mejor para todos? ¿O bien me desentiendo (o incluso desprecio) a los débiles, los inmigrantes, los enfermos, los ancianos?
- ¿Participo según mis posibilidades en la promoción de una vida más digna para todos? ¿Conozco las distintas iniciativas en este sentido, como por ejemplo la acción de Cáritas, de los grupos de ayuda fraterna, de los grupos al servicio del Tercer Mundo, de las entidades políticas y sociales?
- ¿Participo en las actividades ciudadanas que ayudan a una mejor convivencia?
- ¿Pago mis impuestos? ¿Cumplo con deberes cívicos?
- ¿Procuro que se conserven y que no se estropeen los bienes que son de uso público?
- ¿Me preocupo por la protección de la naturaleza y del medio ambiente? Cuando salgo a lugares de mar o de montaña, ¿procuro que quede limpio allí donde he estado, y evito crear peligros de incendio o degradación?

7. Respecto a las actitudes personales
  
- ¿Me amo a mí mismo como Dios me ama? ¿Me acepto, con mis limitaciones y debilidades, como Dios me acepta?  ¿He pecado contra Dios, he negado su misericordia?
- ¿Me esfuerzo por corregir mis malas inclinaciones, como son el abuso en comer y beber?
- ¿Llevo una vida sexual desordenada? ¿Me dejo llevar por los medios de comunicacion, Internet, redes sociales, etc?
- ¿Dejo por pereza de realizar lo que debería?
- ¿Reacciono a menudo con ira? ¿Soy amigo de provocar conflictos y riñas? ¿Soy protestón? ¿Lo encuentro siempre todo mal?
- ¿Afronto con entereza las dificultades de la vida?
- ¿Hago rendir las posibilidades que tengo y que Dios me ha dado?



Javier. (2016). Examen de conciencia. Abril 16 2016, de Web Católico de Javier Sitio web: http://webcatolicodejavier.org/ExamenDeConciencia.html

jueves, 14 de abril de 2016

EN VIDA HERMANO, EN VIDA... !!!



***imagen tomada de internet sin fines de lucro

Por mas dificil que sea, Confia en Dios.

  Aún en esos momentos de la mas grande confusión existe  la esperanza que de un evento negativo alga algo  posituvo.
Aún las mas grandes tormentas traen en su interior la más dulce de las aguas, que dan vida y renuevan.

***Imagen tomada de internet sin fines de lucro

Nuestro destino el cielo.

** imagen tomada de internet.

sábado, 9 de abril de 2016

Sanando el corazon y el alma

Paso a paso con constancia y persevenrancia pidiendo siempre la ayuda y auxilio de nuestro Dios y señor Jesús.