jueves, 13 de febrero de 2020

El deber de los Padres


El deber de los padres. 
Si bien hay un mandamiento de Dios que manda a los hijos honrar a sus padres, también es necesario que los padres se preocupen por sus hijos, especialmente en lo que toca a sus almas, a la salvación eterna de ellos.

 Porque los hijos no son exclusivamente de los padres, sino que ante todo los hijos son de Dios, y Dios quiere tenerlos consigo en el Cielo, por eso los padres deben poner todo su esfuerzo en guiar a sus hijos para que alcancen ese fin que Dios quiere.

¡Ay de los padres que no se preocupen de las almas de sus hijos! Porque si todo cristiano tiene que trabajar por la salvación de los hermanos, ¡cuánto más los padres deben trabajar por la salvación de sus hijos!, deben consumirse en esta actividad, dejar la vida en ello, pues los hijos son los prójimos más cercanos y Jesús manda amar al prójimo.

Hoy muchos padres se desentienden de sus hijos, y éstos crecen educados por otros, por la nodriza, por la escuela o el colegio. Pero Dios pedirá cuenta a estos padres desamorados, y juzgará a estos hijos con más misericordia, pues Él sabe que debieron sufrir mucho y Dios no es injusto.

¿Queremos ser padres ejemplares? Enseñemos los Diez Mandamientos a nuestros hijos apenas pueden entender, démosle amor y cuidados, enseñémosle a rezar, recemos con ellos y en familia.

 No echemos a Dios de nuestras casas. No les demos todos los gustos, sino eduquémoslos en la virtud y en las pequeñas renuncias. La misión de los padres es hacer de sus hijos unos santos para poblar el Paraíso.

¡Ave María purísima!

¡Sin pecado concebida!

Gotitas de Sabiduria





miércoles, 12 de febrero de 2020

Cambia tu vida dia a dia


Promesas de Dios para tiempos difíciles.


Promesas de Dios para tiempos difíciles.

Primero, Dios disciplina con amor. Así como los padres redirigen el comportamiento de sus hijos por amor, el Padre celestial tiene en mente lo mejor para nosotros cuando nos corrige.

Segundo, Dios nos da esperanza a través de su Hijo. No quiere que nuestro sufrimiento nos debilite, pero cuando parece demasiado para soportar, la promesa de la eternidad y la presencia de Cristo nos guardan de la desesperación (2 Co 4.18).
Tercero, Dios trae claridad por medio de los tiempos difíciles. A medida que aprendemos que sus caminos son más altos que los nuestros, entendemos mejor sus asombrosos atributos. Al mismo tiempo, nuestra conciencia comienza a agudizarse, y los viejos patrones de pensamiento improductivos comienzan a desvanecerse.

Cuarto, Dios promete que nunca nos abandonará. El quebrantamiento puede causar una sensación de vacío, pero nuestro Padre la reemplaza con su presencia, pues es mucho más deleitable y confiable.

Quinto, el Señor es paciente. Conoce nuestro trasfondo y nuestros patrones de pensamiento, pero también ve el resultado final y sabe que la experiencia valdrá la pena.

Cuando enfrente dificultades, recuerde las promesas de Dios, y mantenga sus ojos fijos en la meta. Él quiere ayudarle a alcanzar todo su potencial.

viernes, 7 de febrero de 2020

Los 5 minutos del Espiritu Santo.

Al Espíritu Santo se lo suele representar con una llama de fuego. De hecho, el día de Pentecostés descendió sobre los Apóstoles de esa manera: "Entonces vieron aparecer unas lenguas de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2,3-4).

¿Por qué el fuego?

Porque cuando el Espíritu Santo se hace presente de una manera especial, las personas no quedan igual. Se produce un cambio. Nadie puede quedar indiferente si aparece una llama de fuego en su cabeza, si allí donde hacía frío y oscuridad repentinamente hay calor y luz. Todo cambia.

El Espíritu Santo nos permite ver las cosas de otra manera, y nos ilumina el camino para que no tengamos miedo. Él derrama calor, para que no nos quedemos acurrucados, apretando las manos y refugiándonos en un lugar cerrado. Por eso su presencia nos llena de confianza y de empuje.

Entonces, es bueno invocar al Espíritu Santo para que inunde de color y de vida nuestra existencia:

"Ven fuego santo, luz celestial, porque a veces me dominan las tinieblas y tengo frío por dentro. Ven, Espíritu, porque todo mi ser te necesita, porque solo no puedo, porque a veces se apaga mi esperanza. Ven, Espíritu de amor, ven".

miércoles, 5 de febrero de 2020

Los 5 minutos del Espiritu Santo.

La luz del sol hace posible la vida. Si el sol se apagara, la vida desaparecería en esta tierra. Por eso, la luz también simboliza la vida, y el Espíritu Santo es una fuente permanente de vida. Habitando en lo más íntimo de cada cosa, la hace existir con su poder. Pero de un modo especial, el Espíritu Santo es vida para nuestra intimidad, porque él es amor, y sin el amor no hay vida que valga la pena.

La luz también es necesaria para caminar, para ver el camino, para saber a dónde vamos. Si alguna vez hemos hecho la experiencia de caminar a oscuras, perdidos y desorientados, sabemos lo que significa la luz. Y cuando aparece una pequeña claridad que nos orienta, la amamos y la agradecemos. El Espíritu Santo es luz. Él nos hace descubrir por dónde tenemos que caminar y hacia dónde tenemos que ir. Cuando lo invocamos con sinceridad, él nos ilumina para tomar las decisiones correctas.

La luz también nos permite ver las cosas, descubrir sus colores, su belleza. Cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine cada cosa, podemos ver su hermosura y disfrutarlas mucho más.

Demos gracias al Espíritu Santo porque él derrama su luz en nuestra vida.