PORTICO AL CIELO

domingo, 27 de abril de 2008

La voz del vacio...



LA SABIA VOZ DEL VACIO

El lama impartía enseñanzas a los monjes y novicios del monasterio. Siguiendo la doctrina del Buda, ponía especial énfasis en captar la transitoriedad de todos los fenómenos, así como de aquietarse, retirarse de los pensamientos y, en meditación profunda, percibir en el glorioso vacío interior la voz de la mente iluminada. Mostraba métodos muy antiguos a sus discípulos para que pudieran apartarse del pensamiento y vaciar la mente de inútiles contenidos. -Vaciense de si mismos, vaciense de si mismos - exhortaba incansablemente a los discípulos. Así un día y otro día, con la misma insistencia que las aguas fluyen en el seno del río o el ocaso sigue al amanecer. -Vaciense, vaciense. Tanto insistiera en ello, que algunos discípulos acudieron a visitar al maestro y le dijeron respetuosamente: - Venerable maestro, en absoluto ponemos en duda la validez de tus enseñanzas, pero... - ¿Pero?- preguntó el lama con una sonrisa en los labios. -¿Por qué pones tanto énfasis en que nos vaciemos? ¿Acaso, respetado maestro, no acentúas demasiado ese aspecto de la enseñanza? - Me gusta que me cuestionen - dijo el lama-. No quiero que aceptén nada que no sea sometido al escrutinio de su inteligencia primordial.
-Ahora debo llevar a cabo sin demora mi práctica meditacional, pero solicito que todos ustedes que reunan al anochecer conmigo en el santuario. -Eso sí, queridos míos, quiero que cada uno de ustedes traiga consigo un vaso lleno de agua. Los discípulos disimularon como pudieron su asombro e incluso alguno de ellos se vio obligado a sofocar la risa. ¿Será posible? O sea, que su maestro les pedía algo tan ridículo como que todos ellos fueran al santuario portando un vaso lleno de agua. ¿Se trataría de algún rito especial? ¿Sería una ofrenda que iban a hacer a alguna de las deidades? Fue transcurriendo el día con lenta seguridad. Los discípulos no dejaban de conjeturar sobre la extraña solicitud del maestro. Unos aventuraban si no se trataría de una ceremonia especial en honor de la misericordiosa Tara; otros pensaban que tal vez era que el lama les iba a hacer leer durante toda la noche las escrituras y que el agua era para evitar la excesiva sequedad de boca; otros confesaban no tener la menor idea del por qué de la insólita petición del lama. El sol, anaranjado-oro, se comenzaba a ocultar tras los inmensos picos que se divisaban a lo lejos. Los discípulos tomaron cada uno de ellos un vaso y lo llenaron de agua. Luego, ansiosos por desvelar el misterio, fueron hasta el santuario y se presentaron ante el maestro. -Bueno chicos - dijo el maestro riendo con su excelente humor-. Ahora van a hacer algo muy simple. Golpeen los vasos con cualquier objeto. -Quiero escuchar el sonido, la música capaz de brotar de sus vasos. Los discípulos golpearon los vasos. De los mismos no brotó más que un feo sonido sordo, desde luego nada musical. Entonces el maestro ordenó: - Ahora, queridos míos, vacien los vasos y repitan la operación. Así lo hicieron los monjes. Vaciados los vasos, golpearon en ellos y surgió un sonido vivo, intenso, musical. Los discípulos miraron al lama interrogantes. El lama esbozó una sonrisita amorosamente pícara y se limitó a decir: - Vaso lleno no suena; mente y alma atiborrada no lucen. Les deseo felices sueños. Los discípulos, un poco avergonzados, comprendieron al momento. Nunca habrían de olvidar aquello de "vaso lleno no suena".
"Cuando eliminamos los densos nubarrones de ignorancia de la mente,
en el vacío original de la misma surge el revelador sonido de la iluminación."

Leyenda Hindú


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QUE TAN LLENOS Y ATIBORRADOS DE COSAS ESTAMOS NOSOTROS QUE NO SONAMOS? O LA MUSICA CON LA QUE SONAMOS ESTA EN DESARMONIA?
VACIEMONOS DE NOSTROS MISMOS DE NUESTROS APEGOS Y NUESTRO EGO.

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