PORTICO AL CIELO

viernes, 9 de abril de 2010

Mensaje del asistente nacional Jufra, Fr. Alfredo García Hernández, OFM

“La Pascua nos hace hermanos…”
Fr. Alfredo García Hernández, OFM
Asistente Nacional Jufra
Reciban un jubiloso saludo de paz y bien, en la alegría que solo la Resurrección de Cristo nos da.
            Mis estimados jóvenes, encontramos en la Palabra de Dios en Lucas (24,35) que “el Señor ha resucitado y se ha manifestado”: ésta es la Buena Noticia que resuena nuevamente en este tiempo Pascual que estamos viviendo. Es una noticia siempre nueva y siempre buena, que quiere despertar lo más auténtico de todo Jufra. En Cristo resucitado un Jufra descubre que sus anhelos más profundos se pueden realizar. En estos días celebramos que la vida venció a la muerte y por ello toda la creación despierta llena de esperanza a su plena realización; cada creatura se vuelve una nota sonora en el Cántico de la Redención universal.
            Como Franciscanos saludamos Paz y Bien, la historia nos dice que este saludo no es un simple “buenos días”, sino que implica querer dar al hermano toda la bendición que conlleva la Redención. Pero si damos ese Paz y Bien es porque ya Cristo vivo esta en nuestro corazón, significa que lo hemos aceptado y esto nos impulsa a recorrer caminos de encuentro fraterno, de diálogo, de perdón, de solidaridad, de misericordia con el necesitado. En la antigüedad los Padres de la Iglesia ilustraban esta verdad así: “Supongamos un círculo trazado sobre la tierra, una circunferencia con un centro. Imaginemos que este círculo es el mundo, el centro Dios (Jesús), y los radios las diferentes maneras de vivir los hombres. Cuando los hombres caminan hacia el centro del círculo para llegar a Dios, se van acercando el uno al otro al mismo tiempo que a Dios. Cuando más se aproximan a Dios más se aproximan los unos a los otros” (Doroteo de Gaza, siglo VI).
                 Es esto lo que se manifestó con la fuerza de una semilla después de la muerte y resurrección de Jesús. Una semilla es siempre pequeña, pero tiene en sí la fuerza de la vida. En el momento de la muerte en la cruz Jesús se encontró solo, sus amigos se habían dispersado, cada cual había escapado para salvarse. Después de su Resurrección Jesús los invita a reunirse y a ir “a Galilea” donde un estilo nuevo de vida había empezado (Mt. 28,16-20). Los que lo reconocen “al partir el pan” no pueden quedar separados de los demás y vuelven corriendo a reunirse con la comunidad de Jerusalén (Lc. 24,30). La fe y la presencia de Cristo Resucitado dan origen a una humanidad solidaria y fraterna, donde a nadie le falta lo necesario y donde todos y todas, sin excepción, constituidos en la dignidad de hijos de Dios, comparten su fe y los bienes materiales, comprometiéndose en la búsqueda del bien común (cf. Hech 2, 42-47). Es lo que quiso Francisco para su familia, y lo que nos compromete el carisma de menores.
             Menores significa dejar espacio para los demás, reconocer a toda persona su dignidad de hijo de Dios, lo contrario tener un corazón Mayor, no deja lugar para nada todo es ocupado por el ego que siempre está insatisfecho. Ser Franciscanos es centrar nuestra vida en Cristo Resucitado que nos lleva a una nueva manera de vivir. La Pascua de Jesús nos transforma en un ser para los demás, en un ser “en comunión”. El Espíritu de amor que irradia Jesús Resucitado nos re-une. Nos hace reunión de personas donde hay lugar y tiempo para el otro, donde nos descubrimos como hermanos. Se construye el bien de todos desde cada uno, nadie es más que otros, nadie queda excluido. ¡Esto es néctar franciscano!
            Jóvenes, Jesús que “hace nuevas todas las cosas” en esta Pascua quiere “abrirnos los ojos” para que no nos acostumbremos a vivir en la indiferencia y en el aislamiento, El quiere cambiar nuestro corazón y que  nos comprometamos con el mundo en que vivimos.
            Jesús salió victorioso de un sepulcro y con su gracia nos invita a salir de las tinieblas de nuestro corazón e invitar a tantos jóvenes también a salir de sus sepulcros. Los sepulcros de la droga, de la pornografía, del individualismo, del sin sentido de la vida. Dios nos ayude con su gracia a ser los instrumentos que muevan rocas para que los jóvenes salgan de esos sepulcros y puedan contemplar la luz del sol que viene de lo Alto.
¡Es tiempo de resucitar! 
¡Aleluya! 
Paz y Bien. 

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