PORTICO AL CIELO

viernes, 29 de abril de 2011

Arturo Mari el fotografo dEL PAPA.

ROMA, 29 Abr. 11 / 08:53 am (ACI)

Arturo Mari, fotógrafo personal del futuro beato Juan Pablo II, afirmó que todos los episodios que vivió con el extinto pontífice, en el Vaticano y en sus constantes viajes, le confirmaron que sin duda el Siervo de Dios es un santo, "un hombre de Dios".
"Te garantizo que era un santo vivo, por todo lo que podía ver con mis ojos, escuchar con mis oídos, no puedes creer todo lo que podía hacer ese hombre", dijo Mari, de 71 años de edad y que desde los 16 se dedicó a registrar la vida de cinco pontífices, desde Pío XII hasta parte del pontificado de Benedicto XVI, cuando se retiró en 2008.
Así, entre las miles de experiencias, Mari recuerda la visita de Juan Pablo II a la isla coreana de Sarok el 4 de mayo de 1984, que era una antigua colonia para leprosos que recibían tratamiento.
El fotógrafo recuerda que el Papa solo debía dar un breve discurso sobre el significado del sufrimiento y partir. Pero después de ver a los enfermos, Juan Pablo II apartó al Cardenal que apuraba las cosas y se acercó a los leprosos. "Los tocó con sus manos, los acarició, besó a cada uno", dijo Mari. "Ochocientos leprosos, uno por uno. ¡Uno por uno!".
En la entrevista concedida el 26 de abril a Associated Press en Roma, Mari rememora varios pasajes de los 27 años al servicio del futuro beato, como el viaje a Sudán en 1993, cuando Juan Pablo II regañó al presidente Omar Hassan el-Bashir durante la audiencia privada por no proteger a la minoría cristiana. Un Papa visiblemente molesto llamó la atención al mandatario y le dijo que era un "criminal" y sería juzgado por Dios.
Muchas de las fotos difundidas de Mari muestran a Juan Pablo II de vacaciones en las montañas del Valle de Aosta o descansando en los jardines de Castel Gandolfo. Pero también cuando el Papa estaba tendido en una cama de hospital después de un intento de asesinato en 1981; o la que lo muestra perdonando a Ali Agca, el hombre que le disparó.
Pero Mari también recordó diálogos personales, como las charlas durante el Concilio Vaticano II y qué significaba ser un sacerdote detrás de la Cortina de Hierro, o cuando lo consultó en Castel Gandolfo sobre qué hacer como padre de un sacerdote. Su único hijo fue ordenado en 2007.
Mari tiene en su sala un conjunto de fotos enmarcadas. Entre sus preferidas están la que tiene con el Papa durante el centésimo viaje al exterior del fotógrafo. También hay una donde aparecen él, Juan Pablo II y otros colaboradores del Vaticano en el Valle de Aosta.
Junto a estas aparece una foto tomada al Papa pocos días antes de su muerte y que lo muestra en su capilla privada, enfermo y aferrándose a un crucifijo mientras contempla por televisión la procesión del Viernes Santo que se realizaba en el Coliseo Romano.
"Mira sus manos, la fuerza de sus manos, cómo aferra la cruz", dijo Mari, contemplando la foto. "Mira, están rojas. Está haciendo un esfuerzo. Se ve su gran sufrimiento, como si toda su vida estuviera en esa cruz".
Finalmente, dijo que el 2 de abril del 2005, el día que falleció el Pontífice, fue a visitarlo a su apartamento convocado por el secretario para que se despidiera. Juan Pablo II estaba tendido sobre su costado izquierdo y había una máscara de oxígeno sobre la almohada.
"Giró y me sonrió y sus ojos eran enormes. ¡Hermosos! Hacía años que no los veía así. Caí de rodillas debido al momento, era más fuerte que yo. Me tomó la mano, acarició mi mano. Después de un rato, dijo 'Arturo, grazie, grazie', y apartó la cara", recordó.

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