Aunque más bien habría que hablar de una fraternidad franciscana “renovada”, que el 13 de junio, fiesta de san Antonio de Padua, empezará su andadura en la “capital de Europa”. Tristemente, la antigua y durante muchos siglos significativa Provincia de Bélgica ha llegado a su fin a causa del secularismo y la descristianización que desde hace años están asolando el centro y el norte del viejo continente. Ante la ausencia prolongada de vocaciones, los pocos frailes que habían quedado ya no eran capaces de llevar adelante por si solos la misión encomendada, por lo que hace tiempo pidieron ayuda al Ministro general de la Orden. Al final, en vez de “poner un parche” y prolongar la agonía…, se ha preferido suprimir la Delegación belga, cerrar los conventos, excepto el de Bruselas, y “empezar de nuevo” con otro tipo de presencia franciscana inspirada en el estilo de vida que desde hace algunos años siguen nuestros hermanos de la Custodia de Francia, con frutos muy alentadores: fuerte ritmo de oración, personal y comunitaria; especial cuidado de la fraternidad y de la acogida; opción clara por una vida pobre, penitencial y menor (según la Regla de san Francisco);evangelización “a pie de calle”, en comunión con la Iglesia local; clara visibilidad de la propia consagración: hábito... etc.
Estos acontecimientos de la vida de la Orden son ciertamente dolorosos y nos cuestionan. Pero sería un error detenernos, tristes, como frente a una puerta cerrada, y no ver tantas otras que se están abriendo ante nosotros y que nos piden imperiosamente volver al centro de nuestra vocación: Jesucristo y su Evangelio.
El reto apostólico y evangelizador en Europa es grave y urgente, a la vez que apasionante, e implica a toda la Iglesia. Cada vez tenemos menos que perder, por lo que deberíamos vencer el miedo a arriesgar lo poco que nos va quedando... Como franciscanos hemos de tener bien viva la preocupación de no permitir que un día en Europa sólo las piedras, las calles y los libros hablen del cristianismo y de nuestra Orden.
Nadie tiene recetas mágicas, pero lo cierto es que las intuiciones del camino a seguir nos llegan a nada que nos pongamos a la escucha del Espíritu del Señor y de su santa operación. Él no ceja en su empeño de hablar a nuestro corazón. Por nuestra parte solo cabe el propósito sincero de escucharle, de responder en obediencia de fe, de ser audaces y de confiar. “Los momentos difíciles pueden resultar los más evangélicos”, solía decir la beata Madre Teresa de Calcuta.
La voz de la Iglesia, que nos está convocando con urgencia a la Nueva Evangelización, nos invita a salir al encuentro de los hombres y mujeres de hoy en terrenos culturalmente inéditos e inciertos para ayudarles a encontrar el único “tesoro precioso” (Mateo 13, 48) capaz de dar sentido a toda una vida y colmarla de alegría: Jesucristo. Hemos de ser audaces y no tener miedo de arriesgar, confiando profundamente en la gracia de Aquel que nos precede siempre y que prepara ya los caminos que hemos de recorrer para que no nos perdamos (Mateo 28, 7).
A partir de ahora el convento de Bruselas pasará a formar parte de la Custodia de Francia. La nueva fraternidad estará compuesta por cinco hermanos (de momento) de varias nacionalidades: un francés (guardián), un belga, un polaco, un australiano y un español. |
Acompañamos con nuestra oración el nacimiento de esta nueva presencia franciscana en el corazón de Europa. Asimismo, seguiremos con mucho interés y con gran esperanza las noticias que desde allí nos vayan llegando.
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