PORTICO AL CIELO

domingo, 16 de septiembre de 2012

ORAR CON LOS 28 ESCALONES ( LA SANTA ESCALERA )

AUNQUE ESTA SANTA ESCALERA SE ENCUENTRA EN LA BASILICA DE SAN JUAN DE LETRAN EN ROMA, SE DE ALGUNAS QUE SE ENCUENTRAN EN DIFERENTES IGLESIAS ALRREDEDOR DEL MUNDO PREGUNTEMOS E INVESTIGUEMOS ESTA SANTA ESCALA Y HAGAMOS ESTE SACRIFICIO... EL ORAR Y RECORDAR LA PASION Y MUERTE DE N.S. JESUCRISTO...


Se le llama "Santa" porque según la tradición se trata de la escalinata que Jesucristo ascendió en el palacio de Pilato en Jerusalén el Viernes Santo. Esta fuera traída a Roma por Santa Helena en el siglo IV.
Los peregrinos la suben de rodillas y en oración ya que este lugar nos habla de la Pasión de Nuestro Señor. 
Flanqueando la base de la santa escalinata hay dos impresionantes estatuas relacionadas con la Pasión (arriba): Jesús ante Pilato y el beso de Judas.
En el segundo piso, se encuentra la antigua capilla de los Papas en uso por ellos desde Constantino hasta que los Papas se mudaron a Avignon en el año 1313. También en este piso hay una bella estatua de la Virgen Dolorosa
La escalinata tiene 28 peldaños de mármol de Tiro que en la actualidad están protegidos del desgaste por unos tableros, debido a la cantidad de peregrinos.  Pero a través de espacios cubiertos por cristal se pueden apreciar aun hoy las manchas de sangre derramadas por Jesús en estos peldaños.
En la Edad Media la Escala Sancta era parte del palacio de Palacio de Letrán, cerca de la Capilla de San Silvestre. Cuando en el año1589 Sixto V destruyó el antiguo palacio papal y construyó uno nuevo, mandó que la Escala Santa fuese transferida al sitio donde se encuentra en la actualidad, previo al ingreso a una capilla conocida como el Sancta Sanctorum (Santo de los Santos). Esta última es una antigua capilla papal, dedicada a San Lorenzo, y la única parte que se conserva del antiguo Palacio Laterano. Recibe su nombre por la cantidad de reliquias que ahí se conservan.
El Sancta Sanctorum contiene la imagen de Cristo “akeropita”, que quiere decir “no pintado por mano humana”, el cual en ciertas ocasiones solía ser sacado en procesión. En su lugar actual, la Scala Sancta está flanqueada por cuatro escaleras, dos a cada lado, para el uso común, puesto que los escalones de mármol solo pueden ser ascendidos de rodillas. Se trata de una devoción muy popular entre los peregrinos y los fieles romanos, especialmente los viernes y a lo largo de la Cuaresma.
Pío IX, confió en 1853 a los Padres Pasionistas el cuidado del santuario.
Muchos Papas han realizado este ejercicio de piedad.
Pío IX, en la noche del 20 de septiembre de 1870, subió de rodillas las escaleras y desde arriba bendijo a los fieles. Después se encerró en el interior del Vaticano y nunca mas salió. Las tropas italianas estaban a punto de entrar en Roma y poner fin al poder temporal de los Pontífices.  Otorgó a quienes subieran los escalones, una indulgencia de nueve años por cada escalón. 
El Papa San Pío X, el 26 de febrero de 1908, concedió una indulgencia plenaria que puede ser ganada cada vez que se asciende devotamente la escalera, acudiendo asimismo a los sacramentos de la confesión y la comunión.
Imitaciones de la Scala Sancta han sido construidas en diversos lugares, como en Lourdes y en algunos conventos de religiosas, algunas de las cuales por concesión especial pueden ser ocasión para ganar indulgencias.

La reliquia más grande, por su tamaño, de la cristiandad, es la Escalera Santa. Se halla dentro del Santuario pontificio construido expresamente para ella frente a la Basílica de san Juan de Letrán. Se trata de la escalera del pretorio de Pilatos, la misma que subió el Señor luego de la flagelación para ser mostrado al pueblo y luego condenado a muerte en cruz. La emperatriz santa Elena, madre del emperador Constantino, hizo que se trasladara desde Jerusalén hasta Roma en el año 335.
Esta escalera sólo puede subirse de rodillas, y mientras se suben los 28 escalones que la componen, puede rezarse la siguiente oración que induce a meditar en la Pasión del Señor. La reproduzco en seguida:
“Inspírame Señor por los méritos de tu Pasión vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Perdóname mis pecados y yo, en cambio, dispuesto a enmendarme, subiré esta escalera, venerando en ella un recuerdo de tu sacrificio y una prenda de tu misericordia. Amén.
1) Por la angustia que te oprimió al despedirte de tu Madre y de tus discípulos, ten piedad de mí. María, mi tierna Madre, haz que en mí estén de fijo las llagas del crucifijo y que en mi corazón las grabe.
2) Señor, por la mortal congoja que te hizo sudar sangre en el huerto, ten piedad de mí.

3) Señor, por la amargura que significó para ti la traición de Judas, ten piedad de mí.
4) Señor, por la confusión sufrida en las calles de Jerusalén ante los insultos del pueblo, ten piedad de mí.
5) Señor, por la mansedumbre que brilló en ti frente a tus jueces, ten piedad de mí.
6) Señor, por los vilipendios sufridos la noche de tu prisión, ten piedad de mí.
7) Señor, por tus fatigosas subidas y bajadas por esta escalera, ten piedad de mí.
8) Señor, por el silencio con que respondiste a los falsos testigos ante Pilatos, ten piedad de mí.
9) Señor, por la humildad con que aceptaste las burlas y el disfraz de loco ante Herodes, ten piedad de mí.
10) Señor, por la vergüenza que te embargó al ser desnudado y atado a la columna, ten piedad de mí.
11) Señor, por el estrago causado en tu cuerpo por la despiadada flagelación, ten piedad de mí.
12) Señor, por los espasmos agudos que te causó la corona de espinas, ten piedad de mí.
13) Señor, por las humillaciones soportadas al ser cubierto con el manto púrpura, y hecho rey de burlas, ten piedad de mí.
14) Señor, por el dolor que hirió tu alma al ser aclamado reo de muerte por tu pueblo, ten piedad de mí.
15) Señor, por la afrenta que te hicieron al posponerte a Barrabás, ten piedad de mí.
16) Señor, por la resignación con que abrazaste la cruz y te encaminaste al Calvario, ten piedad de mí.
17) Señor, por la aflicción que te agobió en el encuentro con tu Madre, ten piedad de mí.
18) Señor, por tu penoso viaje al Calvario cargando la cruz, ten piedad de mí.
19) Señor, por la desazón que probaste al gustar el vino mezclado con hiel, ten piedad de mí.
20) Señor, por el desgarramiento de tu carne ensangrentada al ser brutalmente desnudado, ten piedad de mí.
21) Señor, por la fortaleza con que te tendiste en la cruz dejándote clavar en ella, ten piedad de mí.
22) Señor, por el infinito amor con que perdonando, rogaste por tus verdugos, ten piedad de mí.
23) Señor, por tu liberalidad en prometer el paraíso al Buen Ladrón y darnos a María por Madre, ten piedad de mí.
24) Señor, por la cruel sed que agravó tu agonía en la cruz, ten piedad de mí.
25) Señor, por el horror experimentado al sentirte abandonado del Padre y maldecido por los hombres, ten piedad de mí.
26) Señor, por el amoroso sacrificio de tu vida para reconciliarme con Dios y salvarme, ten piedad de mí.
27) Señor, por tu costado herido de donde nació la Iglesia, nuestra Madre y Maestra, ten piedad de mí.
28) Señor, por las lágrimas de tu Madre al estrecharte muerto entre sus brazos y depositarte en el sepulcro, ten piedad de mí.
Te adoramos, ¡Oh! Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. ¡Oh! Señor, en cuya Pasión, según la profecía de Simeón, una espada de dolor traspasó el alma purísima de tu Madre, haznos alcanzar los frutos de tu Pasión mediante el recuerdo amoroso de tus dolores. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 Amén.

Autor: Roberto O’Farrill Corona



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