Hay
momentos en la vida que quedan para siempre: el día que recibes el
hábito, el día que haces tu profesión solemne, el día que te conviertes
en diácono del Señor o el día de la Ordenación Sacerdotal; pero el día
de hoy en que escribo estas líneas, al contemplar la alegría de ser
parte de este proyecto franciscano, eso sí que es una bendición del
Señor que se queda para Siempre. Gracias a todos los que día a día me
muest ran con su vida el camino franciscano, PAZ Y BIEN | |
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