DE LOS DIARIOS DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA ESTOS PEQUEÑOS EXTRACTOS DE SITUACIONES DE LA VIDA DIARIA Y SUS RESPUESTAS A LAS INTERROGANTES DE LA VIDA
"Después de un largo momento, al entrar en la celda una de las hermanas
me encontró casi muerta. Se asustó y fue a la Maestra que en virtud de
la santa obediencia me ordenó levantarme del suelo y en seguida sentí
las fuerzas físicas, y me levanté del suelo temblando toda.
La Maestra se dio cuenta inmediatamente del estado de mi alma, me habló de la inconcebible misericordia de Dios y dijo: No se preocupe por nada, hermana, se lo ordeno en virtud de la santa obediencia. Y continuó: Ahora
veo que Dios la llama a una gran santidad, el Señor la desea tener
cerca de sí, permitiendo estas cosas, tan pronto. Sea fiel a Dios,
hermana, porque esto es una señal de que la quiere tener en lo alto del
cielo. Pero yo no entendí nada de estas palabras."
"Al entrar en la capilla, sentí como si todo se hubiera alejado de mi
alma; como si yo hubiera salido recientemente de la mano de Dios, sentí
que mi alma era intangible, que yo era una niña pequeña. De repente vi
interiormente al Señor quien me dijo: No tengas miedo, hija Mia, Yo estoy contigo. En aquel mismo momento desaparecieron todas las tinieblas y los tormentos, los sentidos [fueron] inundados de
una alegría inconcebible, las facultades del alma coladas de luz."
"Quiero decir también que, aunque mi alma ya estaba bajo los rayos de su
amor, no obstante, las huellas del suplicio soportado quedaron en mi
cuerpo dos días más. El rostro pálido como de una muerta y los ojos
inyectados de sangre. Solo Jesús sabe lo que sufrí. Comparado con la
realidad, es pálido lo que he escrito. No sé expresarlo, me parece que
he vuelto del mas allá. Siento aversión a todo lo que esta creado. Me
abrazo al Corazón de Dios, como el niño recién nacido al pecho de su
madre. Miro todo con ojos distintos. Estoy consciente de lo que el Señor
ha hecho en mi alma con una palabra; de esto vivo. El recuerdo del
martirio sufrido me da escalofríos. No hubiera creído que es posible
sufrir tanto si yo mismo no lo hubiera pasado. Es un sufrimiento
totalmente espiritual."
"Sin embargo, en todos estos sufrimientos y combates no abandoné la
Santa Comunión. Cuando me pareció que no debía recibirla, entonces iba a
ver a la Maestra y le decía que no podía ir a la Santa Comunión, que me
parecía que no debía recibirla. Sin embargo ella no me permitía
abandonar la Santa Comunión; y yo iba a recibirla, y me daba cuenta de
que solo la obediencia me había salvado. La Maestra misma me dijo
después que “estas experiencias habían pasado pronto solamente porque
usted, hermana, fue obediente. [Fue por] el poder de la obediencia que
usted pasó tan valientemente [la prueba].” Es verdad que el Señor mismo me liberó de este suplicio, pero la fidelidad a la obediencia le agradó.
Aunque estas cosas son espantosas, no obstante ningún alma debería
asustarse demasiado, porque Dios nunca da por encima de lo que podemos
soportar. Y por otra parte, quizás nunca nos dé a nosotros suplicios
semejantes, y lo escribo porque si el Señor quiere llevar un alma a
través de tales sufrimientos, que no tenga miedo, sino que sea fiel a
Dios en todo lo que depende de ella. Dios no hará daño al alma,
porque es el Amor Mismo y por este amor inconcebible la llamó a la
existencia. Pero cuando yo me encontraba angustiada, no lo comprendía."
(tOMADAS DEL DIARIO DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA... Diario 102 - 106)
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