“Omnipotente, eterno y misericordioso Dios, concédenos por ti mismo a
nosotros, miserables, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre
lo que te agrada, a fin de que, interiormente purgados, iluminados
interiormente y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos
seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar,
por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en perfecta trinidad y en
simple Unidad vives y reinas y estás revestido de gloria, Dios
omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén”
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