Jesús quizó como señal para creer en Él, y sobretodo para amarlo, el Sacramento de la Eucaristía. Es lo más precioso que tenemos en la Iglesía, es Jesucristo mismo. No es un simbolo, un recuerdo, un rito, un adorno. Es la presencial real del Señor entre nosotros, todos los dias hadta el fin del mundo. Jesús quizó darsenos y quedarse bajo la forma de pan, y dijo claramente que ése es el verdadero pan bajado del cielo. La Eucaristía es el alimento que elimina eficazmente el hambre mas honda del hombre, lo cominica con Dios y lo hace participe de su felicidad para siempre. Él, el Hijo eterno del Padre, que anduvo por esas verdes praderas de Palestina, que fue amado y odiado por los hombres, que padeció, murió en la cruz y resucitó glorioso del sepulcro, vencedor del pecado y de la muerte. Él mismo, está vivo y palpitante en el Pan Eucaristico, en esa pequeña hostia. Jesús obedece a la voz de un hombre pecador, el sacerdote, y se queda en nuestros sagrarios, esperandonos para alimentarnos, fortalecernos con la vida de Dios, curarnos de la unica enfermedad mortal: el pecado. La muerte del cuerpo ya la venció con su muerte y resurrección. Jesucristo ya es vida total, misma que nos participa desde ahora cuando recibimos su Cuerpo Santísimo en la Sagrada Comunión. Comulgar es comenzar a matar la muerte en nosotros desde ahora.
El Señor nos conceda la paz.
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