PORTICO AL CIELO

viernes, 4 de mayo de 2018

MARIA ES MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA

Dios te salve! Nos invita el Ángel Gabriel a saludar a María, nuestra madre que dio su sí a Dios,
abandonándose a su voluntad para siempre.
Salve Reina, Madre de Misericordia!
No hay sobre la tierra un nombre más dulce que “madre”,  expresión de bondad, de ternura y de total abandono a su amor incondicional. El Creador le dio un corazón grande, capaz de amar verdaderamente y de sacrificarse por sus hijos.


La Virgen Santísima es madre por excelencia; la profundidad de su corazón no se puede imaginar porque Dios la dotó de excepcionales dones, siendo la Madre del Verbo Encarnado y de todos los redimidos.
En el momento en el que se estaba por cumplir la Redención, Jesús muriendo miró a la humanidad necesitada y amándola hasta el extremo, le dejó aquello que más quería en la tierra, su propia madre. Mirando a San Juan le dijo: Aquí está tu madre! y mirando a María exclamó: Mujer, aquí está tu hijo!
Con estas palabras divinas de María, fue constituida como Madre de todos, un mérito divino que ganó por su gran dolor materno, sufriendo al pie de la Cruz.
El apóstol predilecto, San Juan, tiene a la Santísima Virgen María en su casa como su propia madre y así los apóstoles y los primeros cristianos también la consideraron su madre y por esto la invocaron y la amaron millares de hijos devotos en el mundo hasta el día de hoy.
María, estando en el cielo junto al trono del Altísimo, ejerce continuamente y maravillosamente su labor de madre. Recuerda a cada uno de sus hijos, que son el fruto de la sangre de Jesús y su dolor.
La madre ama y por consecuencia nos sigue, nos entiende y atiende nuestras necesidades, tiene compasión por nosotros, tomando parte de nuestros sufrimientos y alegrías.
La santísima Virgen ama con amor sobrenatural a todas las criaturas y especialmente a aquellos regenerados por la gracia del bautismo, los espera con ansia en la gloria eterna.
Sabiendo que en este valle de lágrimas estamos en peligro de perdernos, implora a Jesús la gracia y la misericordia, para que no caigamos en pecado. Y si caemos, que podamos levantarnos; y tengamos la fuerza para soportar las dificultades de la vida en la tierra.
Ella es sobre todo Madre de Misericordia. Recurrimos a ella en cada una de nuestras necesidades, espirituales y temporales, la invocamos con confianza, nos ponemos en sus manos con serenidad y descansamos bajo su manto protector, como tiernamente se reposa un niño en los brazos de su madre.

SALVE


DIOS TE SALVE, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA
VIDA, DULZURA Y ESPERANZA NUESTRA, DIOS TE SALVE.
A TI CLAMAMOS LOS DESTERRADOS HIJOS DE EVA;
A TI SUSPIRAMOS, GIMIENDO Y LLORANDO
EN ESTE VALLE DE LAGRIMAS.
EA, PUES, SEÑORA ABOGADA NUESTRA,
VUELVE ESOS TUS OJOS MISERICORDIOSOS;
Y DESPUES DE ESTE DESTIERRO MUETRANOS A JESUS,
FRUTO BENDITO DE TU VIENTRE.
OH CLEMENTE, OH PIADOSA, OH DULCE SIEMPRE VIRGEN MARIA!
RUEGA POR NOSOTROS SANTA MADRE DE DIOS
PARA QUE SEAMOS DIGNOS DE ALCANZAR LAS PROMESAS,
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
AMEN

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