RÉQUIEM
PARA UN SER QUERIDO
PARA UN SER QUERIDO
Silencio y paz.
Fue llevado al país de la vida. ¿Para que hacer preguntas? Su morada, desde ahora, es el Descanso, y su vestido, la Luz. Para siempre.
Silencio y paz. ¿Qué sabemos nosotros?
Fue llevado al país de la vida. ¿Para que hacer preguntas? Su morada, desde ahora, es el Descanso, y su vestido, la Luz. Para siempre.
Silencio y paz. ¿Qué sabemos nosotros?
Dios mío, Señor
de la Historia y dueño del ayer y del mañana, en
tus manos están las llaves de la vida y la muerte. Sin
preguntarnos, lo llevaste contigo a la Morada Santa, y nosotros
cerramos nuestros ojos, bajamos la frente y simplemente te decimos:
esta bien. Sea.
Silencio y paz.
La música fue sumergida
en las aguas profundas, y todas las nostalgias gravitan sobre
las llanuras infinitas.
Se acabó el combate.
Ya no habrá para él lágrimas, ni llanto,
ni sobresaltos. El sol brillará por siempre sobre su frente,
y una paz intangible asegurará definitivamente sus fronteras.
Señor de la vida y dueño
de nuestros destinos, en tus manos depositamos silenciosamente
este ser entrañable que se nos fue.
Mientras aquí abajo
entregamos a la tierra sus despojos transitorios, duerma su alma
inmortal para siempre en la paz eterna, en tu seno insondable
y amoroso, oh Padre de misericordia.
Silencio y paz.
*****
NUESTROS QUERIDOS SERES
Parecemos devolvértelos
a Ti, oh Dios, de Quién los recibimos. Pero así
como Tú no los perdiste al darlos a nosotros, tampoco
los perdemos cuando regresan a Ti.
Oh Amante de Almas, Tú
no das como el mundo da. Lo que das no quitas, pues lo que es
Tuyo, también es nuestro puesto que somos Tuyos, y Tú
eres nuestro.
La vida es eterna, el amor
es inmortal; la muerte no es más que horizonte, y el horizonte
no mas que límite de nuestra visión.
¡Levántanos, oh
Poderoso Hijo de Dios, para poder ver más allá;
enjuga nuestros ojos para mirar con luz más clara; acércanos
a Ti para sentirnos junto a Ti y hallarnos cerca de nuestros
queridos seres que están contigo!
Y mientras preparas un lugar
para nosotros, prepáranos a nosotros también para
esa tierra feliz, por que donde estés, estemos nosotros
también, por siempre. Amén.
Padre Bede Jarret
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