"Cada uno de nosotros estamos habitados por una llama, una aspiración
divina y, por débil que sea, está en nuestro poder mantenerla para que
se convierta en una hoguera gigantesca. Cuando empezemos a sentir esta
llama arder en nosotros, seamos prudentes, no la expongamos a cualquier
corriente de aire que pudiera apagarla; es decir, no frecuentemos a
cualquier persona, ni leamos cualquier cosa, no vayamos a ver cualquier
espectáculo: escojamos las mejores influencias para nuestro corazón, para nuestro intelecto, para nuestra alma y para nuestro espíritu,
influencias que nos fortifiquen interiormente.
El día que nos sintamos
verdaderamente fuertes, inquebrantables, podremos afrontarlo todo, y las
mismas condiciones y los mismos encuentros que antes nos hubiesen
derrotado nos reforzarán. Cuando una llama ha encontrado suficiente
alimento para convertirse en una hoguera, ninguna tempestad podrá
apagarla; al contrario, la avivará más."
Seamos agradecidos y bendigamos a Dios a la vida por todo lo que nos pasa y vivimos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario