Algunos protestantes y algunos ateos leen la biblia para tratar de encontrar versículos con los cuales contradecir o por lo menos hacer dudar a un cristiano católico de su fe. Así es como tocan el tema de la comunión, y nos dicen que en la biblia es claro que se debe comer el cuerpo de Cristo y también beber su sangre, pero que nosotros no lo hacemos en la celebración de la santa eucaristía, que solamente comemos el cuerpo pero que no bebemos la sangre de Cristo, con lo cual nos estamos condenando ya que Cristo dijo que hay que comer Su cuerpo y beber Su sangre para tener vida eterna, además de que estamos contradiciendo las escrituras.
Si leemos el evangelio, en San Lucas 22,19-20 encontraremos el momento en que Jesús instituye la santa eucaristía, mandándonos a repetir ese ritual en memoria Suya. Justamente este es el pasaje del cual se aferran quienes quieren desvirtuar la Santa Eucaristía que celebramos los cristianos católicos. Pero veamos lo que se lee en el evangelio según San Juan.
San Juan 6,54: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.»
San Juan 6,48-51: «Yo soy el pan de la vida. Nuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
San Juan 6,57-58: «Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron nuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
¿Acaso hemos encontrado una contradicción? Jesús dice por un lado que hay que comer y beber, pero en otro lado dice que basta con solamente comer. ¿Cómo es esto?
Esto es algo que quedó aclarado gracias a la interpretación de las escrituras por parte del Magisterio de la iglesia católica, en el concilio de Trento, en la XIII sesión. Acerca de la eucaristía, queda establecido que no es necesario comulgar bajo dos especies, es decir pan y vino, sino que basta solamente una de ellas para poder recibir el cuerpo de Cristo, ya que ambas especies son el cuerpo de Cristo, tanto el pan como el vino.
Es decir que con solamente consumir la hostia consagrada ya estamos recibiendo el cuerpo de Cristo por completo, no una parte ni solamente su carne sin su sangre. De igual forma, si solamente bebiéramos el vino consagrado del cáliz, no estaríamos bebiendo solamente su sangre, sino que estaríamos consumiendo toda su esencia, sería la presencia completa de Cristo transubstanciada en el vino.
Por eso es que Jesús nos dice que con comer ese pan, que es su carne, ya tendremos vida eterna. No hace falta que mencione su sangre porque tanto su carne como su sangre tienen ese lazo inseparable, que hacen que una especie y la otra sean la misma, con lo que consumir una es suficiente para estar en comunión con Jesús.
Cuando leemos en las noticias un titular que dice que hubo derramamiento de sangre, inmediatamente entendemos que hubo muertos. Ya sabemos que no significa que solo se derramó sangre como quien derrama el contenido de una botella de refresco. Se trata de que al derramar sangre, ocurre inevitablemente la muerte de alguien.
Una cosa es la otra, no existe forma alguna de cortar ese irrompible lazo que une a ambas figuras. En San Mateo 26,27-28 Jesús habla del derramamiento de su preciosa sangre: «Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Beban de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.»»
¿Y qué pasa con su cuerpo? ¿Será que sólo derramará su sangre pero no le va a pasar nada a su cuerpo? En ese pasaje, Jesús dice que derramará su sangre, es decir que morirá. Con solo su muerte, se convertirá en el cordero de Dios para lavar los pecados del mundo. Con solamente beber su sangre, estaríamos en comunión con Él.
¿Y qué ocurrirá con su cuerpo? Igualmente será parte del sacrificio, por completo. Su carne será la carne del cordero pascual, que deberá ser consumida para poder estar en comunión con Él. Serán carne y sangre, ambas, juntas, una y la otra serán la misma cosa. Solo el cuerpo o solo la sangre, cualquiera de las dos especies, tiene la presencia entera, completa de Jesús.
Es por esto que los cristianos católicos no necesitamos comulgar bajo dos especies. Basta con solamente una de ellas, ya sea la hostia consagrada, o el vino consagrado, ambos transubstanciados para ser cuerpo y sangre de Cristo, ya sea juntos o por separado.
Quien come el cuerpo de Cristo, ya sea su carne transubstanciada en el pan, o bebe su sangre transubstanciada en el vino, tendrá vida eterna, y permanecerá en Cristo, y Cristo permanecerá en él. Solo hay que tener el cuidado de comer su Cuerpo o beber su Sangre de forma digna, es decir después de una buena confesión.
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