PORTICO AL CIELO

martes, 7 de enero de 2020

Las maravillas del Señor en el Santísimo Sacramento del altar

Con razón se llama Sacramento del altar compendio de las maravillas del Señor, porque es compendio de los milagros, finezas, virtudes, misericordias, tormentos y oficios de Jesucristo, que todas son maravillas de su amor. De todas quiere que nos acordemos, y por eso nos dejó el Sacramento como un compendio o memorial de ellas.

Milagros de Cristo
El primer milagro es convertirse, por virtud de las palabras que dice el sacerdote, la substancia del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Cristo. El segundo es que los accidentes de pan y vino, cantidad, olor, color y sabor, quedan sin sujeto que los reciba, porque faltó la substancia de pan y vino, y no se sostienen en el cuerpo de Cristo. El tercero, que los accidentes de pan y vino hacen los mismos efectos en quien los recibe, que haría la subtancia. El cuarto, que Cristo todo entero está en toda la Hostia, y en cualquier parte de ella; y aunque partan la Hostia, no parten a Cristo, porque queda todo entero en cualquier parte. El quinto, que Cristo, sin dejar el cielo, está en todas las Hostias consagradas que hay en el mundo.

Finezas de Cristo


La primera fineza de Cristo en el Sacramento, fue, que siendo necesario partirse a donde está su Padre, buscó medio de quedarse con nosotros a costa de tantos milagros, mostrando cuanta verdad es lo que dice la Escritura: que sus delicias son estar con los hijos de los hombres. La segunda, fue quedarse en manjar para sustento del hombre, lo cual no hacen aún las madres más amantes de sus hijos: porque algunas, por no morir de hambre, llegaron a sustentar su vida con la carne y sangre de sus hijos: pero ninguna sustentó los hijos con su misma carne y sangre. La tercera, darse todo en este bocado; su carne y sangre, alma y divinidad, para mostrar cuánto ama a los hombres, pues les da cuanto tiene y cuanto es. La cuarta, querer entrar en nuestro pecho, estar con nosotros, y que nosotros estemos con Él, según la condición de los amantes, que viven más donde aman que donde animan. La quinta, mostrar, con dársenos en manjar, que quiere hacerse una cosa con nosotros por amor, como el manjar se hace una cosa con quien le come: aunque no ha de ser convirtiéndose él en nosotros, sino convirtiéndonos en sí.

Pasión de Cristo
Conságrase el Sacramento en especies de pan, que se compone de granos de trigo, molidos y deshechos: y en especies de vino, que resulta de uvas pisadas y exprimidas; para significar que Cristo, en la Pasión, fue pisado con afrentas y desprecios, y molido y rasgado con azotes, espinas, clavos y cruz (aunque por estar juntos viene el cuerpo con la sangre a la Hostia, y la sangre con el cuerpo al cáliz) para significar que en la Pasión y muerte se dividió la sangre del cuerpo. Mas no sólo representa el Sacramento los tormentos que ya padeció el Salvador, también ahora, aunque ya impasible, sufre en la Hostia, y tolera afrentas y ultrajes de los judíos y herejes, ofensas y sacrilegios de los católicos que comulgan mal.

Virtudes de Cristo

Ejercita Cristo en el Sacramento muy profunda humildad, encubriendo su infinita grandeza y majestad debajo de las especies de pan y vino. Obediencia pronta, poniéndose en la Hostia en el mismo punto en que dice las palabras el Sacerdote, aunque éste sea malo y sacrílego. Paciencia admirable, tolerando no solamente las injurias de los infieles que no le conocen, mas también las que le hacen comulgando mal o tibiamente, los que saben quién es. Pobreza heroica, morando en iglesias pobres, y hasta mezquinas, desaliñadas y sucias. Constancia invencible, perseverando en la Hostia y cáliz hasta que se consumen las especies sacramentales, y queriendo estar con nosotros hasta el fin del mundo, aunque los hombres le traten mal en el Sacramento.

Misericordias de Cristo
Aquí ejercita Cristo las obras de misericordia corporales en modo más excelente, porque da de comer al hambriento y de beber al sediento su mismo cuerpo y sangre; visita al enfermo para sanarlo, viste al desnudo con la ropa de la gracia, redime al cautivo de la cautividad de sus pecados, y entierra a los que ya han muerto al mundo, dentro de sus llagas preciosísimas. También ejercita las espirituales, porque enseña al ignorante con ilustraciones e inspiraciones, da consejo al que lo ha menester, perdona las injurias, consuela a los tristes, sufre nuestras flaquezas y ruega al Padre por nosotros.

Misterios de Cristo
Representa el Sacramento de la Encarnación, porque así como se unió la persona del Verbo hipostáticamente a la naturaleza humana en el seno de la Virgen, del mismo modo, entrando Cristo en nuestro pecho, se une a nosotros con unión de amor, y por eso llaman los Santos a la Eucaristía, extensión de la Encarnación. Representa el Nacimiento de Cristo; pues si entonces apareció la Divinidad abreviada en el cuerpo de un niño, y fue envuelto en pañales, y reclinado sobre las pajas en un establo, ahora en una pequeña Hostia, envuelto en los accidentes de pan y vino, es aposentado en nuestro pecho, que ha sido establo en pecados. Siendo niño fue adorado de los Pastores, Reyes y Ángeles, presentado en el Templo, perdido y hallado por María Santísima y San José, y ahora también es adorado de todos en el Sacramento, es ofrecido en el templo por mano de los sacerdotes, es perdido de los ojos que sólo ven los accidentes de pan y vino, y hallado por la fe, que le contempla debajo de los accidentes. Aquí predica Cristo al corazón, y hace continuos milagros en los que le adoran y reciben. No solamente representa este Sacramento la Pasión de Cristo, sino que también es figura de su Resurrección y Ascensión, porque la blancura de los accidentes representa los resplandores de gloria de que se vistió en la Resurrección, y la nube blanca que en la Ascensión le ocultó a los ojos de los discípulos.

Oficios de Cristo
Se quedó en el Sacramento para renovar en provecho nuestro los oficios que ejercitó el tiempo que conversó con los hombres. Es Rey, que teniendo su corte en el cielo, quiere entrar en mi pecho para que le rinda vasallaje, y le juren por su Rey mis potencias y sentidos. Es Señor de todo lo criado, que desciende del cielo para enriquecer al siervo pobre desvalido. Es Juez, que no viene ahora a juzgarme: me juzgará al fin de mi vida y al fin del mundo. Me absolvió en el tribunal de la Penitencia y me convida luego a su sagrada Mesa. Es Padre amorosísimo, que después de estrechar entre sus brazos al hijo pródigo, le regala con un banquete celestial. Es Médico, que desea curar todas mis enfermedades y darme la vida eterna. Es Amigo, que me admite a la más íntima comunicación y después de haberme confiado los secretos que me convienen saber para mi salvación se me da ahora a sí mismo. Es Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec, que haciendo de mi pecho templo y altar, se ofrece por mí al Padre debajo de las especies de pan y vino. Es Esposo, que viene a dar la mano a mi alma y unirse con ella, de modo que yo esté en Él y Él esté en mí. Es Maestro, que desea ilustrar mi espíritu con sus divinas enseñanzas. Es Redentor, que visita a su redimido para aplicarle el fruto de su redención. Es Pastor, que acaricia a la oveja que se había perdido. Es Santificador, que comunica gracia. Es Abogado con el Padre celestial, y Protector que continuamente vela por mi bien.

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