martes, 6 de septiembre de 2011

ES DIOS QUIEN PROVEE... -=HISTORIA DE Fé=-

MUCHAS VECES  HEMOS ESTADO AL BORDE DE PRECIPICIOS , EMOCIONALES, MENTALES  Y FÍSICOS, DONDE LO ÚNICO QUE NOS FALTA ES SALTAR AL VACÍO DE LO DESCONOCIDO... EN ESOS MOMENTOS  AL FINAL DEL BORDE Y DEL TÚNEL, LLEGA LA SALVACIÓN, RENACE LA ESPERANZA, LLEGA LA LUZ, VIENE LA PAZ Y SE RECUPERA LE SENTIDO POR LA VIDA,  ESA "TABLITA DE SALVACIÓN " POR LLAMARLE DE ALGÚN MODO  ES LA Fé... UNOS DE LOS DONES QUE NOS LOS DA EL ESPIRITU SANTO,  CUANTOS  DE NOSOTROS ANDAMOS  EN ESTE BORDE EMOCIONAL, Y DONDE LA Fé ES EL UNICO MOTIVO PARA SEGUIR ADELANTE?
AQUÍ UNA HISTORIA DE Fé DE AMOR Y DE ESPERANZA LA HISTORIA DE  UNA FAMILIA DONDE LA Fé, ES AL MOTOR DE LA EXISTENCIA, DONDE LA VIDA SE  HA ABIERTO PASO  Y DIOS HA BENDECIDO CON 11 HIJOS , AQUÍ ESTA HISTORIA DE Fé . DE AMOR  Y DE CONFIANZA PLENA  Y ABSOLUTA EN LA PROVIDENCIA, UN EJEMPLO Y MOTIVO PARA SEGUIR POR LA VIDA ... DIOS ES QUIEN PROVEE...

Once hijos, el mayor de 12 años, y ningún parto múltiple: ¿cómo lo hacen los Kilmer?

FAMILIA KILMER
«Es Dios quien provee», afirma Jen, la madre de esta familia de convicciones católicas para quien lo más duro fueron los siete primeros años.
Larry Kilmer tiene 53 años y es profesor de instituto. Jen, su mujer, tiene 45 y es ama de casa. Se conocieron en 1994 y se casaron tres años después. Ambos comparten una fé católica intensamente vivida, y desde el principio decidieron que aceptarían "los hijos que Dios enviase". Ella tiene siete hermanos y siempre había querido tener muchos hijos, él es adoptado y con una única hermana, y tenía ideas preconcebidas al respecto.

Pero el caso es que han sumado once, con el mayor de doce años y sin haber tenido ningún parto múltiple. El Washington Post acaba de interesarse por su historia, porque viven en la capital de Estados Unidos.
Y viven bien. "Caóticamente", pero felices: "Nos reímos un montón", dice Jen. Y, cuando le preguntan cómo hace para tener tiempo para sí misma, lo tiene muy claro: "En la vida hay algo más que uno mismo".
En su caso, se llaman Christina, Joe, Michelle, Julie, Tommy, Steven, Matthew, John Paul, Larry, Rosemary y Peter. "No todos pueden presumir de componer un equipo de fútbol familiar en pocos minutos", bromea.

Jen es, sin duda, el sostén de la casa. Se levanta a las cinco de la mañana, lo prepara todo, y asiste a misa a las seis y media. Cuando termina, Larry lleva a los hijos mayores al colegio. A partir de ahí comienza para ella la rutina familiar con los más pequeños, que incluye las comidas, las cuatro o cinco lavadoras que pone al día, las compras, etc. Y luego viene el momento más complicado: la recogida en el colegio y la ayuda a los deberes de los niños.

Es cuando Jen confiesa que a veces pierde la paciencia, y antes de estallar sale a la parte de atrás y se sienta unos minutos en el porche: "A veces necesitas un momento de paz".

A las 19.30 cenan todos juntos, en una gran mesa que les regalaron, y a las 21.00 están todos en la cama. Ha pasado un día más... y empieza la preparación de la siguiente jornada.

Su problema mayor son las enfermedades ("cuando entra un virus en la casa, puede tardar un mes en salir") y, obviamente, el dinero, cuya escasez compensan con la ayuda espontánea de familiares, amigos y vecinos, que les pasan, por ejemplo, ropa o muebles viejos.

No pueden hacer muchos planes de futuro, pero sí saben lo que quieren para los suyos: los Kilmer están haciendo el esfuerzo de pagar a sus hijos una escuela católica. Y confiesa que lo peor fueron los siete primeros años, cuando no podía delegar, como hace ahora, alguna tareas en los hijos mayores.

Para todo lo demás... "de alguna forma, es Dios quien provee", dice Jen. 


JEN KilMER Y SUS HIJOS.

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