PORTICO AL CIELO

viernes, 20 de abril de 2012

EL MILAGRO DEL FUEGO SANTO


EL MILAGRO DEL FUEGO SANTO

Tiene lugar cada año, a la misma hora, de la misma manera, y en el mismo lugar. No se conoce de ningún otro Milagro que ocurra, de manera tan regular, y por un período de tiempo tan extenso. Se puede leer acerca de él en fuentes tan antiguas, como las del siglo octavo después de Cristo.
El Milagro ocurre en La Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, la cual es, para millones de creyentes, el lugar más sagrado sobre la Tierra.
La Iglesia del Santo Sepulcro es un sitio enigmático, en sí mismo. Los teólogos, historiadores y arqueólogos consideran que la Iglesia contiene tanto el Gólgota, la pequeña colina en la cual Jesucristo fue crucificado, como la “tumba nueva”, cerca del Gólgota, que recibió Su Cuerpo Muerto, como se lee en los Evangelios. Es en este mismo punto que los Cristianos creen que Él resucitó de entre los muertos.
Uno puede rastrear el Milagro, a través de los siglos, en los muchos itinerarios de Tierra Santa.
El abad ruso Daniel, en su itinerario, escrito en los años 1106 y 1107, presenta el “Milagro de la Luz Santa”, de una manera muy detallada, así como las ceremonias que lo enmarcan. Él recuerda cómo el Patriarca entra en la capilla-Sepulcro (la Anastasis), con dos velas apagadas. El Patriarca se arrodilla frente a la piedra, sobre la cual Cristo fue colocado después de Su Muerte, y dice ciertas oraciones, después de las cuales ocurre el Milagro. La Luz emana desde el centro de la piedra: una Luz azul indefinible, que después de un tiempo, enciende las lámparas de aceite apagadas, al igual que las dos velas del Patriarca.
Esta Luz es “El Fuego Santo”, y se propaga a todas las personas presentes en la Iglesia.
La ceremonia del “Milagro del Fuego Santo” es, tal vez, la ceremonia Cristiana, más antigua e ininterrumpida en el mundo. Desde el siglo cuarto después de Cristo, hasta nuestros días, diversas fuentes hablan del asombroso Milagro. Por lo escrito, en estas fuentes, es claro que el Milagro ha sido celebrado en el mismo punto, en el mismo día de Pascua, y en el mismo esquema litúrgico, a través de todos estos siglos.
TESTIMONIO DE NIELS CHRISTIAN HVIDT
Con el fin de indagar viajé a Jerusalén para estar presente en la ceremonia, en la cual el Milagro del Fuego Santo ocurre, y puedo dar testimonio de que no solo ocurrió en la antigua Iglesia, y durante toda la Edad Media, sino también el 18 de abril de 1998.
El Patriarca Griego Ortodoxo de Jerusalén, Diódoro I, es el hombre que, cada año, entra al Sepulcro para recibir el Fuego Santo. Él ha sido el Patriarca de Jerusalén, desde 1982 y, por lo tanto, es el testigo clave del Milagro.
Previamente a la ceremonia de este año, el Patriarca me recibió, en audiencia privada, donde tuve la oportunidad de hablar con él acerca del Milagro, con el fin de saber, exactamente, qué sucede en el sepulcro, y qué significado personal tiene el Milagro para él, en su vida espiritual. Además, por su intervención, fui admitido a los balcones en el domo de la Iglesia del Santo Sepulcro, desde donde tuve una buena vista de la gran cantidad de gente que se había reunido alrededor del Sepulcro, en anticipación al “Gran Milagro del Fuego Santo”.
¿Pero, qué exactamente, sucede en la Iglesia del Santo Sepulcro el Sábado de Pascua?.
¿Por qué tiene tal impacto en la Tradición Ortodoxa?
¿Por qué parece que nadie sabe del milagro, en los países Protestantes y Católicos?
EL MILAGRO OCURRE CADA AÑO EN EL SÁBADO DE LA PASCUA ORTODOXA
                               
Hay muchos tipos de Cristianos Ortodoxos: Sirios, Armenios, Rusos y Griegos Ortodoxos, al igual que Coptos. Tan sólo en la Iglesia del Santo Sepulcro, hay 7 distintas denominaciones Cristianas. La fecha de la Pascua Ortodoxa se determina de acuerdo al Calendario Juliano y no en base al Calendario Gregoriano de Europa Occidental, lo que significa que su Pascua, normalmente, ocurre en una fecha distinta a la fecha de la Pascua Protestante y la Católica.
Desde que Constantino, el Grande, construyó la Iglesia del Santo Sepulcro, a mediados del siglo cuarto, ha sido destruida muchas veces. Los Cruzados construyeron la Iglesia que vemos hoy en día. Alrededor del Sepulcro de Jesús fue erigida una pequeña capilla con dos cuartos: uno pequeño frente al Sepulcro, y el otro, el del propio Sepulcro, en donde no caben más de cinco personas. Esta capilla es el centro de los acontecimientos hechos milagrosos y el estar presente en la celebración, justifica totalmente, el término “acontecimiento”, ya que la Iglesia del Santo Sepulcro, no se llena de esa manera, en ningún otro día del año. Si uno desea entrar, tiene que calcular seis horas para formar fila. Cada año, cientos de personas no pueden entrar debido a las multitudes. Acuden peregrinaciones de todas partes del mundo, la mayoría de Grecia, pero en años recientes, ha aumentado el número de asistentes rusos, y de lo que eran los países de Europa Oriental.  
Con el fin de estar tan cerca del Sepulcro, como sea posible, las peregrinaciones acampan alrededor de la Capilla-Sepulcro, esperando desde la tarde del Viernes Santo, en anticipación a la maravilla del Sábado Santo.
El Milagro ocurre a las 2.00 P.M. pero, desde las 11.00 A.M., la Iglesia está completamente llena.
Desde las 11:00 A.M., y hasta la 1 P.M., los árabes Cristianos entonan cantos tradicionales, en voz alta. Estos cantos datan de los tiempos de la ocupación turca de Jerusalén, en el Siglo 13, un período, en el cual, a los Cristianos no se les permitía cantar sus cantos, en ninguna parte, más que en las Iglesias. “Somos los Cristianos, lo hemos sido por siglos y esto seremos por siempre. ¡ Amén !”, cantan fuertemente, acompañados por el sonido de tambores. Los músicos que tocan los tambores se sientan sobre los hombros de otros, quienes danzan alrededor de la Capilla del Sepulcro. Pero, a la 1:00 P.M., las canciones se terminan, y hay silencio, un silencio tenso y electrificado, por la anticipación de la gran manifestación del Poder de Dios que todos están a punto de atestiguar.
A la 1:00 P.M., una delegación de las autoridades locales, atraviesan entre la multitud. Aunque estos oficiales no son Cristianos, son parte de las ceremonias. En los tiempos de la ocupación turca de Palestina, eran turcos Musulmanes, hoy son israelíes. Durante siglos, la presencia de estos oficiales ha sido una parte integrante de la ceremonia. Su función es la de representar a los romanos, en tiempos de Jesús. Los Evangelios hablan de los romanos que fueron a sellar la Tumba de Jesús, para que Sus Discípulos no se robaran Su Cuerpo, y dijeran que había resucitado.
De la misma manera, las autoridades israelíes, este Sábado de Pascua, acuden y sellan el Sepulcro, con cera.
Antes de que sellen la puerta, es costumbre que entren al Sepulcro a revisar que no haya ninguna fuente oculta que, fraudulentamente, pudiera producir el Milagro del fuego. Tal y como los romanos estuvieron presentes para garantizar que no hubiera manipulación después de la muerte de Jesús, ahora, las autoridades locales israelíes se encuentran aquí, para garantizar que no haya engaño, en 1998. Cuando el Sepulcro ha sido revisado y sellado, la Iglesia entera canta el Kyrie Eleison (Señor, ten misericordia).
A LA 1:45 P.M., EL PATRIARCA ENTRA EN ESCENA

Al final de una gran procesión, rodea el Sepulcro tres veces, después de lo cual, es desvestido de sus vestiduras litúrgicas reales, llevando solo su alba blanca, una señal de humildad frente a la Gran Potencia de Dios, de la cual, va a ser el testigo clave.
Todas las lámparas de aceite han sido apagadas la noche anterior, y ahora, toda la luz artificial se apaga, de manera que, la mayoría de la Iglesia está envuelta en la oscuridad.
Con dos grandes velas, el Patriarca entra a la Capilla del Santo Sepulcro: primero al pequeño cuarto frente al Sepulcro y de ahí, al Sepulcro Mismo.
No es posible seguir los hechos dentro del Sepulcro, así que le pregunté al Patriarca de Jerusalén, Diódoro I, acerca del centro de los acontecimientos.
“¿Su Beatitud, qué ocurre cuando usted entra en el Santo Sepulcro?”
“Entro al Sepulcro, y me arrodillo en santo temor, frente al lugar donde Cristo yacía después de Su Muerte, y donde Él Resucitó, de entre los muertos. Orar en el Santo Sepulcro, en sí mismo, es siempre para mí, un momento muy sagrado, en un lugar muy sagrado. Es aquí, donde Él Resucitó, con Gloria, y es de aquí, desde donde Él propagó Su Luz al mundo. Juan, el Evangelista, escribe en el primer capítulo de su Evangelio, que Jesús es la Luz del Mundo. Al arrodillarnos frente al lugar donde Él Resucitó de los muertos, somos partícipes de la cercanía inmediata de Su Gloriosa Resurrección. Los Católicos y los Protestantes llaman a esta Iglesia, “La Iglesia del Santo Sepulcro”. Nosotros la llamamos “La Iglesia de la Resurrección”. La Resurrección de Cristo, para nosotros, los Ortodoxos, es el centro de nuestra fe. En Su Resurrección, Cristo ha ganado la victoria final sobre la muerte, no solo Su Propia Muerte, sino la muerte de todos aquéllos que permanecerán cerca de Él”.
“No creo que sea coincidencia que el Fuego Santo llegue, exactamente, en este punto. En Mateo 28,3, se dice que cuando Cristo Resucitó de entre los muertos, vino un ángel, vestido de una Luz temerosa. Creo que la Luz sorprendente que envolvía al ángel, en la Resurrección del Señor, es la misma Luz que aparece, Milagrosamente, cada Sábado de Pascua. Cristo quiere recordarnos que Su Resurrección es una realidad, y no sólo un mito. Él, realmente, vino al mundo, con el fin de dar el Sacrificio necesario, a través de Su Muerte y Resurrección, para que el hombre pudiera ser reunido con Su Creador.”
“Busco mi camino, a través de la oscuridad, hacia la cámara interna, en la cual, caigo de rodillas. Aquí, digo ciertas oraciones que nos han sido dadas a través de los siglos y, habiéndolas dicho, espero. Algunas veces, espero unos cuantos minutos, pero, normalmente, el Milagro ocurre inmediatamente después de que he dicho las oraciones. Desde el centro de la misma piedra, en la cual Jesús yació, surge una Luz indefinible. Generalmente, tiene un tinte azul, pero el color puede cambiar y tomar muchos matices diferentes. No puede ser descrita en términos humanos. La Luz se eleva de la piedra, como la niebla se eleva de un lago. Parece que la piedra estuviera cubierta por una nube, pero es Luz. Cada año, esta Luz se comporta de manera diferente. Algunas veces cubre solamente la piedra, mientras que otras veces, ilumina todo el Sepulcro, para que las personas que están paradas afuera de Él, puedan verlo lleno de esta Luz. La Luz no quema. En los dieciséis años que he sido Patriarca, en Jerusalén, y he recibido el Fuego Santo, nunca se me ha quemado la barba. La Luz es de una consistencia distinta al fuego normal que arde en una lámpara de aceite.”
“En cierto momento, la Luz se eleva y forma una columna, en la cual el Fuego es de una naturaleza diferente, por lo que puedo encender mis velas de él.
“Una vez que recibí la Llama en mis velas, salgo y doy el Fuego, primero al Patriarca Armenio, y luego, al Copto. Después, doy la Llama a todas las personas presentes en la Iglesia”.
“¿Cómo experimenta usted el Milagro, y qué significa para su vida espiritual?”.
“Cada año, el Milagro me conmueve, con la misma intensidad. Cada vez, es un paso más hacia mi conversión. Personalmente, es un gran consuelo contemplar la Fidelidad de Cristo hacia nosotros, la cual Él demuestra al darnos la Santa Llama, cada año, a pesar de nuestras fragilidades y fallas. Experimentamos muchas maravillas en nuestras Iglesias, y los Milagros no son nada raro para nosotros. Sucede a menudo, que los íconos lloran, cuando el Cielo quiere mostrar su cercanía con nosotros.
También tenemos santos, a quienes Dios les da muchos dones espirituales. Pero ninguno de estos Milagros tiene un significado, tan penetrante y simbólico para nosotros, como el Milagro del Fuego Santo.
El Milagro es casi como un Sacramento. Hace la Resurrección de Cristo presente, como si hubiera muerto, sólo hace algunos años”.
Mientras el Patriarca está dentro de la capilla, arrodillado frente a la piedra, afuera hay oscuridad, pero no silencio. Se escucha un fuerte murmullo, y el ambiente está muy tenso. Cuando el Patriarca sale con las dos velas encendidas, que resplandecen, brillantes, en la oscuridad, un grito de júbilo resuena en la Iglesia, comparable solo al grito de gol en un partido de futbol.
El Milagro no se limita a lo que ocurre dentro del Pequeño Sepulcro, donde el Patriarca ora. Lo que es más significante es, que se ha reportado que la Luz azul aparece fuera del Sepulcro. Cada año, muchos creyentes dicen que esta Luz Milagrosa, por sí misma, enciende las velas que ellos sostienen en sus manos. Todos en la Iglesia esperan, con velas, con la esperanza de que éstas se enciendan espontáneamente. A menudo, las lámparas de aceite cerradas, se prenden por sí mismas, ante los ojos de los peregrinos. Se ha visto a la Llama azul, moverse en diferentes lugares de la Iglesia.
Varios testimonios firmados por los peregrinos, cuyas velas se prendieron espontáneamente, testifican la validez de estos hechos.
La persona que, a cierta distancia del Sepulcro, experimenta el Milagro de ver su vela encendida, o el ver la Luz azul, generalmente, se va de Jerusalén cambiado, y para todos los que asistieron a la ceremonia, siempre hay un “antes y después” del Milagro del Fuego Santo en Jerusalén.
Uno se puede preguntar por qué el Milagro del Fuego Santo es casi desconocido en Europa Occidental. En las áreas Protestantes, en cierta forma, se puede explicar por el hecho de que no hay una verdadera tradición para los Milagros. La gente no sabe como clasificarlos, y éstos casi no se publican en los periódicos. Pero, en la tradición Católica existe un gran interés por los Milagros. Entonces, ¿por qué casi no se conoce? Sólo una explicación es suficiente: la política en la Iglesia. Sólo las Iglesias Ortodoxas asisten a la ceremonia, enmarcando el Milagro. Sólo ocurre en la fecha de la Pascua Ortodoxa, y sin la presencia de las autoridades Católicas. Para ciertos Ortodoxos, esta evidencia es prueba de la noción de que la Iglesia Ortodoxa es la Única Iglesia Legítima de Cristo, en el mundo, y esta aseveración, obviamente, puede ocasionar ciertas inquietudes, en los círculos Católicos.
Como con cualquier otro Milagro, hay personas que creen que esto es un fraude, y solamente una obra maestra de propaganda Ortodoxa. Creen que el Patriarca tiene un encendedor dentro del Sepulcro. Estas críticas, sin embargo, se enfrentan a un número de problemas. Los cerillos, y otros instrumentos para encender fuego, son inventos recientes. Hasta hace sólo algunos cientos de años, encender un fuego era una tarea que requería mucho más tiempo, que los pocos minutos que el Patriarca está dentro del Sepulcro. Tal vez, se podrá decir que é
l tiene una lámpara encendida adentro, de la cual él enciende las velas, pero las autoridades locales confirman haber revisado el Sepulcro, y no encontraron ninguna luz dentro.
Sin embargo, los más grandes argumentos contra un fraude, no son los testimonios de los distintos patriarcas. Los retos más grandes, que confrontan los críticos, son los miles de testimonios independientes de los peregrinos, cuyas velas fueron encendidas, espontáneamente, frente a sus ojos, sin ninguna explicación posible.
                       De acuerdo con nuestras investigaciones, nunca ha sido posible filmar el momento en que las velas, o las lámparas de aceite se encienden por sí mismas. Sin embargo, tengo una cinta filmada por un joven ingeniero de Belén, Souhel Nabdiel. El señor Nabdiel ha estado presente en la ceremonia del Fuego Santo, desde su niñez. En 1996, se le pidió que filmara la ceremonia desde el balcón del domo de la Iglesia. Junto a él, en el balcón, estaban una religiosa y otros cuatro creyentes. La religiosa estaba a la derecha de Nabdiel. En el video, se observa que él filma hacia abajo, enfocando a las multitudes. En cierto punto, todas las luces se apagan, es el momento que el Patriarca entra al Sepulcro, y toma el Fuego Santo. Mientras, el se encuentra todavía dentro del Sepulcro, se escucha, de repente, un grito de sorpresa y asombro, de la religiosa parada junto a Nabdiel. La cámara empieza a moverse, mientras se escuchan las voces agitadas de las otras personas presentes en el balcón. Entonces, la cámara gira a la derecha, siendo posible contemplar el motivo de la emoción. Una gran vela, sostenida por la religiosa rusa, se enciende frente a todas las personas ahí presentes, antes de que el Patriarca salga del Sepulcro. Con manos temblorosas, ella sostiene la vela, mientras una y otra vez, hace la señal de la Cruz, asombrada por el Milagro que ha atestiguado. 
Este Milagro, como muchos otros, están rodeados de factores inexplicables. Como dijo el Arzobispo de Tiberias, Alexios, cuando me encontré con él en Jerusalén: “El Milagro nunca ha sido filmado, y probablemente, nunca lo será. Los Milagros no pueden ser probados. Se requiere fe para que un Milagro traiga fruto en la vida de una persona, y sin este acto de fe, no hay Milagro, en sentido estricto. El verdadero Milagro, en la tradición Cristiana, tiene un solo propósito: extender la Gracia de Dios a la creación, y Dios no puede extender Su Gracia, sin fe por parte de Sus Criaturas. Por lo tanto, no puede haber Milagro sin fe.

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