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La categoría "no practicante" parte de un supuesto de la Ilustración, que además de crear el concepto moderno de religión -hábilmente "liberado" de toda participación en la vida pública de la ciudad-, concibe el cristianismo como una serie de ideas, convencimientos. Pero las "religiones" nunca fueron sistemas de pensamiento. Fueron sobre todo historia, tradición, culto, vivencia comunitaria.
La categoría "no practicante" es una manera de aliviar el golpe, de crear una ficción necesaria: la apostasía de las masas. Ya sea por razones de impuestos, de no negarse a sí mismo la capacidad de participar en los sacramentos -hasta aquí la reciente cuestión alemana-, o simplemente el querer decir que alguna confesión cristiana tiene algo que decir, es "importante", queda claro que el número real de cristianos es infinitamente inferior del estadístico. También por eso se introduce esta categoría de "no practicante": para tratar de conocer la influencia real de una confesión religiosa.
Hay más de mil millones de católicos en estadisticas, de esta cantidad realmente somos ¿Católicos reales? Pues un pequeño porcentaje. Si la "religión" no es de suyo un sistema de creencias sino una experiencia de vida, es difícil justificar que no se "practique" dicha fe unos minutos a la semana en un día como lo es el domingo, libre de trabajo en la mayoría de las naciones. ¿Qué decir del que viene a la iglesia una vez al año por semana santa, o por la fiesta del patrón de la comunidad/pueblo? Pues que no es católico. El bautismo es pertenencia a la Iglesia. Si no se participa de la vida de la Iglesia en algo tan angular para ella como la celebración de la resurrección de Cristo, ¿cómo se puede decir que se pertenece a la misma? El sacramento de la penitencia no es en este caso un "método" para regularizar a un cristiano a medias. No se trata de perdonar la no asistencia a los "oficios religiosos", sino también de reparar la falta de pertenencia real, efectiva, a la Iglesia.
Decir que un "no practicante" no forma parte realmente de la Iglesia no es violentar el principio de que en la Iglesia conviven justos y pecadores. Desde este principio veríamos en el no practicante a alguien que ha quebrantado un precepto -asistir a misa los domingos-. Pero cuando esta "falta" es continuada durante meses o incluso años, no se puede hablar de una "falta" sino de una realidad: el inconsciente abandono del rebaño de Cristo.
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La pastoral hacia los "de dentro" no puede estar condicionada por los que vienen de vez en cuando, se sientan y se van. La pastoral litúrgica no puede siquiera plantearse este "colectivo". Con ellos sólo hay un tipo de pastoral: LA EVANGELIZACION!!! Distinguir los distintos niveles de transmisión del mensaje es fundamental. Porque si no se hace así, se está predicando "a medias" a los que pertenecen realmente a la Iglesia, esto es, les estamos dando menos de lo que necesitan. A los que no pertenecen los estamos tratando como si fueran en realidad cristianos: no se enteran de la mitad de lo que les decimos.
Lex credendi, lex orandi y lex vivendi o agendi. Si falta una, no se es católico: si no se cree, lo demás es teatro (en la liturgia) y estoicismo (en la moral). Si no se vive, lo demás son opiniones (en lo que decimos creer) y tradiciones o costumbres (en la liturgia). Si no se "practica", celebra, lo que se cree es ideología y lo que se vive, si es que se ve, es también una ideología más o menos llevada a cabo.
Adolfo Ivorra
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