CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA
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viernes, 10 de abril de 2015
Novena de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a toda la humanidad
y especialmente a todos los pecadores , y sumérgelos en
el mar de mi misericordia. De esta forma, me consolarás
de la amarga tristeza en que me sume la perdida de las almas.
Jesús Misericordiosísimo,
cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y
de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que
depositamos en tu bondad infinita. Acógenos en la morada
de tu compasivísimo corazón y nunca nos dejes escapar
de el. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al Espíritu
Santo.
Padre Eterno, mira con misericordia
a toda la humanidad y especialmente a los pobres pecadores que
están encerrados en el compasivísimo Corazón
de Jesús y por su dolorosa pasión muestranos tu
misericordia para que alabemos la omnipotencia de tu misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Segundo día
Hoy, tráeme a las almas de
los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelos en mi misericordia
insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar
mi amarga pasión. A través de ellas, como a través
de canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús Misericordiosísimo,
de quien procede todo bien, aumenta tu gracia en nosotros para
que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos
aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que
está en el cielo.
Padre Eterno, mira con misericordia
al grupo elegido de tu viña, a las almas de los sacerdotes
y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de
tu bendición. Por el amor del Corazón de tu Hijo,
en el cual están encerradas, concédeles el poder
de tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación
y a una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin limite,
por los siglos de los siglos. Amén.
Tercer día
Hoy, tráeme a todas las almas
devotas y fieles, y sumergelas en el mar de mi misericordia. Estas
almas me consolaron a lo largo del viacrucis. Fueron una gota
de consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús Misericordiosísimo
que desde el tesoro de tu misericordia les concedes a todos tus
gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu
compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar
de el. Te lo suplicamos por el inconcebible amor tuyo con que
tu corazón arde por el Padre Celestial.
Padre Eterno, mira con misericordia
a las almas fieles como herencia de tu hijo y por su dolorosa
pasión concédeles tu bendición y rodéales
con tu protección constante para que no pierdan el amor
y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión
de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Cuarto día
Hoy, tráeme a aquellos que
no creen en Dios, y a aquellos que todavía no me conocen.
También pensaba en ellos durante mi amarga pasión
y su futuro celo consoló mi corazón. Sumérgelos
en el mar de mi misericordia.
Jesús compasivísimo,
que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de tu piadosísimo
Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y
de aquellos que todavía no te conocen. Que los rayos de
tu gracia las iluminen para que también ellas unidas a
nosotros, ensalcen tu misericordia admirable y no las dejes salir
de la morada de tu compasivísimo Corazón.
Padre Eterno, mira con misericordia
a las almas de aquellos que no creen en Ti y de los que todavía
no te conocen, pero que están encerrados en el compasivísimo
Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del
Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte.
Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad
de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Quinto día
Hoy, tráeme a las almas de
los hermanos separados y sumérgelas en el mar de mi misericordia.
Durante mi amarga pasión, desgarraron mi cuerpo y mi Corazón,
es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis
llagas cicatrizan y de este modo alivian mi pasión.
Jesús Misericordiosísimo
que eres la bondad misma, Tu no niegas la luz a quienes te la
piden. Acoge en la morada de tu compasivísimo corazón
a las almas de nuestros hermanos separados y llévalas con
tu luz a la unidad con la Iglesia y no las dejes escapar de la
morada de tu compasivísimo Corazón, sino haz que
también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.
Padre Eterno, mira con misericordia
a las almas de nuestros hermanos separados, especialmente a aquellos
que han malgastado tus bendiciones y han abusado de tus gracias
por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores
sino el amor de tu Hijo y su amarga pasión que sufrió
por ellos, ya que también ellos están encerrados
en el compasivísimo Corazón de Jesús. Haz
que también ellos glorifiquen tu gran misericordia por
los siglos de los siglos. Amén.
Sexto día
Hoy, tráeme a las almas mansas
y humildes y las almas de los niños pequeños y sumérgelas
en mi misericordia. Estas son las almas semejantes a mi Corazón.
Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía
como ángeles terrestres que velarían al pie de mis
altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracia. Solamente
el alma humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza
a las almas humildes.
Jesús Misericordiosísimo,
tu mismo has dicho: Aprended de mi que soy manso y humilde de
Corazón. Acoge en la morada de tu compasivísimo
Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de
los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el
cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre Celestial.
Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume
se deleita Dios mismo. Estas almas tienen una morada permanente
en tu compasivísimo corazón y cantan sin cesar un
himno de amor y misericordia por la eternidad.
Padre Eterno, mira con misericordia
a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños
pequeños que están encerradas en el compasivísimo
Corazón de Jesús. Estas almas son las mas semejantes
a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu
trono.
Padre de misericordia y de toda bondad,
te suplico por el amor que tienes por estas almas y por el gozo
que te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las
almas canten juntas las alabanzas de tu misericordia por los siglos
de los siglos. Amén.
Séptimo día
Hoy, tráeme a las almas que
veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y sumérgelas
en mi misericordia. Estas almas son las que mas lamentaron mi
pasión y penetraron mas profundamente en mi espíritu.
Ellas son un reflejo viviente de mi Corazón compasivo.
Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en
la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno.
Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la
muerte.
Jesús Misericordiosísimo,
cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de tu
compasivísimo Corazón a las almas que veneran y
ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia. Estas
almas son fuertes con el poder de Dios mismo, en medio de toda
clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas
en tu misericordia y unidas a Ti, ellas cargan sobre sus hombros
a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente
sino que tu Misericordia las envolverá en la hora de la
muerte.
Padre Eterno, mira con misericordia
a aquellas almas que glorifican y veneran a tu mayor atributo,
es decir, tu Misericordia insondable y que están encerradas
en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas
almas son un evangelio viviente, sus manos están llenas
de obras de misericordia y sus corazones desbordantes de gozo
cantan a Ti, Oh Altísimo, un cántico de misericordia.
Te suplico, oh Dios, muestrales la misericordia según la
esperanza y la confianza que han puesto en Ti. Que se cumpla en
ellas la promesa de Jesús quien les dijo: a las almas que
veneren esta infinita misericordia mía, Yo mismo las defenderé
como mi Gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de
la muerte.
Octavo día
Hoy, tráeme a las almas que
están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas
en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre
refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy
amadas por mi. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe
a mi Justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso
de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrecelas
en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren
ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu
y salvarías las deudas que tienen con mi justicia.
Jesús Misericordiosísimo,
Tu mismo has dicho que deseas la misericordia, he aquí,
yo que llevo a la morada de tu compasivísimo Corazón
a las almas del purgatorio, almas que te son muy queridas, pero
que deben pagar su culpa adeudada a tu justicia. Que los torrentes
de sangre y agua que brotaron de tu Corazón, apaguen el
fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado
el poder de tu misericordia.
Padre Eterno, mira con misericordia
a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas
en el compasivísimo Corazón de Jesús. Te
suplico por la dolorosa pasión de Jesús, tu Hijo,
y por toda la amargura con la cual su sacratísima alma
fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están
bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de
las heridas de Jesús, tu amadisimo Hijo, ya que creemos
que tu bondad y tu compasión no tienen limites. Amén.
Novena día
Hoy, tráeme a las almas tibias
y sumergelas en el abismo de mi Misericordia. Estas almas son
las que mas dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de
las almas tibias, mi alma experimentó la mas intensa repugnancia
en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja
de mi este cáliz, si es tu voluntad.
Para ellas, la ultima tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia.
Para ellas, la ultima tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia.
Jesús Misericordiosísimo,
que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias
a la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas
almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de
gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh,
Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de
tu misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y
concédeles el amor santo, porque Tu lo puedes todo.
Padre Eterno, mira con misericordia
a las almas tibias que, sin embargo, están encerradas en
el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de
la Misericordia, te suplico por la amarga pasión de tu
Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite
que también ellas glorifiquen el abismo de tu Misericordia.
Amén.
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