¿Cómo lograron esto los santos? Porque a ellos, continúa la santa de Lisieux, “el Todopoderoso les dio un punto de apoyo: Él mismo, Él solo. Y una palanca, la oración, que abrasa con fuego de amor. Y así levantaron el mundo Y así lo siguen levantando los santos que aún militan en la tierra. Y así lo seguirán levantando hasta el fin del mundo los santos que vendrán”.
Con la oración podemos “levantar el mundo”. La oración es como una palanca que hace posible que el mundo, que se derrumba en el caos del mal y del pecado, pueda levantarse hacia Dios. Tenemos una fuerza de increíble poder en la oración. Si contemplando el mundo podemos a veces entristecernos por tantos pecados, injusticias, guerras y una gran cantidad de males que asolan la tierra, hemos de reaccionar con la esperanza de los santos que sabían que ellos tenían a disposición la palanca de la oración.
Santa Teresa del Niño Jesús mencionaba la acción de la oración de los santos del pasado, del presente y del futuro. Nosotros podemos seguir levantando el mundo con nuestra oración. Podemos hacerlo más santo, más lleno de la presencia divina, podemos poner en él el perfume del amor de Dios. ¿Por qué? Porque, como ella misma dice, “la oración abrasa con el fuego del amor”. Es el fuego del amor divino que es capaz de sanar las más profundas heridas del alma, levantar la más desoladoras desesperanzas, dar vida a los más áridos desiertos. La oración reaviva la llama del amor y esto levanta el alma y con ella al mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario