En muchas familias es tiempo de “la Comunión”. No la primera de muchas, sino la primera… y última, por eso ha pasado a ser simplemente “la Comunión”.
Es triste ver como este momento, que debería ser para una familia
cristiana un momento de inmenso gozo por ver a su vástago convertirse en
un templo vivo del Cuerpo de Cristo, está siendo utilizado
sacrílegamente por UNA INMENSA mayoría, pues no hay en ellos más que una
mera utilización de la Iglesia y sus medios para organizar una “puesta de largo” sin sentido, ni la más mínima intención religiosa, una fiestecita familiar donde lo que menos importa es Jesús
y lo que más importa es el convite, hacer sentir al niño un principito o
princesita, y los fastuosos regalos, tal cual si al niño le hubiera
tocado una gigantesca tómbola.
Es lastimoso ver a madres enfrascadas durante meses con una
preocupación extrema por los detalles del convite y los invitados, pero
totalmente desinteresadas por la formación espiritual de sus hijos al
punto de que les da siquiera igual que recen o no al levantarse o
acostarse. Como diría el Santo Cura de Ars: ¡Oh Dios mío, que horror más
grande! Que lejos quedan aquellos tiempos en que los padres reforzaban
incluso las catequesis en sus casas para que fueran mejor preparados,
ahora a lo sumo se les enseña que Dios es un “brujito”, que está para
que cuando todo te vaya muy mal entonces rezarle a ver si hacer alguna
“magia”, por supuesto el pecado personal, infierno.. es puro tabú de
mentes fanatizadas poco acordes a los tiempos.
Es todo tan aberrante que incluso si en una de estas comuniones osas
llevar un regalo religioso te miran con cara de bicho raro. Las
incoherencias que todos podemos ver en familiares y amigos llegan al
absurdo y serían dignas de un libro de humor sino fuera porque juegan
con lo más sagrado: llevan al niño a la primera comunión para no volver a llevarlo a la Iglesia nunca más,
e incluso si les preguntas a los padres antes de la comunión si creen
en la presencia real de Jesús en la Eucaristía te dicen que no.
Y por si pudiera por la gracia de Dios servir al niño para
iluminarlo, a pesar del denigrante ejemplo de los padres, gran parte del
clero los instruye en la irreverencia, con una catequesis en
donde al niño se le martillea con la paz y la alegría hueca, pero se le
llenan de eufemismos ininteligibles al punto que si el niño tiene una
noción clara de que va a recibir a Jesucristo en Cuerpo y Sangre es por
pura misericordia e inspiración divina. No es pura casualidad
que primero nos quitaran de las iglesias los reclinatorios y las
bandejas, y ahora se adoctrine a nuestros hijos a comulgar en la mano
desde su primera comunión. Lex orandi, lex credendi. Hay una
fuerte ideologización en ello y se pretende evidentemente imponer una
nueva forma de reverencia acorde con nuevas doctrinas ante la
impasibilidad de nuestros prelados.
Si con el bautizo la sociedad pagana utiliza a la Iglesia para la
“presentación en sociedad”, la comunión se ha convertido para una gran
mayoría en la nueva “puesta de largo”, donde sacrílegamente los padres
utilizan lo más sagrado como un vulgar juguete de usar y tirar. Es un
espectáculo dolorosísimo que tenemos que presenciar todos los años.
Dios los perdone.
Juan Gómez Sauceda
No hay comentarios.:
Publicar un comentario