Al comienzo
de todo, en el origen de mi vida, no se encuentra el “azar” o la
“casualidad”. O, lo que es lo mismo, el universo entero y mi vida en
particular no son el producto de un destino ciego. Una de las
experiencias más bonitas de la vida es sentir que somos muy importantes
para alguien, es decir, que una persona nos diga y nos demuestre con
hechos concretos: “Es bueno que tú existas”. Pues bien, hay “Alguien”
que desde siempre nos dice: “Es bueno que tú existas”.
¡Sí!,
en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor. Cada uno de
nosotros es el fruto del querer de Dios. Por esto mismo, la vocación no
es una ilusión... Esta es la certeza que proviene de la fe: ¡Soy amado,
tal y como soy! Desde siempre. Para siempre. No deberíamos permitir que
limiten nuestra mente teorías que no logran explicar el sentido último
de lo que somos, del misterio que hay en nosotros. Abre bien los ojos:
En la belleza del mundo y de la vida, en su misterio, en su grandeza, en
su orden y racionalidad, podemos descubrir un proyecto de amor que sólo
puede nacer del corazón de Dios y no de la casualidad… ¿Eres consciente
de lo que significa entender así tu vida y la vida de los demás? Santa
Clara lo entendió muy bien... Por eso, al final de su vida pudo
exclamar: "Bendito seas, Señor, porque me creaste".
ORACIÓN Me pensaste desde siempre, Señor,
y me creaste por amor.
¡Gracias porque me pensaste;
porque me creaste, gracias!
Me cuidas como un padre,
no camino solo en la vida.
¡Gracias porque me pensaste;
porque me creaste, gracias!
Tú acompañas cada uno de mis pasos,
tantas veces vacilantes, y no permites que me pierda.
¡Gracias porque me pensaste;
porque me creaste, gracias!
Me descubres el sentido de mi vida,
poco a poco, sin avasallar.
¡Gracias porque me pensaste;
porque me creaste, gracias!
https://vocacionesfranciscanas.blogspot.mx/2017/12/no-existimos-por-casualidad.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario