El pontífice presidió la audiencia general en la Plaza de San Pedro y
explicó el Evangelio del día: “Hemos visto cómo a los ojos de Dios toda
vida es valiosa, sagrada e inviolable, porque somos su imagen y objeto
de su amor infinito”.
Insultos como respiros
El Papa expresó que Jesús va más allá del “no matarás” (Ex 20,
13): “Todo el que odia a su hermano es un asesino” (1 Juan 3:15), pues
todo aquel que se encolerice contra su hermano comente una forma de
asesinato y agrega que también “el insulto y el desprecio pueden matar”.
Luego miró directo al publico presente en la Plaza: “Y nosotros estamos acostumbrados a insultar. ¡Es verdad! Se nos viene un insulto como si fuera un respiro.
Y Jesús nos dice: Detente, porque el insulto hace daño, mata. ‘Yo
desprecio esta gente’. Ésta es una forma de homicidio contra la dignidad
de la persona”.
El Papa insiste que sería “bonito” si ésta enseñanza de Jesús
“entrara en la mente y en el corazón y cada uno de nosotros dijera: ‘no insultaré más nunca a nadie’. Sería un hermoso propósito porque Jesús te dice: mira, si tu desprecias, si tu insultas, si tu odias…esto es homicidio”.
Perdón, antídoto contra la muerte
“En el Evangelio que hemos oído, Jesús revela un sentido aún más
profundo” del mandamiento “no matarás”. Por eso, “indica que si al
presentar nuestra ofrenda nos recordamos de haber ofendido a alguien,
debemos ir antes a reconciliarnos con esa persona”.
Luego ha puesto un ejemplo concreto: “También nosotros cuando vamos a
la misa deberíamos tener esta actitud de reconciliación con las
personas con las cuales hemos tenido problemas, hemos pensado mal de
ellas”.
“Tantas veces”, continuó, “mientras esperamos al sacerdote que dirá
Misa, se chismorrea un poco y se habla mal de los demás. ¡Pero, esto no
se puede hacer! Pensemos en la importancia del insulto, del desprecio,
del odio; Jesús los pone en la línea del homicidio”.
“¿Qué quiere decirnos Jesús con esto?”, prosiguió, “que lo importante
es el respeto a toda la persona, no sólo a su dimensión física sino
también a la espiritual, porque la indiferencia también mata. No amar es el primer paso para matar; y no matar, el primero para amar”.
Gestos y palabras que matan
Por ello, indicó que, de hecho, “para ofender la inocencia de un niño
es suficiente decir una frase inapropiada. Un gesto de frialdad es
suficiente para lastimar a una mujer. Para romper el corazón de una
persona joven es suficiente negarle la confianza. Para aniquilar a un
hombre, simplemente ignorarlo. La indiferencia mata. Cada vez que expresamos desinterés por las vidas de los demás, cada vez que no amamos, en fondo despreciamos la vida”.
El obispo de Roma expresó que a un hombre y una mujer se les pide
más que a las plantas o a los animales, no hacer el mal a nadie no es
suficiente, se necesita hacer el bien y amar.
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