«El hombre frenético saltó en medio de ellos, atravesándolos con la mirada. “¿Adónde ha ido Dios?”,
gritó, «¡yo os lo voy a decir! ¿Nosotros lo hemos matado —vosotros y
yo! ¡todos nosotros somos sus asesinos! ¿Pero cómo hemos hecho esto?
¿Cómo fuimos capaces de bebernos el mar hasta la última gota? ¿quién nos
dio la esponja para borrar todo el horizonte? ¿qué hicimos cuando
desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde se mueve ahora?
¿Hacia dónde nos movemos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos
continuamente? ¿Y hacia atrás, hacia los lados, hacia delante, hacia
todos los lados? ¿Hay aún arriba y abajo? ¿No vagamos como a través de
una nada infinita?» (Nietzsche, Gaya ciencia, 1882).
En este
fragmento, Nietzsche utiliza la imagen de las direcciones para
simbolizar la búsqueda de un sentido para la propia vida y la necesidad
de realizarlo a través de un camino concreto. Me hace acordar inmediatamente al famoso pasaje de «Alicia en el país de las maravillas»:
– Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
– Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – dijo el Gato.
– No me importa mucho el sitio… –dijo Alicia.
– Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes – dijo el Gato.
Me recuerda a este fragmento porque Alicia, como dice Nietzsche, parece vagar como a través de una nada infinita.
¿Ocurre lo mismo con nosotros?¿Y con los demás? Nuestra naturaleza nos
lleva a experimentar cierta angustia ante el vacío del loco y la
incertidumbre de Alicia. Necesitamos conocer la verdad y vivir según
ella. Las grandes interrogantes de la humanidad revelan la necesidad por
saber quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde debemos dirigirnos.
Estas preguntas fundamentales son prueba de que estamos hechos para la
verdad. Sin embargo, por nuestra debilidad, muchas veces estamos como
ciegos ante la luz. Esta se manifiesta en la realidad, pero no sabemos
percibirla. La luz natural de nuestra razón nos debería permitir
descubrir la ley natural y la ley moral
que de ella se desprende, pero muchas veces nos encontramos sumergidos
en el subjetivismo, el relativismo o el escepticismo y nos impiden ver
la luz de la verdad.
Sabemos que Dios, creador de todo, ha salido a
nuestro auxilio para iluminarnos por medio de su revelación. La acogida
de esta revelación con todas nuestras facultades es la fe. Por medio de
ella podemos acceder al conocimiento del bien y del mal. El Dios que
crea es el mismo Dios que se revela, y el Dios que se revela en el libro
de la naturaleza es el que se revela por medio de su Palabra.
Pero, queda abierta una pregunta válida. ¿Puede ser bueno alguien que no cree en Dios?
Te presentamos este fascinante video para reflexionar sobre esta
pregunta y poder entender ciertos puntos claves en los que se mezclan
algunos principios de filosofía y teología, que son presentados con
mucha sencillez para colaborar en nuestra formación. La existencia de
Dios nos asegura que el bien y el mal existen, y que no son solo
opiniones.
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