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El agua bendita es un
sacramental.
Los sacramentales son puestos por la Iglesia
para obtener, con la eficacia de su invocación, algunos efectos, principalmente
espirituales, y así ir removiendo los obstáculos que impiden o retrasan la
acción divina en las almas.
Los principales efectos son: dedicar las personas y
las cosas al culto divino, arrojar o reprimir a los demonios, alcanzar algún
beneficio temporal, comunicar gracias actuales, perdonar el pecado venial y
remitir la pena temporal.
Sin embargo, se ha de tener en cuenta que
los sacramentales no son cosas mágicas que causan efecto inmediato, sino que sus
efectos dependen de la voluntad divina sobre esa alma que lo recibe y de la
disposición buena o mala de esa misma alma para recibir el efecto (por ejemplo
estar en estado de gracia).
Los Santos siempre han
utilizado el agua bendita para hacer huir al demonio. Por eso en estos tiempos
en que, según mensajes de la Virgen al Padre Gobbi, los demonios y las almas de
los condenados se han derramado sobre el mundo para llevar al mayor número de
almas a la perdición eterna, es necesario defendernos del mal con todos los
recursos que el Cielo nos provee, y entre ellos está el uso del agua bendita.
Es bueno rociar con agua
bendita los ambientes donde se reúne la familia, para que no haya discusiones y
reine la paz.
También en el dormitorio
donde descansamos, es bueno, antes de acostarnos, esparcir agua bendita en la
habitación, para ahuyentar a los demonios, y tener una noche tranquila, sobre
todo en la que estén lejos las tentaciones y perturbaciones.
También se puede beber agua
bendita, para calmar enfermedades y tener más fuerzas para evitar el pecado.
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