viernes, 8 de noviembre de 2019

Partículas de Evangelio


Los cantos dan coraje. 
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. (Mt 26, 30). 

Comentario: 
La oración, el canto sagrado da fuerzas al Señor para ir al monte de los Olivos y prepararse a la misión que debía cumplir.

También nosotros, cuando parezca que la tristeza quiere invadir todo nuestro ser, tenemos que entonar cánticos e himnos inspirados, y así levantaremos el ánimo y estaremos preparados para cumplir la misión que cada uno de nosotros tiene en el mundo.

El pueblo de Israel cantaba en toda circunstancia, y nosotros como cristianos y católicos, tenemos que saber cantar en todo momento, porque como bien dice San Agustín: “El que canta reza dos veces”, y al cantar canciones de fe, nuestro corazón se ensancha y nos viene el amor por las cosas bellas, tomamos ánimo y coraje para emprender grandes cosas y obras por la salvación de las almas y la gloria de Dios.

Es tiempo de comenzar a cantar antes de ir a la prueba que nos espera, porque la vida misma es una prueba, y debemos enfrentarla como los mártires, que iban cantando hacia su destino.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

"Jesús, en el Tabor, se manifestó con toda su majestad y con toda su gloria a sus tres discípulos preferidos. De la nube luminosa que los envolvía resonó repentinamente una voz, la voz del Padre celestial: «Este es mi Hijo muy amado, en quien he puesto mis complacencias: escuchadlo».

Otro hecho evangélico.

  Sucedió en las bodas de Caná. La delicadeza atenta de Nuestra Señora acaba de adivinar el aprieto de quienes la han invitado. Ella, y Ella sola, conoce la omnipotencia de Jesús. Y va a abogar por la causa de sus amigos. «Hijo, no tienen vino». A primera vista Jesús parece desechar el pedido; en realidad, y como siempre, la oración de su Madre va a ser escuchada. María lo ha comprendido enseguida. Apaciblemente dice a los servidores: «Haced lo que El os diga».

  Nadie podrá dudar de que el deseo más ardiente de la Santísima Virgen es vernos cumplir los mandamientos de Dios, realizar sus voluntades, seguir los consejos y prescripciones de Jesús.
Por eso es evidente que la voluntad de María es que nosotros cumplamos las voluntades de su Hijo, y respetemos todos sus consejos y deseos.

Según este Evangelio de Jesús y de María queremos vivir, según él queremos pensar, juzgar y obrar en todas las cosas, a fin de ser los verdaderos hijos y esclavos de amor de nuestra divina Madre.

  ¡Dígnese Ella misma concedernos las gracias abundantes que se requieren para este fin!
  Pero para conformar nuestras miras y nuestra vida a este santo Evangelio, debemos leerlo, estudiarlo y meditarlo asiduamente.

  Desde este punto de vista hay lagunas terribles en muchos cristianos.
  Tratemos de colmar este vacío deplorable, y hagamos de modo que, por todos los medios humanos y divinos, la palabra de Dios no sea para nosotros palabra muerta.

  El Evangelio debe ser nuestro primer manual, tanto para la meditación como para la lectura espiritual. Es maravilloso ver cómo ciertas almas, incluso poco instruidas, con la gracia de Dios, descubren en los textos evangélicos luces y riquezas increíbles para su vida de cada día."

Pidamos la gracia  de que el EVANGELIO sea nuestro guía y luz en el caminar por nuestras vidas...

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