jueves, 23 de mayo de 2013

Un pequeño dibujo que explica el valor del santo Rosario.


Un día San Pedro estaba de muy mal humor en el Cielo. Se presentó ante Jesús y le dijo:

-Maestro, sabes que se van a cumplir dos mil años desde que me hiciste "portero" del Cielo al darme las llaves del Reino... Desde entonces no ha entrado aquí nada que no esté más limpio que el sol... En esto soy puntilloso, bien lo sabes...

-Sí, Pedro, lo sé y te estoy muy agradecido por tu celo en el cuidado del Reino de los Cielos...

-Pues me temo -dijo Pedro- que algo está pasando. Desde mi observatorio de la portería vigilo y he observado que en las avenidas celestes hay caras desconocidas... ¡y lo que es peor, poco limpias! Hasta los vestidos de algunos bienaventurados dejan mucho que desear...

-Bien Pedro... ¿y qué sugieres?

-Una investigación de las murallas, porque.... por la portería no han pasado. Tiene que haber "otra puerta" distinta de la mía, Señor.

Aquella tarde, a la hora de la siesta, Jesús y Pedro se dieron una vuelta de inspección por las murallas de la Gloria... hasta que por fin Pedro, triunfante, gritó:

-¡¡Ahí está, Señor, ahí está!! ¡¡Ya lo sabía...!! ¡¡Mira!!

Señalaba, tras un rosal florecido, un hueco del que pendía un rosario que llegaba hasta la Tierra.

Y dijo el Señor:

-Déjalo Pedro, esas... son cosas de mi Madre.


El pequeño dibujo...
Esta bonita historia ha encontrado una plasmación en pocos trazos con un dibujito que ya tiene algún tiempo, pero que en las últimas semanas vuelve a circular por la Red, en buena medida tuiteada por grupos que están preparando intensamente mediante la oración la JMJ de Río de Janeiro.

...y San Alfonso María de LigorioLa idea que transmite el chiste, escrito o dibujado, es una de las ideas centrales de Las glorias de María, de San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), destructor de la fría herejía jansenista sobre todo con el arma del amor de madre de María.

En ese libro, el santo, Doctor de la Iglesia, fundador de los redentoristas y gran maestro de la teología moral, recoge infinidad de historias de personas que, a pesar de una vida de pecado, mantuvieron una sincera devoción a la Virgen, quien acudió en el último momento a socorrerles para provocar en ellos un arrepentimiento auténtico y evitar su condenación eterna.

"Estos y otros ejemplos", precisa San Alfonso, "no han de servir para animar a ningún temerario a vivir en pecado, con la esperanza de que María lo librará del infierno en el último momento; pues, como sería gran locura tirarse a un pozo con la esperanza de que María lo preservara de la muerte, como ha salvado a otros en semejante situación, así mayor locura sería arriesgarse a llegar a la hora de la muerte en pecado con la pretensión de que la Virgen lo librase del infierno. Pero esos ejemplos, que sirvan para reavivar nuestra confianza pensando que, si la intercesión de esta Madre divina ha podido librar del infierno aun a aquellos que parecían haber muerto en pecado, cuánto más será poderosa para impedir que caigan en el infierno los que durante su vida recurren a ella con intención de enmendarse, y fielmente la sirven".

Para ellos y para todos, el camino más seguro es el que indica la viñeta y provoca humorísticamente la consternación de San Pedro. No en vano, según cita San Alfonso, "el Beato Alano, hablando del Ave María, dice que quien con frecuencia honra a la Virgen con el saludo del Angel, tiene un indicio muy grande de que se ha de salvar. Con más razón lo dice del rezo diario del santo Rosario: si saludas con perseverancia a la Santísima Virgen con el santo Rosario, tienes con ello un indicio sumamente grande de que vas a conseguir la eterna salvación". 

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