¿Puede la risa ayudar a vivir?
"El reír es celebrar con risa alguna cosa" dice el doctor Patch Adams como muestra de su filosofía del arte de cuidar, curar, acompañar.
Hunter "Patch" Adams (Washington, DC, 29 de diciembre de 1943), médico estadounidense. Fundó el instituto Gesundheit! en 1971. Su vida fue la base en la cual se inspiró la película Patch Adams (Dr. de la Risa) con el actor Robin Williams interpretando el papel de Hunter.
Adams actualmente vive en Arlington, Virginia, donde promueve medios alternativos de sanación para enfermos en colaboración con el instituto. Es el inventor de la risoterapia con fines médicos y terapéuticos, y el responsable de la inclusión de ésta en la medicina moderna.
Patch Adams es también un activista social, diplomático, payaso profesional, actor y tambien autor. Cada año organiza un grupo de voluntarios, de alrededor de todo el mundo, para viajar a Rusia como payasos, para traer esperanza y diversión a los huérfanos, pacientes y la gente en general. En 1998 también visitó Bosnia-Herzegovina, uno de los países de los Balcanes envuelto en un conflicto bélico. En 2005 visitó el Hospital Garrahan de Buenos Aires, Argentina, varios hogares infantiles del partido de San Martín (Buenos Aires) y el Pereira Rossell de Montevideo, Uruguay, en 2007 también se presentó en Ecuador: Quito y Cuenca en donde asistió al Instituto del cáncer SOLCA; visitó Perú con el Dr. Joe Pérez y la Dra. Evelyn Gamarra, Chile, donde ha dado conferencias en algunas universidades y Guatemala donde ofreció una conferencia para jóvenes universitarios y público en general.
Algunas de sus frases:
"Parece que no hay medios de comunicación inteligentes; más que las ideas, les interesa que yo u otra persona diga un par de chistes o se desnude para poder anunciar después una Coca-Cola. Esto es un reflejo de la corrupción que el amor por el dinero y el poder ha provocado en la medicina, el arte, las leyes y la ciencia".
"Hay dos paradojas que le intrigan de este País: el hecho de que sea una de las naciones con mayor número de millonarios y que, a la vez, tenga niños que mueren de desnutrición; y, por otro lado, que siendo un país supuestamente católico tenga una actitud de tanto desdén hacia la gente más pobre".
"La peor ofensa para el mundo son los medios de comunicación, les encanta el dolor y el miedo, nunca dan buenas noticias".
El reír es celebrar con risa alguna cosa. Hay muchas personas que dicen que la risa lo cura todo, una de estas personas lo es Patch Adams.
Nunca quiero dar autógrafos, lo más cercano a un autógrafo sería mi firma en una prescripción médica, la cual diría: Contagia la alegría o lucha por alcanzar tus metas. . A las personas que me fueran a pedir un autógrafo, les diré: 'Por favor acompáñame y ayúdame a trabajar por la paz, justicia y por el cuidado de TODAS las personas alrededor del mundo. Te daré mi tarjeta personal.' Luego le daría una lista para que se motiven a anotarse en una lista de voluntarios que me ayudan a promover mi estrategia".
Adams actualmente vive en Arlington, Virginia, donde promueve medios alternativos de sanación para enfermos en colaboración con el instituto. Es el inventor de la risoterapia con fines médicos y terapéuticos, y el responsable de la inclusión de ésta en la medicina moderna.
Patch Adams es también un activista social, diplomático, payaso profesional, actor y tambien autor. Cada año organiza un grupo de voluntarios, de alrededor de todo el mundo, para viajar a Rusia como payasos, para traer esperanza y diversión a los huérfanos, pacientes y la gente en general. En 1998 también visitó Bosnia-Herzegovina, uno de los países de los Balcanes envuelto en un conflicto bélico. En 2005 visitó el Hospital Garrahan de Buenos Aires, Argentina, varios hogares infantiles del partido de San Martín (Buenos Aires) y el Pereira Rossell de Montevideo, Uruguay, en 2007 también se presentó en Ecuador: Quito y Cuenca en donde asistió al Instituto del cáncer SOLCA; visitó Perú con el Dr. Joe Pérez y la Dra. Evelyn Gamarra, Chile, donde ha dado conferencias en algunas universidades y Guatemala donde ofreció una conferencia para jóvenes universitarios y público en general.
Algunas de sus frases:
"Parece que no hay medios de comunicación inteligentes; más que las ideas, les interesa que yo u otra persona diga un par de chistes o se desnude para poder anunciar después una Coca-Cola. Esto es un reflejo de la corrupción que el amor por el dinero y el poder ha provocado en la medicina, el arte, las leyes y la ciencia".
"Hay dos paradojas que le intrigan de este País: el hecho de que sea una de las naciones con mayor número de millonarios y que, a la vez, tenga niños que mueren de desnutrición; y, por otro lado, que siendo un país supuestamente católico tenga una actitud de tanto desdén hacia la gente más pobre".
"La peor ofensa para el mundo son los medios de comunicación, les encanta el dolor y el miedo, nunca dan buenas noticias".
El reír es celebrar con risa alguna cosa. Hay muchas personas que dicen que la risa lo cura todo, una de estas personas lo es Patch Adams.
Nunca quiero dar autógrafos, lo más cercano a un autógrafo sería mi firma en una prescripción médica, la cual diría: Contagia la alegría o lucha por alcanzar tus metas. . A las personas que me fueran a pedir un autógrafo, les diré: 'Por favor acompáñame y ayúdame a trabajar por la paz, justicia y por el cuidado de TODAS las personas alrededor del mundo. Te daré mi tarjeta personal.' Luego le daría una lista para que se motiven a anotarse en una lista de voluntarios que me ayudan a promover mi estrategia".
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Neurología de la espiritualidad
Científicos de Pennsylvania afirman haber encontrado en el cerebro el circuito de la religiosidad. El cerebro tiene la capacidad de conectar con una realidad oculta más allá del universo físico que es la base de las tradiciones religiosas.
Investigaciones realizadas en voluntarios de diferentes confesiones religiosas en sus momentos de meditación, han apreciado cambios en el cerebro relacionados con estos estados de conciencia que posibilitan la disolución de la individualidad y la identificación con la totalidad. Según los artífices de esta investigación, el cerebro tiene la capacidad de conectar con una realidad oculta más allá del universo físico que es la base de las tradiciones religiosas.
Las creencias religiosas han surgido en la especie porque el cerebro humano está biológicamente preparado para mantener algún tipo de relación con lo que pueda haber más allá del universo físico, según los investigadores de la Universidad de Pennsylvania, Andrew Newberg y Eugene D’Aquilli.
Ellos han observado durante años, a través de imágenes de tomografía por emisión de positrones (TEP), el cerebro de voluntarios en estado de meditación. Los resultados de su investigación, publicados en Estados Unidos en un libro rápidamente convertido en best-seller, aparecen ahora en España de mano de la editorial Martínez Roca (Grupo Planeta).
Andrew Newberg y Eugene D’Aquilli descubrieron que el estado de meditación o de relajación mental desactiva zonas del cerebro que regulan la personalidad, permitiendo que los voluntarios pierdan durante un tiempo la capacidad de distinguirse de los demás y se sientan identificados con una totalidad trascendente.
Este descubrimiento coincide con los relatos de las experiencias místicas o de trance y para los investigadores constituye la evidencia de que el cerebro tiene la capacidad de conectar con una realidad oculta más allá del universo físico.
Neuroteología, nueva disciplina
Ello ha dado origen a una nueva disciplina, la neuroteología, según la cual Dios ha dejado huellas de su presencia en el cerebro para que los seres humanos puedan llegar a conocerle y sientan el impulso de llegar hasta él.
Para verificar esta teoría, la investigación se centró en voluntarios especializados en la búsqueda espiritual procedentes de diferentes confesiones religiosas, como monjes tibetanos y frailes franciscanos.
Estos voluntarios accedieron a realizar sus prácticas de oración y meditación bajo observación neurológica, que se realizaba mediante una especie de radiografía cerebral llamada Spect, un escáner que mide el flujo sanguíneo relacionado con la actividad cerebral.
El Spect se basa en las posibilidades de las nuevas Cámaras Gamma para adquirir imágenes en tridimensión y reconstruir todos los planos necesarios (axiales, coronales, sagitales y 3D) de un órgano, lo que constituye una poderosa herramienta para el diagnóstico de enfermedades. Estas Cámaras Gamma son llamadas SPECT, que quiere decir "Tomografía Computada Por Emisión de Fotón único".
Modificación del encéfalo
Lo primero que arrojó esta investigación con cámaras Gamma es que la actividad del encéfalo se modifica con las actividades espirituales. La actividad se intensifica en la parte frontal del cerebro cuando se desarrolla la concentración propia de la meditación o de la oración.
Al mismo tiempo, el Spect reveló un descenso de la actividad en la región de los lóbulos parietales, que es la que desempeña la función fundamental para ubicarnos en el espacio y la que permite al yo distinguirse de los demás.
Este descenso de la actividad en los lóbulos parietales origina percepciones espaciales anormales y la pérdida del sentido habitual de uno mismo que se tiene en estado de vigilia.
Es en ese momento cuando se posibilita la así llamada experiencia mística, que es la que permite a un sujeto trascender su identidad individual e identificarse con la totalidad que se supone sustenta al universo físico conocido.
Repercusión social
La investigación de Newberg y d’Aquili ha sido objeto de todo tipo de comentarios, ya que si para sus artífices debe ser considerada como un argumento a favor de la existencia de Dios, para otros, más críticos, este circuito cerebral de la espiritualidad confirma que la experiencia espiritual o religiosa de la especie es sólo un producto más de la actividad cerebral, sin ningún soporte real fuera de nuestra percepción.
Para los defensores de este punto de vista, la creencia religiosa ha sido prevista por la evolución con una doble función: por un lado, para ayudar a los seres humanos a superar las dificultades de la vida, y por otro lado, para contribuir a la supervivencia, lo que explica por sí mismo su implantación en la neurogénesis.
De todas formas, al margen de las lecturas que puedan hacerse de la investigación, lo cierto es que dentro del ámbito científico crece el interés por el estudio del cerebro y de su implicación en los procesos relacionados con la experiencia religiosa.
Roy Mathew, de la Universidad de Duke, lleva años investigando la relación que pueda existir entre las experiencias religiosas y los estímulos cerebrales provocados por drogas alucinógenas.
The Washington Post también ha dedicado algún trabajo a explicar la búsqueda de la sinapsis de la espiritualidad, desvelando la amplitud de las investigaciones que se realizan en este campo.
Religión y salud
Entre ellas se refiere a la de Michael Persinger, de la Universidad Laurentian de Sudbury, en Ontario, quien consigue provocar experiencias místicas en voluntarios a través de irrigar sus cráneos con débiles señales electromagnéticas. Wired le ha dedicado también un interesante artículo.Benjamín Elías Hidalgo ha elaborado por su parte un interesante dossier sobre la utilidad de la neuropsicología para la experiencia religiosa, que constituye una referencia sobre las investigaciones que se realizan en este campo y las reflexiones que suscitan.Estos son algunos ejemplos de las investigaciones que se realizan en el marco de la así llamada neuroteología. Otro ejemplo se refiere a las investigaciones médicas sobre la relación entre la meditación o la oración y el estado de salud, de las que ya nos hicimos eco oportunamente en Tendencias.
Más de 1.200 estudios (de los cuales el 90% en Estados Unidos) se han publicado en los últimos diez años que relacionan la espiritualidad con la salud.Como conclusión de la mayoría de ellos puede establecerse que tener la convicción de estar protegido por una fuerza superior o de estar unido en una creencia con otras personas, es un elemento que potencia la eficacia del sistema inmunitario humano frente a las más diversas enfermedades, desde el cáncer a las cardiacas.Sin embargo, el ingrediente activo, el factor determinante de esta constatación, no se ha encontrado, por lo que la investigación sobre los cambios cerebrales ocurridos en procesos de oración puede ayudar a profundizar en estas investigaciones.
Fuente: Asociacionconciencia.org
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María, Madre de Dios y Madre Nuestra: "Con delantal y cocinando"
Fragmento del libro Mi cuarto día de Benjamín Furlán
Agosto tiene una fiesta muy grande de la Madre de la Iglesia: su asunción en cuerpo y alma al cielo.Estamos muy acostumbrados a ver a la Virgen en el cielo, con una grandeza y gloria inmensas, pero nos olvidamos un poco que ella primeramente estuvo en la tierra y que fabricó aquí la gloria que allá tiene.No voy a escribir lo que la Virgen es en el cielo, sino lo que fue en la tierra, en nuestra tierra, que es también su tierra. De aquí el título: con delantal y cocinando.¿Imaginamos que, porque era la Madre de Dios, la Inmaculada, la llena de gracia, ella vivió una vida fuera de lo normal? No. Vivió una vida totalmente normal, como cualquier mujer de su tiempo, esposa y madre de su tiempo.A veces, viendo ciertos cuadros, casi nos sentimos inclinados a pensar que los ángeles estaban todo el día al servicio de la Madre de Dios o que ella tenía en su casa unas cuantas emplea das domésticas.Nada de eso. San Bernardo escribe hermosamente: el único cadete que la Virgen tenia en su casa para los mandados era el muchachito Jesús.Para qué más, para qué menos.Ella vivía en su hogar cumpliendo con sus deberes de esposa y de madre:-Tenía que cocinar todos los días como las mujeres de su tiempo y como las mujeres de hoy: ¿cuándo tendremos en nuestras manos una estampa de la Virgen con delantal y cocinando?-La limpieza de la casa la hacía ella misma, como le correspondía:¿cuándo tendremos una estampa de la Madre de Dios con la escoba en la mano y barriendo?-La ropa de la casa la lavaba ella y no otra: ¿cuándo tendremos una estampa de María lavan do la ropa?-Como sus vecinas, debía ir a buscar el agua al pozo común con su cántaro a cuestas; el niño-Dios, cuando ya caminaba, iría junto a ella, agarrado quizás a sus polleras; qué cuadro tan natural, tan evangélico, tan normal, tan simpático, tan humano; jamás mujer alguna lució brillante de tanto valor, como ese niño-Dios prendido de los vestidos de la Virgen, yendo y viniendo al pozo común de agua.-Cuando tuvo que huir a Egipto para salvar la vida del niño, ella fue amontonando sueño y cansancio, como nos pasa a nosotros en un largo viaje; tal vez, como humana y pobre que era, tuvo que gustar el hambre, y ya sabemos que el sabor más desagradable es el sabor del hambre.Buena lección para nosotros, los cristianos marchitos de esta hora, que queremos lucir y aparecer y estar donde no debemos estar. "La Virgen María se fue santificando en la tierra; toda la santidad que tiene ahora en el cielo la acumuló aquí, haciendo lo que tenía que hacer.A Dios le interesa poco lo que hacemos, pero sí le interesa mucho cómo y por qué lo hacemos.Aunque nosotros no lleguemos a medir el alcance o proyección de nuestras palabras, de nuestros actos o de nuestra vida, no importa.Pemán tiene un pensamiento que confirma lo que digo:El encanto de las rosases que siendo tan hermosasno conocen que lo son. Tampoco hagamos mucho caso de los juicios humanos; sí de los juicios de Dios respecto de nuestras palabras, de nuestros actos y de nuestra vida, porque los juicios humanos son como el viento: aveces acarician, aveces castigan.Me gusta mucho ver a la Virgen evangélica que reza cuando tiene que rezar, pero que cocina cuando tiene que cocinar, y que, rezando y cocinando, va juntando energías espirituales que están tan apretadas en su corazón, como puñado de semilla, como la levaduradel evangelio.¿Por qué tenemos que sacarla, en su existencia terrena, del marco normal y humano en que ella vivió?Los maestros siembran alfabetos en nuestra tierra; la Virgen, haciendo lo que tenía que hacer, fue sembrando alfabeto de evangelio a su alrededor.Ella fue la Madre de la Palabra en el silencio.San Lucas (2, 51) dice: su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.Me la imagino toda amable, simpática, santísima, abierta a las necesidades ajenas, caritativa, humana, muy amiga del silencio, pues el silencio siempre es unidad; mujer que sabía administrar muy bien la palabra y el silencio. Ella hacía las tareas de la casa que, muchas veces, aburren y cansan, cada día con un amor nuevo y con una entrega siempre fresca, sin desmayos, sin lagunas, aunque todo esto no le quitaba el cansancio físico, propio de cualquier mortal.Ella sabía que haciendo lo que tenia que hacer no araba en el mar. Esto lo entiende cualquiera, como entendemos fácilmente que nadie se puede agarrar de las paredes, del techo o de las estrellas.El que trabaja lleva pegado a sus manos su propio trabajo. La Virgen llevaba pegado a sus manos de Madre de Dios su propio trabajo de la cocina, de la escoba, limpieza, arreglo de la casa...Estas líneas sirven para todos los cristianos indistintamente, hombres y mujeres, porque llevan un único mensaje: cumplir con nuestro deber, con nuestro trabajo, cualquiera que él sea, como lo hizo la Virgen. No nos santifica el puesto que ocupamos en la Iglesia o el trabajo que realizamos en el mundo; somos nosotros quienes santificamos el puesto y el trabajo, cumpliendo con nuestro deber.Pero quisiera dedicar estas líneas, de modo especial, a las madres que se pasan todo el día en casa, en medio de ollas y cacerolas; también entre las ollas y el puchero está Dios, dice santa Teresa; con la escoba, con la ropa, arreglo de la casa, los hijos...; queridas madres, la Virgen no hizo otra cosa.Dios hizo en ella grandes cosas, pero también ella trató de hacer grandes las cosas pequeñas de cada día y de la casa.La Virgen es muy grande como Madre de Dios, pero no es menos grande con la escoba en la mano.Se nos presenta muy simpática y hermosa con el niño-Dios en brazos, pero no es menos simpática y hermosa con el cántaro de agua.El 15 de agosto la vemos llena de gloria en el cielo, pero esa gloria la adquirió aquí en la tierra con delantal y cocinando...
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CONOCETE A TI MISMO
"Conocerse a sí mismo"
de Abelardo Pithod
Esta es la conclusión de un pequeño libro, Breviario de psicología para todos, que aparecerá a mediados de año.
Conócete a ti mismo era el lema que los griegos tenían grabado en el frontispicio del templo de Delfos. Se entendía que era para conocerse como seres humanos, es decir, saber que no eran solo animales pero tampoco dioses. Que eran humanos, sometidos a la desdicha y a la muerte, la muerte del que sabe que va a morir, y que lo sabe toda la vida. La vida nos ha herido con la muerte, escribió el poeta mendocino Narciso Pereyra. Pero el conócete a ti mismo al que yo aludo, más que a esto, que es un conocimiento metafísico, es el conocerse uno tras sus máscaras, esas que nos recubren como a la cebolla sus capas. ¿Puede que el hombre esté llamado a desenmascararse para no llegar nunca a otra cosa que no sea una nueva máscara? ¿Será ésta una inútil búsqueda, una pesquisa vana de un “yo mismo” esencial pero inhallable?
C.S.Lewis escribió una novela titulada Mientras no tengamos rostro, donde plantea, aunque de otra forma, este problema. Las máscaras a las que aludo son las de los múltiples papeles que representamos, aún cuando estamos solos. ¿Qué cosa puede ayudarnos en la búsqueda de nosotros mismos, de nuestra identidad profunda, oculta por las máscaras? Es muy común hoy hablar de “mi verdad” o de “tu verdad”, lo que nos choca a los adultos, pero que apunta a algo que no es totalmente falso. En efecto, somos algo que no es nadie más que nosotros, aunque nosotros no sepamos bien en qué consiste, pero que, aún sin saberlo, buscamos.
Para la metafisica cristiana la realidad o fondo último de una creatura es su Creador. Él está más a lo hondo de uno que uno mismo; en Él nos conoceremos algún día en plenitud, tendremos el ansiado encuentro con nuestra identidad y sabremos quién verdaderamente somos. Será cuando suceda el Juicio de Jesús, dándonos la bienvenida, o Juicio particular. “El encuentro con Él es el acto decisivo del Juicio. Ante su mirada toda falsedad se deshace”, dice el Papa en la Encíclica Spe Salvi, 47.
Hasta llegar a ese punto veremos, por gracia de Dios, cómo van cayendo nuestras máscaras. En la ancianidad veremos desprenderse las últimas, pero seguramente no todas.
Esta cuestión plantea un desafío que Nietzche, y en su línea Heidegger y otros filósofos contemporáneos, pusieron de relieve con la expresión existencia auténtica. Hablaron de ser lo que somos. Está bien. Pero ser lo que somos es la mitad de la autenticidad. Hay otra mitad y es ser mejor de lo que somos. La autenticidad del “ser uno mismo” no la agota, porque uno, ciertamente, es lo que actualmente es, pero además debe ser aquello para lo que ha sido llamado.
de Abelardo Pithod
Esta es la conclusión de un pequeño libro, Breviario de psicología para todos, que aparecerá a mediados de año.
Conócete a ti mismo era el lema que los griegos tenían grabado en el frontispicio del templo de Delfos. Se entendía que era para conocerse como seres humanos, es decir, saber que no eran solo animales pero tampoco dioses. Que eran humanos, sometidos a la desdicha y a la muerte, la muerte del que sabe que va a morir, y que lo sabe toda la vida. La vida nos ha herido con la muerte, escribió el poeta mendocino Narciso Pereyra. Pero el conócete a ti mismo al que yo aludo, más que a esto, que es un conocimiento metafísico, es el conocerse uno tras sus máscaras, esas que nos recubren como a la cebolla sus capas. ¿Puede que el hombre esté llamado a desenmascararse para no llegar nunca a otra cosa que no sea una nueva máscara? ¿Será ésta una inútil búsqueda, una pesquisa vana de un “yo mismo” esencial pero inhallable?
C.S.Lewis escribió una novela titulada Mientras no tengamos rostro, donde plantea, aunque de otra forma, este problema. Las máscaras a las que aludo son las de los múltiples papeles que representamos, aún cuando estamos solos. ¿Qué cosa puede ayudarnos en la búsqueda de nosotros mismos, de nuestra identidad profunda, oculta por las máscaras? Es muy común hoy hablar de “mi verdad” o de “tu verdad”, lo que nos choca a los adultos, pero que apunta a algo que no es totalmente falso. En efecto, somos algo que no es nadie más que nosotros, aunque nosotros no sepamos bien en qué consiste, pero que, aún sin saberlo, buscamos.
Para la metafisica cristiana la realidad o fondo último de una creatura es su Creador. Él está más a lo hondo de uno que uno mismo; en Él nos conoceremos algún día en plenitud, tendremos el ansiado encuentro con nuestra identidad y sabremos quién verdaderamente somos. Será cuando suceda el Juicio de Jesús, dándonos la bienvenida, o Juicio particular. “El encuentro con Él es el acto decisivo del Juicio. Ante su mirada toda falsedad se deshace”, dice el Papa en la Encíclica Spe Salvi, 47.
Hasta llegar a ese punto veremos, por gracia de Dios, cómo van cayendo nuestras máscaras. En la ancianidad veremos desprenderse las últimas, pero seguramente no todas.
Esta cuestión plantea un desafío que Nietzche, y en su línea Heidegger y otros filósofos contemporáneos, pusieron de relieve con la expresión existencia auténtica. Hablaron de ser lo que somos. Está bien. Pero ser lo que somos es la mitad de la autenticidad. Hay otra mitad y es ser mejor de lo que somos. La autenticidad del “ser uno mismo” no la agota, porque uno, ciertamente, es lo que actualmente es, pero además debe ser aquello para lo que ha sido llamado.
(Fuente: medicoscatolicos.org.ar)
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Orientación a la felicidad en psicoterapia
Resumen de la Ponencia de la Dra Mariana De Ruschi Crespo durante las Jornadas de Psicología a la luz de la Fe, en Buenos Aires 2009
Podemos entender a la psicología como ciencia de la salud espiritual y, por ello, ciencia de la felicidad humana. La psicología permite demostrar o refutar, en su misma praxis, el “que” del hombre y de su posibilidad de ser feliz, tal como ha sido dicho por las filosofías más diversas…Este es el punto inferior de la ciencia psicológica, su verdad mínima: el “que” del hombre. Para alcanzarlo la psicología se hace dependiente de la metafísica. Pero el punto más alto de la ciencia psicológica se refiere al “como” de la salud y de la felicidad humana. A este punto se llega, en la misma línea de las verdades filosóficas, mediante la apertura de su umbral racional, por la fe, a la Revelación. En la necesidad de ofrecer orientación al hombre hacia su felicidad y a falta de indicaciones adecuadas al alcance del conocimiento natural, la psicología se apropiará el haber y las indicaciones de otra ciencia, que es la teología. Será allí que la psicología encontrará explicado el “como” de esta felicidad posible…comprobando su verdad también “experimentalmente”, en la praxis psicoterapéutica.
La experiencia de ser feliz, de vivir en Dios gozando de su Amor en medio de los padecimientos cotidianos, ha sido expresada bellamente por todos los santos. Recuerdo especialmente los términos fuertes de San Francisco de Asís, pero también las imágenes de algunos pacientes identificados con Cristo. Es, según las Escrituras, un sufrir y luchar amando, pasar tempestades y tribulaciones en compañía del Amado, despreocuparse de todo lo que no sea el amor, afirmarse en la Roca que nos salva, esconderse en la Misericordia que nos rodea. Valoro especialmente la imagen de vivir en intimidad con Dios, como en un huerto cerrado o un huerto regado, que expande desde allí su perfume. Este lenguaje poético no es ajeno a nadie que haya tenido alguna experiencia del amor benevolente, no es ajeno a los enamorados… Es un lenguaje que acerca una cierta comprensión natural de la caridad. Son imágenes muy aptas para trabajar con ellas en psicoterapia, cuando no surgen otras espontáneamente. Caridad y humildad aparecen en ellas siempre asociadas. Muestran, purifican, invitan, alientan. Toda la riqueza revelada sobre esta vida feliz ilumina “El Cantar de los Cantares”, el libro de los Salmos y en fin, todo el Antiguo Testamento, para hacer conmovedora eclosión en la persona de Nuestro Señor Jesús.
Si es la infelicidad la que trae a las personas a consultar será la persistente inclinación a ser felices y eventualmente, a ser santos porque la salud y la felicidad se identifican con la santidad, será, decía, esta inclinación, el motor de todo el esfuerzo que plantea la psicoterapia. Como ovejas sin pastor… La perseverancia con que se procuran estos encuentros laboriosos, indica el deseo de oriente para una vida feliz y cuan necesitados estamos de buen pastoreo para alcanzarla. Es tanto cuanto atrae, mueve y orienta la búsqueda de la verdad en el amor que suele prevalecer sobre la seducción de las convenciones, prejuicios y teorías pseudocientíficas en la vida de los pacientes. “Atraeré a todos hacia Mi” El Amor que siempre espera.
Por el camino de la verdad sobre si mismo, la psicoterapia deviene lugar de encuentro con la Verdad beatificante. Si el paciente carece de esa “razón ampliada” como llama el Santo Padre a la inteligencia abierta por la fe, recordemos que el camino de la verdad y el amor está exigido por la naturaleza misma y son el término natural y sobrenatural de nuestro desarrollo humano. Es decir, en todos los casos y siempre, verdad y amor están al alcance del hombre, como dones que podemos libremente disponernos a recibir en creciente plenitud. Nuestra conciencia moral no “produce” sus verdades; tampoco los procesos cognitivos “producen” la verdad, y más que encontrarla, la reciben. El amor como acto de la voluntad, propiamente, no es producido por ella, sino que le es dado. La experiencia nos permite descubrir en el amor todas las notas de lo gratuito, de que es otro quien nos hace felices. Entonces, si bien orden natural y sobrenatural se distinguen y son diferentes, existe entre ellos continuidad, porque ambos dimanan de un mismo Dios: esto es especialmente notable en la observación de la vida anímica y de un diseño psicológico preparado para la vida sobrenatural que al infundirlo lo mantiene y lo transforma con miras a su divinización.
Son enemigos de la orientación a la felicidad, propios de la patología, es decir, del dinamismo egocéntrico de la soberbia, por un lado las racionalizaciones, que vulneran la relación de la inteligencia a la verdad y por el otro el egoísmo, cínicamente promovido en nuestra cultura. Es la debilidad del amor de benevolente, a favor de las concupiscencias (debilidad de la ternura abnegada, del gusto de servir y de hacer feliz a otro desinteresadamente). Vemos este egoísmo como contrario al desarrollo de la caridad, directamente relacionada con la unión beatificante .La mayoría de los pacientes concluye con razón que sabemos poco del verdadero amor: “¡pero entonces amar, nadie ama!” “recién ahora entiendo de que se trata esto de amar” “el amor “amor” de veras, qué es? Es el sentimiento del niño que confía y se sustenta en la experiencia del bien que nadie puede quitarle, de una Creación ordenada, de un amor vigente .El niño que Jesús declaró feliz. Es la experiencia de una fuerza que margina todos los miedos salvo el bendito temor de ofender al amado. Esta libertad de todo miedo, esta incondicionalidad de nuestra entrega en la vida, se cumple con esa plenitud que permite ser feliz, sólo cuando el Amado es Dios mismo. Porque es el único objeto eterno y perfecto capaz de sostener nuestro amor y n uestra vida eterna y perfectamente. Un alma afincada en el bien amado, nada teme y se siente feliz “como un niño en brazos de su madre”. Sólo el Bien Supremo garantiza la plenitud de esta experiencia .Nos hace felices…el amor de Dios. El regreso a esta infancia espiritual requiere como primera instancia el arduo pasaje de la dinámica de egocentrismo a la dinámica del amor y la humildad.
Como terapeutas cristianos tenemos el gran oriente de las Bienaventuranzas en que el mismo Señor se presenta como modelo del Hombre Feliz. Jesús nos dice cual es el hombre feliz y como lograr esta identificación con El, feliz en su obediente filiación.
En psicoterapia, lógicamente, los temas propios de las bienaventuranzas no aparecen siguiendo ningún orden y simplemente secundamos el don del Espíritu Santo con gracias externas: sean gracia todas nuestras intervenciones terapéuticas, las explicaciones, los consejos. Tengamos a bien , sobre todo , aprovechar las “puertas de entrada” a la experiencia de Dios en nuestros pacientes : la muerte de un bebe, el nacimiento de un hijo enfermo, pérdidas sucesivas de seres queridos… verdaderos hitos en la subida a la montaña de las Bienaventuranzas. En Dios, las heridas sanan, la muerte da vida. La psicoterapia no puede operar la modificación de las facultades necesaria para alcanzar esta vida feliz porque esto es obra de Dios, pero sí puede ayudar a remover los obstáculos del miedo y las cobardías, de las concupiscencias, del egocentrismo, de la mentira, de la tristeza y la desesperanza provenientes de la soberbia y sus secuelas en el alma, que debilitan la fuerza del amor. El amor verdadero quiere abrazar el dolor, evita la ira y procura la paz; el amor humano quiere prepararse al amor de Dios con estos actos de amor que ya lo inician.
Ejemplifico con el caso de una mujer excesivamente atenta a los mínimos males y males aparentes en su entorno que puedan afectarla a ella o a sus hijos. Sufre permanentes sentimientos de amenaza y una tendencia a responder con ira ingobernable, notablemente inadecuada e ineficaz. El egocentrismo, que promueve su irascibilidad exacerbada, se acompaña de una notable posesividad en sus relaciones. Es inteligente y formada. Padece desde hace años una enfermedad autoinmune en la que su cuerpo parece replicar contra si mismo las conductas defensivas extremas que ella practica vehementemente. Un buen día está en juego la vida de un hijito y ella tolera muy mal su internación: se desata en acusaciones y luchas estériles contra médicos y enfermeras. Sobre todo rivaliza e intenta imponer sus criterios, muchas veces razonables. Su clínico, preocupado por su salud, la deriva a terapia. Aprovecho su intenso amor de madre. La terapéutica consiste en rectificar el funcionamiento de su irascibilidad y ponerlo al servicio del amor. Le presento el valor de la mansedumbre, y también la oportunidad de hacerse fuerte en el dolor aceptado, aprendiendo a encontrar consuelo en la Cruz. ¿Cómo pasar de su dinámica defensiva egocéntrica a la dinámica del amor? La acompaño a descubrir que el amor es su fuerza y que no hay otra verdaderamente “fuerte”. Se ejercita en retener o guardar la agresividad para ponerla a disposición del amor. En lugar del enojo, el sufrimiento que profundiza y hace fecundo el amor. Representa imaginativamente varias situaciones que “disparan” su habitualidad egocéntrica y violenta: una por una , las fue transformando interiormente , a veces deseando la mansedumbre que iba haciéndose virtud en ella, a veces en unión a Jesús crucificado, a veces “envolviendo “ en el más puro amor a su hijo , esta lucha por su salud. Depone el miedo y el sentimiento de ser frágil y estar rodeada de enemigos, mediante una observación más cuidadosa de la realidad. El secreto fue purificar y fortalecer su intenso amor de madre. Pudo llegar a decir, en un tiempo tan difícil de su vida : “soy feliz”.
La Subida al monte de las bienaventuranzas coincide con la Subida al monte Calvario, por esta inclusión del sufrimiento en la caridad, subida que nos ubica ante estaciones sucesivas o delante de distintas puertas. La primera puerta la abre el amor alentando el desprendimiento de los egoísmos, de las vanidades, las pasiones o la queja ante circunstancias adversas que solo piden una aceptación sencilla. Una segunda puerta, que también le corresponde abrir a ese amor verdadero, es la conciencia y dolor de las propias faltas como purificación. Infidelidades, malos tratos, mentiras, abusos. El corazón del terapeuta responde con un “bienaventurados los pobres” o un “bienaventurados los que lloran” Es el mismo Jesús quien invita a caminar con El.
Al referirme a “puertas”, indico situaciones interiores, puertas naturales y sobrenaturales a la felicidad, situaciones que operan una cierta interiorización de la vida psíquica favorable a su divinización por la Caridad. Por puertas naturales me refiero a situaciones anteriores a la conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida, experiencias de unión personal a un bien que es verdadero y bello. Doy un breve ejemplo: una paciente de unos 27 años imagina que recorre una pradera y se queja de aburrimiento… no hay nada que valga la pena, es todo igual…pasto, aire abierto, pájaros …. ¿Pájaros? ¿Cuáles? Le pido que se detenga, que al detenerse contemple los movimientos de uno solo de esos pájaros… Los pájaros son aburridísimos también….pero hay un pajarito que salta, un poco pesado, está tranquilo. Silencio….el sabe que en esta pradera hay comida para él y un nido para descansar…es muy buena su situación. Valió la pena detenerse…no hay ya nada de aburrimiento, hay una atención absorta en la escena elocuente. La paciente goza del bien que expresa este pájaro. Hay un amor incipiente a este bien hasta ahora desconocido. Partiendo de la iluminación de la imagen se alcanzó una percepción inteligente de una realidad ordenada que se ofrece como la vida misma, como un don, como un orden natural que sostiene, que es bueno y confiable. Surge un amor a este bien que se encarna en sentimientos de ternura y tranquilidad, pero sobre todo de confianza. Sugiero a la paciente que se identifique, salvando las distancias, con este pájaro. La gran novedad en su vida anímica es justamente la confianza: la paciente, tensa y exasperada en el encierro de sus fantasías, e invenciones mentales, incapaz de producir un orden verdadero y confiable, sufre insatisfecha su tristeza y su anémico cansancio por no haber descubierto ese orden dado en la Creación y en su propio ser que le permite sentirse sostenida y luego desplegar una funcionalidad que necesita esta condición previa para su accionar… Es la experiencia de la Providencia, desde una contemplación terrena, experiencia incipiente del amor y la gratuidad que la terapia se ocupará de desarrollar Dios mediante. Pero ya hemos dado un paso fuera de la situación patológica. Cuando el alma está encerrada en la observación de sus propios datos, interpretándolos hasta extenuarse, cuando la vida propia y ajena es bien de uso, espejo para las ilusiones y desilusiones narcisistas, la realidad se cierra, no remite ya a ningún bien espiritual, pierde todo valor analógico: la naturaleza y la realidad se clausuran como puertas a Dios y a la felicidad. En psicoterapia esta orientación a la felicidad por el camino de las analogías, se realiza invitando a la contemplación mediante el recurso a las representaciones conservadas en la imaginación. Las realidades naturales son un riesgo o una oportunidad para la salud: son una oportunidad si me mantengo en la línea de mi naturaleza, si eventualmente acepto sufrir por mantenerme en esta línea de la verdad en el amor. Hay pues un acercamiento natural al espíritu de las bienaventuranzas. Sin embargo, sólo sobrenaturalmente se puede entrar en ellas y desde allí relacionarse en plena salud y libertad con Dios y con el prójimo. La realidad, como vimos, o se abre como puerta a Dios o se cierra sobre si misma cuando uno busaca en si mismo,o en los dictados del mundo, todas las referencias.
La orientación a la felicidad incluye por parte del terapeuta, indicar y mostrar los bienes amables, mediante el recurso al arte, los cuentos, poesías y parábolas, elegidos e interpretados en sintonía con el Evangelio. Pero importa sobre todo estar atento a las expresiones e imágenes que elige el paciente, su estilo, su logicidad o su falta de ella, sus falacias, como emergentes del idealismo imperante en la cultura… Habrá que detenerse ante frases tales como “dispongo de mi propia vida” “tengo derecho a ser feliz” “soy dueño de mis decisiones” .Como medio del terapeuta para conocer a su paciente, la “manifestación de los pensamientos” es fundamental y la comunicación verbal, abierta a todos sus recursos, es el medio terapéutico primordial. Sin embargo ocurre que el paciente no sólo selecciona lo que quiere trasmitir u omitir sino que no puede trasmitir aquello que no entiende, porque los contenidos requieren una cierta inteligibilidad que permita su verbalización. Por esto es óptimo recurrir, para su acercamiento a la verdad, a esas imágenes donde la racionalidad se prepara, donde las verdades alcanzadas se guardan, donde toda preparación de la experiencia o toda experiencia incompleta se conserva, donde se atesoran los recuerdos o las analogías de lo vivido, donde la creatividad, apuntalada por la conducción terapéutica, cumple con su función natural de encauzar, desde la sensibilidad, la búsqueda de la verdad. Luego, con la rectificación de la sensibilidad por intermediación de las imágenes adecuadas, toda ella se prepara para subordinarse a la racionalidad que la requiere, para servirla en el camino hacia la espiritualidad plena y proveerla de sus recursos en el regreso hacia las obras que encarnan la vida del espiritu.
Para la indagación de la situación del actual del paciente, de su punto de partida en el camino hacia la felicidad, bien puede aplicarse el test desiderativo como evaluación del oriente valorativo del paciente, de su conciencia de libertad y capacidad de gobierno de sí, de su conocimiento o desconocimiento de sí mismo y de los valores espirituales en sí y para él. El paciente manifiesta aquí cuales y de que calidad son sus ideales y a que disvalores, temores o debilidades los contrapone. Luego de una discusión exhaustiva de estas elecciones o identificaciones, el mismo paciente intentará modificarlas, elegir otras más acordes con su particularidad y la particularidad de su vocación, a la luz de la verdad y del amor.
En todos los trances del camino , la psicoterapia ha de vérselas especialmente con la dimensión afectiva porque se trata de mover al paciente siempre a un bien más digno de ser amado con el amor más puro y benevolente posible. Existe la tendencia natural de integrar lo emocional a lo voluntario. Pero sentimiento y voluntad deben identificarse siempre y cuando la identificación esté fundada en el bien y en la verdad. Este trabajo de ordenación de la naturaleza, imprescindible para una ascética que permita la vida feliz, es también tarea de la psicoterapia: habrá que teorizar lo imprescindible, según la particularidad de cada cual, habrá que alentar al bien arduo, con imágenes bellas y verdaderas, alentar avivando la conciencia de la belleza de las propias posibilidades de amar y de hacer más buena, verdadera y bella la propia vida y la de los demás. Creo que es necesario aplicarnos más a la verdad vislumbrada y a los amores benevolentes sentidos, para darles mayor y mejor presencia en nuestras vidas. Sea la psicoterapia oportunidad para esta amplificación del amor y de la verdad en la propia vida, especialmente cuando se trata del mismo Dios que nos ofrece la experiencia de su Ternura.
Generalmente, las experiencias del consuelo divino se olvidan o ha sido sumamente fugaz su consideración por parte de los pacientes. Le cabe a la psicoterapia recuperarla, amplificarla, darle el sitio que le corresponde en sus vidas. Lo seres humanos volvemos, después de estas experiencias sobrenaturales, rápidamente, a la exterioridad, frivolidad y sensualidad anteriores, pero perdiendo la intensidad de gozo y la certera orientación a la felicidad que nos deparaba la consolación. Si rescatamos estos momentos en psicoterapia, estos “relámpagos” de lo infinito, atesorados por la memoria, serán un lugar bendecido por la presencia de Dios, un lugar de interioridad, que ha de recuperarse y desde donde se podrá comenzar a caminar en la vida bienaventurada que es siempre vida vivida desde lo interior. Menciono aquí el caso de una paciente bautizada y relativamente formada en la fe pero alejada de todo compromiso y experiencia. Enferma de cáncer, en un momento de profundo despojamiento de todo lo que la ataba a su cotidianeidad, sintiéndose sola y desvalida, recibe la gracia del consuelo divino: nada le importa, Dios la ama y esto es superior a todo bien. Confiesa que mil veces prefiere estar enferma con El, que sana sin El. Luego, llega su curación y sabe que esto también es un regalo de la Providencia: nuevamente experimenta que está en Sus Manos y que ello tiene una dulzura inaudita y preferible a todo. Sin embargo todo vuelve al orden mundano junto a su pareja diez años menor que ella, que finalmente le es infiel y la abandona. Es entonces que comienza su terapia en un estado de profunda perturbación y congoja. Superficialmente toca cuestiones relacionadas con su fe. Una noche sueña que llora y se despierta llorando, pero interpreta su sueño explicándose que debe ser el dolor por la ruptura con su novio. Le sugiero que regrese imaginativamente a su sueño y se vea allí llorando…Es entonces que aparece con toda vivacidad el recuerdo del consuelo de Dios, aún con mayor intensidad y gozo que en el tiempo de su enfermedad. Enterada de esta experiencia, procuro ayudarla a darle toda la expansión que merece. Luego de esta sesión todos sus trabajos imaginativos, sea cual sea la temática, incluyen el contenido de esa experiencia espiritual que ha de mantenerse vigente para reorientar su vida.
Si la virtud que nos da acceso a Dios, la virtud de la vida feliz y que permite llamar virtud a las otras virtudes, es la caridad, todo amor, si es amor ordenado, está participado del Amor del Creador y prepara y acerca a la Caridad. Porque todo amor analoga bajo algún aspecto a la Caridad, merece nuestra atención especial en psicoterapia. Además ,es en la Caridad que el terapeuta puede dar a su paciente el amor de Dios, amarlo como es amado por Dios, permitirle al paciente esa misma experiencia en su relación con nosotros, inferiores como somos al tesoro de la gracia que llevamos y entregamos Así, de algún modo, comunicamos la bienaventuranza. La bienaventuranza referida a la misericordia es nuestra propia y especial “orientación a la felicidad” como terapeutas. El amor a nuestros pacientes es curativo, tanto más curativo cuanto más misericordioso. La miseria de ellos nos purifica y nos santifica, nos hace encontrar medios fecundos e inteligentes para darles ayuda. Todas las obras de misericordia están a nuestro alcance como terapeutas: enseñar, aconsejar, corregir, perdonar, consolar, sufrir con paciencia sus defectos y rezar por ellos. Saber esperar, confiando en la Voluntad de ese Pastor en cuyo nombre pastoreamos, descubrir la imagen y semejanza escondida, amar la divina bondad, verdad y belleza en acto o en potencia en el prójimo, amarla con amor benevolente, removiendo los obstáculos intelectuales y afectivos para orientarlos a Dios. Esta ejemplaridad a la que aspiramos como terapeutas es para ellos parte de la misma terapia .Por este mismo camino han de encontrar nuestro pacientes, con la gracia de Dios Misericordioso, y el auxilio de María , la vida feliz.
La experiencia de ser feliz, de vivir en Dios gozando de su Amor en medio de los padecimientos cotidianos, ha sido expresada bellamente por todos los santos. Recuerdo especialmente los términos fuertes de San Francisco de Asís, pero también las imágenes de algunos pacientes identificados con Cristo. Es, según las Escrituras, un sufrir y luchar amando, pasar tempestades y tribulaciones en compañía del Amado, despreocuparse de todo lo que no sea el amor, afirmarse en la Roca que nos salva, esconderse en la Misericordia que nos rodea. Valoro especialmente la imagen de vivir en intimidad con Dios, como en un huerto cerrado o un huerto regado, que expande desde allí su perfume. Este lenguaje poético no es ajeno a nadie que haya tenido alguna experiencia del amor benevolente, no es ajeno a los enamorados… Es un lenguaje que acerca una cierta comprensión natural de la caridad. Son imágenes muy aptas para trabajar con ellas en psicoterapia, cuando no surgen otras espontáneamente. Caridad y humildad aparecen en ellas siempre asociadas. Muestran, purifican, invitan, alientan. Toda la riqueza revelada sobre esta vida feliz ilumina “El Cantar de los Cantares”, el libro de los Salmos y en fin, todo el Antiguo Testamento, para hacer conmovedora eclosión en la persona de Nuestro Señor Jesús.
Si es la infelicidad la que trae a las personas a consultar será la persistente inclinación a ser felices y eventualmente, a ser santos porque la salud y la felicidad se identifican con la santidad, será, decía, esta inclinación, el motor de todo el esfuerzo que plantea la psicoterapia. Como ovejas sin pastor… La perseverancia con que se procuran estos encuentros laboriosos, indica el deseo de oriente para una vida feliz y cuan necesitados estamos de buen pastoreo para alcanzarla. Es tanto cuanto atrae, mueve y orienta la búsqueda de la verdad en el amor que suele prevalecer sobre la seducción de las convenciones, prejuicios y teorías pseudocientíficas en la vida de los pacientes. “Atraeré a todos hacia Mi” El Amor que siempre espera.
Por el camino de la verdad sobre si mismo, la psicoterapia deviene lugar de encuentro con la Verdad beatificante. Si el paciente carece de esa “razón ampliada” como llama el Santo Padre a la inteligencia abierta por la fe, recordemos que el camino de la verdad y el amor está exigido por la naturaleza misma y son el término natural y sobrenatural de nuestro desarrollo humano. Es decir, en todos los casos y siempre, verdad y amor están al alcance del hombre, como dones que podemos libremente disponernos a recibir en creciente plenitud. Nuestra conciencia moral no “produce” sus verdades; tampoco los procesos cognitivos “producen” la verdad, y más que encontrarla, la reciben. El amor como acto de la voluntad, propiamente, no es producido por ella, sino que le es dado. La experiencia nos permite descubrir en el amor todas las notas de lo gratuito, de que es otro quien nos hace felices. Entonces, si bien orden natural y sobrenatural se distinguen y son diferentes, existe entre ellos continuidad, porque ambos dimanan de un mismo Dios: esto es especialmente notable en la observación de la vida anímica y de un diseño psicológico preparado para la vida sobrenatural que al infundirlo lo mantiene y lo transforma con miras a su divinización.
Son enemigos de la orientación a la felicidad, propios de la patología, es decir, del dinamismo egocéntrico de la soberbia, por un lado las racionalizaciones, que vulneran la relación de la inteligencia a la verdad y por el otro el egoísmo, cínicamente promovido en nuestra cultura. Es la debilidad del amor de benevolente, a favor de las concupiscencias (debilidad de la ternura abnegada, del gusto de servir y de hacer feliz a otro desinteresadamente). Vemos este egoísmo como contrario al desarrollo de la caridad, directamente relacionada con la unión beatificante .La mayoría de los pacientes concluye con razón que sabemos poco del verdadero amor: “¡pero entonces amar, nadie ama!” “recién ahora entiendo de que se trata esto de amar” “el amor “amor” de veras, qué es? Es el sentimiento del niño que confía y se sustenta en la experiencia del bien que nadie puede quitarle, de una Creación ordenada, de un amor vigente .El niño que Jesús declaró feliz. Es la experiencia de una fuerza que margina todos los miedos salvo el bendito temor de ofender al amado. Esta libertad de todo miedo, esta incondicionalidad de nuestra entrega en la vida, se cumple con esa plenitud que permite ser feliz, sólo cuando el Amado es Dios mismo. Porque es el único objeto eterno y perfecto capaz de sostener nuestro amor y n uestra vida eterna y perfectamente. Un alma afincada en el bien amado, nada teme y se siente feliz “como un niño en brazos de su madre”. Sólo el Bien Supremo garantiza la plenitud de esta experiencia .Nos hace felices…el amor de Dios. El regreso a esta infancia espiritual requiere como primera instancia el arduo pasaje de la dinámica de egocentrismo a la dinámica del amor y la humildad.
Como terapeutas cristianos tenemos el gran oriente de las Bienaventuranzas en que el mismo Señor se presenta como modelo del Hombre Feliz. Jesús nos dice cual es el hombre feliz y como lograr esta identificación con El, feliz en su obediente filiación.
En psicoterapia, lógicamente, los temas propios de las bienaventuranzas no aparecen siguiendo ningún orden y simplemente secundamos el don del Espíritu Santo con gracias externas: sean gracia todas nuestras intervenciones terapéuticas, las explicaciones, los consejos. Tengamos a bien , sobre todo , aprovechar las “puertas de entrada” a la experiencia de Dios en nuestros pacientes : la muerte de un bebe, el nacimiento de un hijo enfermo, pérdidas sucesivas de seres queridos… verdaderos hitos en la subida a la montaña de las Bienaventuranzas. En Dios, las heridas sanan, la muerte da vida. La psicoterapia no puede operar la modificación de las facultades necesaria para alcanzar esta vida feliz porque esto es obra de Dios, pero sí puede ayudar a remover los obstáculos del miedo y las cobardías, de las concupiscencias, del egocentrismo, de la mentira, de la tristeza y la desesperanza provenientes de la soberbia y sus secuelas en el alma, que debilitan la fuerza del amor. El amor verdadero quiere abrazar el dolor, evita la ira y procura la paz; el amor humano quiere prepararse al amor de Dios con estos actos de amor que ya lo inician.
Ejemplifico con el caso de una mujer excesivamente atenta a los mínimos males y males aparentes en su entorno que puedan afectarla a ella o a sus hijos. Sufre permanentes sentimientos de amenaza y una tendencia a responder con ira ingobernable, notablemente inadecuada e ineficaz. El egocentrismo, que promueve su irascibilidad exacerbada, se acompaña de una notable posesividad en sus relaciones. Es inteligente y formada. Padece desde hace años una enfermedad autoinmune en la que su cuerpo parece replicar contra si mismo las conductas defensivas extremas que ella practica vehementemente. Un buen día está en juego la vida de un hijito y ella tolera muy mal su internación: se desata en acusaciones y luchas estériles contra médicos y enfermeras. Sobre todo rivaliza e intenta imponer sus criterios, muchas veces razonables. Su clínico, preocupado por su salud, la deriva a terapia. Aprovecho su intenso amor de madre. La terapéutica consiste en rectificar el funcionamiento de su irascibilidad y ponerlo al servicio del amor. Le presento el valor de la mansedumbre, y también la oportunidad de hacerse fuerte en el dolor aceptado, aprendiendo a encontrar consuelo en la Cruz. ¿Cómo pasar de su dinámica defensiva egocéntrica a la dinámica del amor? La acompaño a descubrir que el amor es su fuerza y que no hay otra verdaderamente “fuerte”. Se ejercita en retener o guardar la agresividad para ponerla a disposición del amor. En lugar del enojo, el sufrimiento que profundiza y hace fecundo el amor. Representa imaginativamente varias situaciones que “disparan” su habitualidad egocéntrica y violenta: una por una , las fue transformando interiormente , a veces deseando la mansedumbre que iba haciéndose virtud en ella, a veces en unión a Jesús crucificado, a veces “envolviendo “ en el más puro amor a su hijo , esta lucha por su salud. Depone el miedo y el sentimiento de ser frágil y estar rodeada de enemigos, mediante una observación más cuidadosa de la realidad. El secreto fue purificar y fortalecer su intenso amor de madre. Pudo llegar a decir, en un tiempo tan difícil de su vida : “soy feliz”.
La Subida al monte de las bienaventuranzas coincide con la Subida al monte Calvario, por esta inclusión del sufrimiento en la caridad, subida que nos ubica ante estaciones sucesivas o delante de distintas puertas. La primera puerta la abre el amor alentando el desprendimiento de los egoísmos, de las vanidades, las pasiones o la queja ante circunstancias adversas que solo piden una aceptación sencilla. Una segunda puerta, que también le corresponde abrir a ese amor verdadero, es la conciencia y dolor de las propias faltas como purificación. Infidelidades, malos tratos, mentiras, abusos. El corazón del terapeuta responde con un “bienaventurados los pobres” o un “bienaventurados los que lloran” Es el mismo Jesús quien invita a caminar con El.
Al referirme a “puertas”, indico situaciones interiores, puertas naturales y sobrenaturales a la felicidad, situaciones que operan una cierta interiorización de la vida psíquica favorable a su divinización por la Caridad. Por puertas naturales me refiero a situaciones anteriores a la conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida, experiencias de unión personal a un bien que es verdadero y bello. Doy un breve ejemplo: una paciente de unos 27 años imagina que recorre una pradera y se queja de aburrimiento… no hay nada que valga la pena, es todo igual…pasto, aire abierto, pájaros …. ¿Pájaros? ¿Cuáles? Le pido que se detenga, que al detenerse contemple los movimientos de uno solo de esos pájaros… Los pájaros son aburridísimos también….pero hay un pajarito que salta, un poco pesado, está tranquilo. Silencio….el sabe que en esta pradera hay comida para él y un nido para descansar…es muy buena su situación. Valió la pena detenerse…no hay ya nada de aburrimiento, hay una atención absorta en la escena elocuente. La paciente goza del bien que expresa este pájaro. Hay un amor incipiente a este bien hasta ahora desconocido. Partiendo de la iluminación de la imagen se alcanzó una percepción inteligente de una realidad ordenada que se ofrece como la vida misma, como un don, como un orden natural que sostiene, que es bueno y confiable. Surge un amor a este bien que se encarna en sentimientos de ternura y tranquilidad, pero sobre todo de confianza. Sugiero a la paciente que se identifique, salvando las distancias, con este pájaro. La gran novedad en su vida anímica es justamente la confianza: la paciente, tensa y exasperada en el encierro de sus fantasías, e invenciones mentales, incapaz de producir un orden verdadero y confiable, sufre insatisfecha su tristeza y su anémico cansancio por no haber descubierto ese orden dado en la Creación y en su propio ser que le permite sentirse sostenida y luego desplegar una funcionalidad que necesita esta condición previa para su accionar… Es la experiencia de la Providencia, desde una contemplación terrena, experiencia incipiente del amor y la gratuidad que la terapia se ocupará de desarrollar Dios mediante. Pero ya hemos dado un paso fuera de la situación patológica. Cuando el alma está encerrada en la observación de sus propios datos, interpretándolos hasta extenuarse, cuando la vida propia y ajena es bien de uso, espejo para las ilusiones y desilusiones narcisistas, la realidad se cierra, no remite ya a ningún bien espiritual, pierde todo valor analógico: la naturaleza y la realidad se clausuran como puertas a Dios y a la felicidad. En psicoterapia esta orientación a la felicidad por el camino de las analogías, se realiza invitando a la contemplación mediante el recurso a las representaciones conservadas en la imaginación. Las realidades naturales son un riesgo o una oportunidad para la salud: son una oportunidad si me mantengo en la línea de mi naturaleza, si eventualmente acepto sufrir por mantenerme en esta línea de la verdad en el amor. Hay pues un acercamiento natural al espíritu de las bienaventuranzas. Sin embargo, sólo sobrenaturalmente se puede entrar en ellas y desde allí relacionarse en plena salud y libertad con Dios y con el prójimo. La realidad, como vimos, o se abre como puerta a Dios o se cierra sobre si misma cuando uno busaca en si mismo,o en los dictados del mundo, todas las referencias.
La orientación a la felicidad incluye por parte del terapeuta, indicar y mostrar los bienes amables, mediante el recurso al arte, los cuentos, poesías y parábolas, elegidos e interpretados en sintonía con el Evangelio. Pero importa sobre todo estar atento a las expresiones e imágenes que elige el paciente, su estilo, su logicidad o su falta de ella, sus falacias, como emergentes del idealismo imperante en la cultura… Habrá que detenerse ante frases tales como “dispongo de mi propia vida” “tengo derecho a ser feliz” “soy dueño de mis decisiones” .Como medio del terapeuta para conocer a su paciente, la “manifestación de los pensamientos” es fundamental y la comunicación verbal, abierta a todos sus recursos, es el medio terapéutico primordial. Sin embargo ocurre que el paciente no sólo selecciona lo que quiere trasmitir u omitir sino que no puede trasmitir aquello que no entiende, porque los contenidos requieren una cierta inteligibilidad que permita su verbalización. Por esto es óptimo recurrir, para su acercamiento a la verdad, a esas imágenes donde la racionalidad se prepara, donde las verdades alcanzadas se guardan, donde toda preparación de la experiencia o toda experiencia incompleta se conserva, donde se atesoran los recuerdos o las analogías de lo vivido, donde la creatividad, apuntalada por la conducción terapéutica, cumple con su función natural de encauzar, desde la sensibilidad, la búsqueda de la verdad. Luego, con la rectificación de la sensibilidad por intermediación de las imágenes adecuadas, toda ella se prepara para subordinarse a la racionalidad que la requiere, para servirla en el camino hacia la espiritualidad plena y proveerla de sus recursos en el regreso hacia las obras que encarnan la vida del espiritu.
Para la indagación de la situación del actual del paciente, de su punto de partida en el camino hacia la felicidad, bien puede aplicarse el test desiderativo como evaluación del oriente valorativo del paciente, de su conciencia de libertad y capacidad de gobierno de sí, de su conocimiento o desconocimiento de sí mismo y de los valores espirituales en sí y para él. El paciente manifiesta aquí cuales y de que calidad son sus ideales y a que disvalores, temores o debilidades los contrapone. Luego de una discusión exhaustiva de estas elecciones o identificaciones, el mismo paciente intentará modificarlas, elegir otras más acordes con su particularidad y la particularidad de su vocación, a la luz de la verdad y del amor.
En todos los trances del camino , la psicoterapia ha de vérselas especialmente con la dimensión afectiva porque se trata de mover al paciente siempre a un bien más digno de ser amado con el amor más puro y benevolente posible. Existe la tendencia natural de integrar lo emocional a lo voluntario. Pero sentimiento y voluntad deben identificarse siempre y cuando la identificación esté fundada en el bien y en la verdad. Este trabajo de ordenación de la naturaleza, imprescindible para una ascética que permita la vida feliz, es también tarea de la psicoterapia: habrá que teorizar lo imprescindible, según la particularidad de cada cual, habrá que alentar al bien arduo, con imágenes bellas y verdaderas, alentar avivando la conciencia de la belleza de las propias posibilidades de amar y de hacer más buena, verdadera y bella la propia vida y la de los demás. Creo que es necesario aplicarnos más a la verdad vislumbrada y a los amores benevolentes sentidos, para darles mayor y mejor presencia en nuestras vidas. Sea la psicoterapia oportunidad para esta amplificación del amor y de la verdad en la propia vida, especialmente cuando se trata del mismo Dios que nos ofrece la experiencia de su Ternura.
Generalmente, las experiencias del consuelo divino se olvidan o ha sido sumamente fugaz su consideración por parte de los pacientes. Le cabe a la psicoterapia recuperarla, amplificarla, darle el sitio que le corresponde en sus vidas. Lo seres humanos volvemos, después de estas experiencias sobrenaturales, rápidamente, a la exterioridad, frivolidad y sensualidad anteriores, pero perdiendo la intensidad de gozo y la certera orientación a la felicidad que nos deparaba la consolación. Si rescatamos estos momentos en psicoterapia, estos “relámpagos” de lo infinito, atesorados por la memoria, serán un lugar bendecido por la presencia de Dios, un lugar de interioridad, que ha de recuperarse y desde donde se podrá comenzar a caminar en la vida bienaventurada que es siempre vida vivida desde lo interior. Menciono aquí el caso de una paciente bautizada y relativamente formada en la fe pero alejada de todo compromiso y experiencia. Enferma de cáncer, en un momento de profundo despojamiento de todo lo que la ataba a su cotidianeidad, sintiéndose sola y desvalida, recibe la gracia del consuelo divino: nada le importa, Dios la ama y esto es superior a todo bien. Confiesa que mil veces prefiere estar enferma con El, que sana sin El. Luego, llega su curación y sabe que esto también es un regalo de la Providencia: nuevamente experimenta que está en Sus Manos y que ello tiene una dulzura inaudita y preferible a todo. Sin embargo todo vuelve al orden mundano junto a su pareja diez años menor que ella, que finalmente le es infiel y la abandona. Es entonces que comienza su terapia en un estado de profunda perturbación y congoja. Superficialmente toca cuestiones relacionadas con su fe. Una noche sueña que llora y se despierta llorando, pero interpreta su sueño explicándose que debe ser el dolor por la ruptura con su novio. Le sugiero que regrese imaginativamente a su sueño y se vea allí llorando…Es entonces que aparece con toda vivacidad el recuerdo del consuelo de Dios, aún con mayor intensidad y gozo que en el tiempo de su enfermedad. Enterada de esta experiencia, procuro ayudarla a darle toda la expansión que merece. Luego de esta sesión todos sus trabajos imaginativos, sea cual sea la temática, incluyen el contenido de esa experiencia espiritual que ha de mantenerse vigente para reorientar su vida.
Si la virtud que nos da acceso a Dios, la virtud de la vida feliz y que permite llamar virtud a las otras virtudes, es la caridad, todo amor, si es amor ordenado, está participado del Amor del Creador y prepara y acerca a la Caridad. Porque todo amor analoga bajo algún aspecto a la Caridad, merece nuestra atención especial en psicoterapia. Además ,es en la Caridad que el terapeuta puede dar a su paciente el amor de Dios, amarlo como es amado por Dios, permitirle al paciente esa misma experiencia en su relación con nosotros, inferiores como somos al tesoro de la gracia que llevamos y entregamos Así, de algún modo, comunicamos la bienaventuranza. La bienaventuranza referida a la misericordia es nuestra propia y especial “orientación a la felicidad” como terapeutas. El amor a nuestros pacientes es curativo, tanto más curativo cuanto más misericordioso. La miseria de ellos nos purifica y nos santifica, nos hace encontrar medios fecundos e inteligentes para darles ayuda. Todas las obras de misericordia están a nuestro alcance como terapeutas: enseñar, aconsejar, corregir, perdonar, consolar, sufrir con paciencia sus defectos y rezar por ellos. Saber esperar, confiando en la Voluntad de ese Pastor en cuyo nombre pastoreamos, descubrir la imagen y semejanza escondida, amar la divina bondad, verdad y belleza en acto o en potencia en el prójimo, amarla con amor benevolente, removiendo los obstáculos intelectuales y afectivos para orientarlos a Dios. Esta ejemplaridad a la que aspiramos como terapeutas es para ellos parte de la misma terapia .Por este mismo camino han de encontrar nuestro pacientes, con la gracia de Dios Misericordioso, y el auxilio de María , la vida feliz.
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