domingo, 12 de enero de 2014

La tenaz lucha del Papa para desenmascarar a Satanás y a los que en la Iglesia niegan su existencia.


"Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del demonio". Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de su primera misa como Pontífice, celebrada en la Capilla Sixtina después de su elección. El nuevo obispo de Roma, del "fin del mundo", ha citado en diferentes ocasiones al diablo en su predicación. 

En la plaza San Pedro, el 24 de marzo, al celebrar la Jornada de la Juventud, recordó que la alegría del cristiano deriva no de la posesión de muchas cosas sino del encuentro con Jesús, "del saber que con Él no estamos nunca solos, incluso cuando el camino de la vida choca con problemas y obstáculos que parecen insuperables, ¡y hay muchos! Y en este momento viene el enemigo, viene el diablo". El 4 de mayo, durante la misa matutina en Santa Marta, al reflexionar sobre la persecución de los cristianos,Francisco habló del "odio del Príncipe de este mundohacia cuantos han sido salvados y redimidos por Jesús".
Estas alusiones repetidas, que en su momento fueron destacadas por la prensa, ofrecen el punto de partida para una reflexión del padre Giandomenico Mucci en la revista de los jesuitas "Civiltà Cattolica". "Desde hace varias décadas -escribió- la predicación católica se ha olvidado del diablo que, en cambio, está muy presente en los documentos del mismo Vaticano II. 

Algunos teólogos acogieron la opinión según la cual Satanás es fruto de la fantasía humana que se desarrolló en el área del paganismo y que penetró posteriormente en el pensamiento judío". Se explicaría de esta manera "la agitación suscitada, entre los creyentes y los no creyentes, por la predicación del Papa sobre el diablo".
El olvido del diablo es un fenómeno que ha caracterizado particularmente los últimos cincuenta años. Justamente para indicar este fenómeno, recordando las diferentes citas del Evangelio, del Apocalipsis, de las Cartas Apostólicas, de los Padres de la Iglesia, de los Concilios y del magisterio de los Papas, en 1975 (durante el pontificado de Pablo VI) la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un estudio titulado "Fe cristiana y demonología", que trataba de detener el intento de "desmitización de la secular doctrina de la Iglesia sobre Satanás".
En el artículo de padre Mucci, una parte consistente está dedicada a amplias citas del discurso de Pablo VI, que el 15 de noviembre de 1972 dedicó a este argumento la catequesis de la audiencia general, afirmando que "una de las mayores necesidades de la Iglesia hoy es la defensa de aquel mal que llamamos Demonio".

El Papa Montini subrayó que "el mal no es dolo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y atemorizante. Sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica que se niega a reconocerla como existente".
   
Pablo VI puso en guardia ante la actitud de los contemporáneos: "algunos piensan encontrar en los estudios psicoanalíticos y psiquiátricos o en experiencias espiritistas, hoy desgraciadamente difundidas en algunos países, una suficiente compensación. Se teme volver a caer en teorías maniqueas, o en temerosas divagaciones fantásticas y supersticiosas. Hoy se prefiere mostrarse fuerte y desprejuiciado, seguir positivismos, salvo, luego, para dar fe a muchas gratuitas veleidades mágicas o populares, o peor abrir la propia alma a las experiencias licenciosas de los sentidos, a las deletéreas de los estupefacientes, así como a las seducciones ideológicas de los errores de moda, fisuras todas ellas por las cuales el Maligno puede penetrar fácilmente y alterar la mentalidad humana".

Las palabras de Francisco, pues, vuelven a indicar la presencia del diablo, una presencia que en las últimas décadas (después de la fase del olvido) se puede percibir como una exageración del sensacionalismo o del folclore de las noticias sobre el satanismo. 

Por este y otros motivos, el artículo del padre Mucci en "Civiltà Cattolica" concluye: "Existe el riesgo de que el cristiano de excesiva importancia al diablo, seducido por la pacotilla de cierta prensa y de ciertos servicios de la televisión que inducen a deleitarse en el escalofrío que causan intervenciones diabólicas verdaderas, presuntas o inventadas. Satanás existe y tienta al hombre al mal y le puede incluso dañar gravemente. Pero no puede impedir en nosotros ni la vida evangélica ni la salvación eterna. Él es como un perro rabioso y feroz, legado con una robusta cadena a la pared. Puede atacar y matar si el hombre se acerca al radio de acción que concede la cadena. Esa cadena es Cristo".

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=30735

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