martes, 6 de agosto de 2019

Los 5 Minutos del Espíritu Santo

Me detengo un momento sólo a respirar. Simplemente existo, y respiro. 

Presto atención sólo a la respiración, al aire que entra en mí y que sale de mí. 

Y me dejo estar, me abandono.

Con dulzura, aparto todos los pensamientos, recuerdos e imágenes que vayan apareciendo, y vuelvo a concentrarme con serenidad sólo en la respiración. 


Me detengo sólo a gozar de la existencia, que es un invalorable regalo.

Así, abandonándome, voy dejando nacer un sentimiento positivo de gratitud y de verdadera paz. Al fin de cuentas, más allá de todo, vale la pena existir. 


Es mejor que no ser. Este presente es maravilloso. 

Gracias, gracias.

Dejo que el Espíritu Santo vaya haciendo crecer poco a poco ese sentimiento de dulce gratitud.

lunes, 5 de agosto de 2019

Reflexión sobre las redes sociales

Cerca del 53% de la población mundial contamos con alguna red social y seguramente hay muchas razones positivas para conservarlas.

Los celulares fueron evolucionando, aparece el Internet y con ello contenido. Antes no podías estar “conectado” y hacer llamadas a la vez.

Desafortunadamente creo que nos hemos encerrado en este mundo tecnológico y nos estamos perdiendo de muchas cosas del mundo real. Me sorprende cómo los niños son capaces de manejar la tecnología y cómo dependen de ello tanto ellos como los padres para mantenerlos entretenidos.

Sé que somos capaces de equilibrarlo, de utilizarlo para lo mejor, de tener momentos de ocio también, pero planeados, pensados.


Las actividades diarias consumen gran parte de nuestro día, y generalmente utilizamos el tiempo libre para estar en las redes sociales. Realmente sería liberador utilizar ese tiempo para nosotros mismos, y no esclavizarnos en una pantalla. Le estamos agregando algo más al día, en lugar de restarle y equilibrar esto es realmente difícil.

Uno de los frutos del Espíritu Santo es precisamente la templanza, conocida también como auto-disciplina. En ella podremos encontrar maravillas, ya que no sólo aplica para las redes sociales.

Sino para todos los aspectos de nuestra vida. No es necesario dejar las redes sociales si somos capaces de elegir cierto momento para navegar y dejarlo sin ningún problema.

Lo peor es que le damos todo el poder al celular para llamarnos por medio de notificaciones cada que hay algo nuevo. ¡Imagínate! Todo se multiplica.

¡Las redes nos roban el tiempo! Aunque sea una actividad voluntaria al inicio. Le estamos dedicando tanto tiempo a estar online que dejamos de hacer y nos dedicamos a ver.

Hay tantas cosas que podríamos hacer con el tiempo libre, vamos a orar juntos, que Dios nos ayude a encontrarle un mejor propósito a cada día, que lo encontremos a él y lo llevemos a quien lo necesita. Si podemos.

Siempre que requerimos información, acudimos por respuestas a Google, que es una grandiosa herramienta, pero que nos puede llevar a olvidarnos de quien realmente lo sabe todo, lo puede todo.

Retomemos nuestra vida de oración y de acción, la palabra de Dios se proclama pero también se pone en acción. Muchas veces damos palabras de aliento por medio de las redes y es que es realmente fácil.


sábado, 3 de agosto de 2019

Gotitas de Sabiduría




5 minutos con el Espíritu Santo

"Ven Espíritu Santo. Me han dicho que soy como un diamante en bruto, una piedra preciosa que está llamada a resplandecer con toda su belleza. Pero para ofrecer todo mi brillo, necesito ser tallado, pulido, trabajado Ven Espíritu Santo. 

Ven a tallar este diamante que tú has creado, ven a sacar de mí todo lo bello que tú mismo me has regalado. 

De mi corazón pequeño saca los mejores actos de amor; de mis labios saca las mejores sonrisas y las mejores palabras; de mis ojos saca las miradas más buenas, comprensivas y pacientes; de mis manos saca las mejores acciones, las mejores caricias, los gestos más bellos. 

Ven Espíritu Santo, a realizar tu obra en mi vida.

Amén."

viernes, 2 de agosto de 2019

2 de Agosto indulgencia de la Porciuncula


la PORCIÚNCULA (Santa María de los Angeles)
En una noche de Julio del año 1216, un fraile oraba fervientemente en su pequeña cueva del bosque. Pedía a Dios la virtud de la humildad. Le llamaban hermano Francisco y, aunque tenía 34 años, ya era conocido y amado por miles de personas. Doce años mas tarde y solo 22 meses después de su muerte, la Santa Madre Iglesia lo proclamaría santo. Pero el "poverelo" se consideró siempre el jefe de los pecadores. En el silencio de la noche, imploraba a Dios todopoderoso que tuviese misericordia de los pobres pecadores, recordando las palabras del Señor: "a menos que hagan penitencia, todos perecerán". Pensaba en su propia juventud, solo doce años antes había sido inquieto, frívolo, ambicioso, mujeriego, y por último, soldado. Difícilmente le daba algún momento de su atención a Dios.

Aquella noche el Señor le dijo al poverelo: "Francisco, ¿quien puede hacerte mayor bien, el amo o el siervo?" Francisco guardó esta lección a su corazón y decidió poner de primero lo primero. Le preguntó al amo como podría servirle, y Jesús, el amado salvador que abrazó la agonía de la cruz por todos los hombres, le miró con ternura y afecto y le dijo: "Repara mi Iglesia". Desde entonces, cuando Francisco pensaba en lo delicado, bueno, y amoroso que era Jesús, rompía en llanto y exclamaba: "¡El amor no es amado!".

Primero Francisco tomó las palabras del Señor literalmente y con gozo reparó la capilla donde había recibido la visión del Señor. Después bajó al bosque en el valle de Asís y reparó la vieja capilla de Nuestra Señora de los Angeles, llamada Porciúncula (pequeña porción). Por su devoción a la Santísima Virgen y por su reverencia a los ángeles, tomó la porciúncula como lugar de vivienda. Los campesinos insistían que ellos muchas veces escuchaban ángeles cantando en la Porciúncula. Ahí fue donde los primeros hermanos se unieron a El, en la vida nueva de santa pobreza, trabajo manual, cuidando a los leprosos, mendigando y predicando el amor de Cristo. Siendo los benedictinos propietarios de aquel lugar, Francisco pagaba como renta anual una canasta de pescado.

Oprimido por el pensamiento de ser indigno ante la misión de fundar la orden religiosa, subió a una cueva en las montañas. Ahí, durante una tormenta se echó al piso y, con una perfecta contricción, rogó a su Salvador que le perdonara los pecados de su vida pasada. En la angustia de su alma el gritaba: "¿Quien eres tu mi querido Señor y Dios, y quien soy yo vuestro miserable gusano de siervo? Mi querido Señor quiero amarte. Mi Señor y mi Dios, te entrego mi corazón y mi cuerpo y yo quisiera, si tan solo supiera como, hacer mas por amor a ti!. Repetía: "Señor ten misericordia de mi que soy un pobre pecador."

Luego, una dulce y gentil paz, la maravillosa paz del Señor llegó a su pura y penitente alma y le dijo: "Francisco, tus pecados has sido borrados." Desde entonces, por la gratitud que sentía, ardía en un deseo apasionado de obtener el mismo favor celestial por todos los pecadores arrepentidos. Y por eso oraba y pedía fervientemente esa noche en la cueva del bosque.
                                                               
                                                                                            
De repente el sintió un impulso irresistible de ir a la pequeña Iglesia, la Porciúncula. En cuanto entró, como siempre, se arrodillo, inclinó su cabeza y dijo esta oración: "Te alabamos, Señor Jesucristo, en todas las iglesias del mundo entero. Y te bendecimos porque por tu santa cruz redimiste al mundo." Luego al alzar su mirada, en su asombro Francisco vio una luz brillante arriba del pequeño altar y en unos rayos misteriosos el vio al Señor con su Santísima Madre con muchos ángeles.

Con pleno gozo y profunda reverencia, Francisco se postró en el piso ante esta gloriosa visión y Jesús le dijo: "Francisco pide lo que quieras para la salvación de los hombres". Sobrecogido al escuchar estas palabras inesperadas y consumido por un amor angelical por su misericordioso Salvador y por su Santísima Madre, Francisco exclamo: "Aunque yo soy un miserable pecador, yo te ruego querido Jesús, que le des esta gracia a la humanidad: dale a cada uno de los que vengan a esta Iglesia con verdadera contricción y confiesen sus pecados, el perdón completo e indulgencias de todos sus pecados".

Viendo que el Señor se mantenía en silencio, Francisco se dirigio con un confiado amor a Maria, refugio de los pecadores, y le suplicó: "Te ruego, a Ti, Santísima Madre, la abogada de la raza humana, que intercedas conmigo, por esta petición". Entoces Jesús miro a Maria, y Francisco se alegró al ver a Ella sonreir a su Divino Hijo, como que si dijera: "por favor, concedele a Francisco lo que te pide, ya que esa petición me hace feliz a mi".

Inmediatamente Nuestro Señor le dijo a Francisco: "Te concedo lo que pides, pero debes de ir a mi Vicario, el Papa, y pídele que apruebe esta indulgencia". La visión, entonces, se desvaneció dejando a Francisco en el piso de la capilla, llorando de alegría, con profundo amor y agradecimiento.

Temprano en la mañana, Francisco salio con el Hermano Maceo, a la cercana ciudad de Perugia, donde un nuevo Papa había sido electo, Honorio III. En el camino, Francisco empezó a preocuparse, ya que iba a pedirle al Papa, un privilegio muy grande para una capilla desconocida. Ese tipo de indulgencia solo se le había concedido a la tumba de Cristo, a la de San Pedro y San Pablo y a los que participaban en las cruzadas. Entonces Francisco oró arduamente a Nuestra Señora de los Angeles.

Cuando llegó el turno de hablar con el Papa, Francisco se dirigió con gran humildad: "Su santidad, unos años atrás reparé una pequeña Iglesia en honor a la Santísima Virgen. Le suplico le conceda recibir indulgencias, pero sin tener que dar ninguna ofrenda" (Francisco pensaba en los pobres).

-El Papa replicó:"No es muy razonable lo que pides, pues quien desea una indulgencia debe hacer un sacrificio. Pero, bueno, ¿de cuantos años quieres que sea esta indulgencia?
-Francisco respondió: "Santo Padre, podría usted no darle años específicos, sino almas?
-¿Que significa eso de almas, Francisco?
                                                                                     


Ahora Francisco tuvo que elevar una oración ferviente a Nuestra Señora, ya que debía explicarle al Papa lo que significaba su petición. Con mucha humildad pero con firmeza hizo su extraordinaria petición, la que ha sido conocida como la indulgencia de la Porciúncula.

-"Yo deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios concede en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habndose arrepentido sinceramente, confesado y habiendo recibido la absolución, que se le borren todos los pecados y las penas temporales de ellos en este mundo y en el purgatorio, desde el día de su Bautismo hasta la hora en que entren en esa iglesia."

Impresionado por esta firme y sincera petición, el Papa exclamo: "Estas pidiendo algo muy grande Francisco, ya que no es la costumbre de la Corte Romana conceder ese tipo de indulgencia"

Reconociendo que esta oportunidad de traer gracias a la humanidad, podía desvanecerse en aquel instante, Francisco añadió con fervor y vehemencia, y con una serenidad devastadora: "Reverendísimo Santo Padre, yo no le pido esto por mi mismo, lo pido en nombre de Aquel que me ha enviado, Nuestro Señor Jesucristo".

En ese momento el Papa recordó que su gran predecesor Inocencio III, estaba convencido que Cristo se le aparecía y guiaba de manera especial a este pequeño y santo poverelo. Movido, por el Espíritu Santo, el vicario de Cristo solemnemente declaró tres veces: es mi deseo que se te sea concedida tu petición. Pero los cardenales que estaban presente al escuchar esta innovación revolucionaria, protestaron y reclamaron al Papa que esta rica y nueva indulgencia debilitaría las cruzadas. En términos fuertísimos le exigieron que la cancelara. Pero el Papa les dijo, "yo no cancelo lo que he concedido". -"Entonces restríngela lo mas posible".
El Santo Padre llamó a Francisco y le dijo: "nosotros te concedemos esta indulgencia y debe ser válida perpetuamente, pero solo en un día cada año, desde las vísperas, a través de la noche, hasta las vísperas del siguiente día."

Francisco sumisamente bajo la cabeza y después de agradecer al Papa, se levanto y comenzó a salir. Pero el Papa le llamo: "¿Adonde vas, tu pequeño poverelo? No tienes garantía sobre esta indulgencia". Francisco se volvió hacia el y con su simpática y confiada sonrisa le dijo: "Santo Padre su Palabra es suficiente para mi, si esta es la obra de Dios es El quien hará su obra manifiesta. No necesito ningún otro documento. La Santísima Virgen María habrá de ser la garantía, Cristo el notario, y los ángeles los testigos." (recordando la visión)

Francisco escucho estas palabras en su oración: "Francisco quiero que sepas que esta indulgencia, que ha sido concedida a ti en la tierra, ha sido confirmada en el cielo". Con gran gozo compartió esta revelación al hno. Maceo, y juntos aligeraron el paso para ir a darle gracias a Nuestra Señora de los Angeles en la Porciúncula.                          

EL PERDON DE ASIS (indulgencia de la Porciúncula)  
 Para la solemne inauguración de este perdón en la Porciúncula, Francisco escogió Agosto 2, porque fue el primer aniversario de la consagración de esta santa capilla, y porque Agosto 1, era la fiesta de la liberación de San Pedro de las cadenas que tenía en la cárcel (Agosto 2, es el día de Nuestra Señora de los Angeles).

En presencia de los obispos de Asís, Perugia, Todi, Spoleto, Gubbio, Nocera y Foligno, anunció Francisco a la multitud la gran noticia: «Quiero mandaros a todos al paraíso anunciándoos la indulgencia que me ha sido otorgada por el Papa Honorio. Sabed, pues, que todos los aquí presentes, como también cuantos vinieren a orar en esta iglesia, obtendrán la remisión de todos sus pecados». 

Jesús y María confirmaron su aprobación del Gran Perdón de la Porciúncula. Una vez a un santo fraile franciscano, Beato Conrado de Ofida, la Virgen Santísima se le apareció envuelta en un rallo de luz, con el niño Jesús en sus brazos, en la puerta de la Porciúncula. El niño bendecía a todos los peregrinos que entraban en la capilla de su Madre para adquirir el perdón de los pecados.

Mas tarde los obispos de Asis y otros Papas promulgaron documentos confirmando "El gran Perdón de la Porciúncula". La pequeña iglesia dedicada a la Santísima Virgen se convirtió en uno de los mas famosos santuarios de peregrinación de toda Europa. Mas tarde Gregorio XV hizo extensivo el jubileo de la Porciúncula a todas las Iglesias Franciscanas del mundo.  En 1921, el Papa Benedicto XV canceló la restricción de manera que se pueda obtener indulgencias cualquier día. Según el decreto de la Penitenciaría Apostólica del 15 de julio de 1988 («Portiuncolae sacrae aedes»), se puede ganar la indulgencia en La Porciúncula durante todo el año, una sola vez al día. Cada año una multitud de fieles acude allí para recibir el «Perdón de Asís» también llamado «Indulgencia de la Porciúncula». 

El Perdón de Asís se puede obtener para uno mismo o por los difuntos. Las condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias.

1) Visita al Santuario con la recitación de un Padrenuestro y un Credo

2) Confesión sacramental y Santa Comunión

3) Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.

Los peregrinos pueden obtener la indulgencia todos los días del año.  










https://www.corazones.org/lugares/italia/asis/a_sta_maria_angeles.htm

miércoles, 31 de julio de 2019

Los 5 minutos del Espíritu Santo.


Nosotros queremos que este mundo cambie. Pero al mismo tiempo, sabemos que el camino nunca brinda la perfección de la meta. Por eso, podemos aceptar serenamente que esta vida no termine de darnos todo, y nos hacemos capaces de disfrutar de los pequeños logros aunque no estén acabados por completo. 

Así lo vive especialmente el pobre, que de este modo se libera del más terrible peso: la autoexigencia angustiante de lograr en esta tierra el ideal imposible de una felicidad perfecta, o de una época insuperable. 

Por la esperanza, la iglesia se considera "la verdadera juventud del mundo", ya que "posee lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse gratuitamente, de renovarse, de partir de nuevo hacia nuevas conquistas" (Mensaje a los jóvenes del Vaticano II). 

El Espíritu Santo nos impulsa, pero hace que nosotros caminemos hacia un futuro mejor; no nos arrastra como muñecos, sino que nos motiva a tomar decisiones, a usar los propios talentos, a organizarnos, a trabajar juntos por un futuro mejor, a buscar la justicia y la solidaridad. 

Pero sabiendo que la perfección sólo estará en el cielo, donde estarán todas las cosas buenas que hayamos logrado, y mucho más que eso. Por eso, el Espíritu Santo siempre suscita la esperanza en la vida eterna, nos recuerda que no estamos hechos sólo para esta tierra.

No compliquemos las cosas

   

Muchas veces, complicamos innecesariamente nuestro comportamiento cuando en realidad, las cosas pueden ser más sencillas. Observa cada hora del reloj que aparece arriba y, sin atender a la posición que ocupa, intenta averiguar a cuál corresponde...
Seguro que piensas que una representación tradicional con los números del 1 al 12 es más sencillo y práctico. Análogamente, así debe de ser nuestro carácter y nuestro comportamiento.
Sería una locura... odiar a todas las rosas porque una te pinchó...
Sería una locura... renunciar a todos tus sueños porque uno no se realizó...
Sería una locura... desistir de todos tus esfuerzos porque uno de ellos fracasó...
Sería una locura... no creer en el amor porque uno de ellos te fue infiel...
Sería una locura... alejar de ti todas las ocasiones de ser feliz porque uno de los intentos no fue correcto...
Espero que en tu camino no cometas esta locuras...
Recuerda siempre que... habrá otra ocasion, otra amistad, otro amor. Sólo hay que pedirle a Dios ser más perseverantes, procurar ser más felices cada día y no perder el tiempo en nuestras vidas. ¿Y cómo podemos gestionar bien nuestro tiempo?
Reservando tiempo para REIR: es la música del alma.
Reservando tiempo para LEER: es la base de la sabiduría.
Reservando tiempo para PENSAR: es la fuente del poder.
Reservando tiempo para TRABAJAR: es el precio del éxito.
Reservando tiempo para DIVERTIRTE: es el secreto de la juventud eterna.
Reservando tiempo para SER AMIGO: es el camino de la felicidad.
Reservando tiempo para SOÑAR: es el medio de encontrar tus objetivos.
Reservando tiempo para AMAR Y SER AMADO: es el privilegio de los hijos de Dios.
Reservando tiempo para SER ÚTIL A LOS OTROS, esta vida es demasiado corta para que seamos egoístas.
Nosotros no perdemos tiempo en la vida; lo que se pierde es la vida, al perder el tiempo.

Estar en el lugar adecuado en el momento indicado.

Estaba caminando por una calle poco iluminada una noche ya tarde, cuando escuché unos gritos que trataban de ser silenciados y que venían de atrás de un grupo de arbustos.
 
Alarmado, disminuí mi velocidad para escuchar y me aterroricé cuando me dí cuenta de que lo que estaba escuchando eran los inconfundibles sonidos de una lucha: fuertes gruñidos, pelea desesperada y tela rasgándose. A sólo unos metros de donde yo estaba parado, una mujer estaba siendo atacada. 

¿Me debería involucrar? Yo estaba asustado por mi propia seguridad y me maldije a mí mismo por tener que decidir repentinamente el tomar una nueva ruta a casa esa noche. ¿Y si me convertía en otra estadística? ¿No debería tan solo correr al teléfono más cercano y llamar a la policía? Aunque me pareció una eternidad, las deliberaciones en mi cabeza habían tomado solo segundos, y los chillidos ya habían aumentado poco a poco. 

Yo sabía que tenía que actuar rápido. ¿Cómo podría alejarme de esto?. No, finalmente me decidí. No podría darle la espalda a esta mujer, aún si esto significaba arriesgar mi propia vida.

No soy un hombre valiente, ni soy atlético. No sé donde encontré el coraje moral y la fuerza física, pero una vez que había decidido finalmente ayudar a la chica, me volví extrañamente transformado. Corrí detrás de los arbustos y jaleé al asaltante lejos de la mujer. 

Forcejeando, caímos al piso, donde luchamos durante unos minutos, hasta que el atacante se puso en pie de un salto y escapó. 

Jadeando fuertemente, me levanté con dificultad, y me acerqué a la chica, que estaba en cuclillas detrás de un árbol, sollozando. En la oscuridad, apenas pude ver su silueta, pero ciertamente pude percibirla temblando y en shock. No queriendo asustarla de nuevo, primero le hablé a distancia. 

"Está bien", dije en tono tranquilizador, "El ladrón huyó, estás a salvo ahora".
Hubo una prolongada pausa, y entonces oí las palabras, pronunciadas maravillosa y sorprendentemente: -¿Papi, eres tú?
Y entonces de atrás del árbol, salió caminando mi hija más joven, Katherine.
Dios tiene la manera de permitirnos estar en el lugar adecuado en el momento indicado.