miércoles, 28 de agosto de 2019

Milagro del Rosario en Hiroshima y Nagasaki.


Durante la Segunda Guerra Mundial, dos ciudades japonesas fueron destruidas por bombas atómicas: Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y Nagasaki tres días después. En Nagasaki, como resultado de la explosión, todas las casas en un radio aproximado de 2.5 Km del epicentro fueron destruidas. Quienes estaban dentro de las casas quedaron enterrados en las ruinas. Los que estaban fuera quedaron quemados. 

En medio de aquella tragedia, una pequeña comunidad de Padres Jesuitas vivía junto a la iglesia parroquial, a solamente  1 Km. del epicentro de la bomba. Eran misioneros alemanes sirviendo al pueblo japonés. Como los alemanes eran aliados de los japoneses, les habían permitido quedarse.

La iglesia junto a la casa de los jesuitas quedó destruida, pero su residencia quedó en pie y los miembros de la pequeña comunidad jesuita sobrevivieron. No tuvieron efectos posteriores por la radiación, ni pérdida del oído, ni ninguna otra enfermedad o efecto. El Padre Hubert Schiffer fue uno de los jesuitas en Hiroshima.

 Tenía 30 años cuando explotó la bomba atómica en esa ciudad y vivió otros 33 años más, gozando de buena salud. Él narró sus experiencias en Hiroshima durante el Congreso Eucarístico que se llevó a cabo en Filadelfia (USA) en 1976. Por aquel entonces, los ocho miembros de la comunidad Jesuita estaban todavía vivos.

 El Padre Schiffer fue examinado e interrogado por más de 200 científicos que fueron incapaces de explicar como él y sus compañeros habían sobrevivido. Él lo atribuyó a la protección de la Virgen María y dijo: "Yo estaba en medio de la explosión atómica... y estoy aquí todavía, vivo y a salvo. No fui derribado por su destrucción." 


Además, el Padre Shiffer mantuvo que, durante varios años, cientos de expertos e investigadores estudiaron las razones científicas del porqué la casa, tan cerca de la explosión atómica, no fue afectada. Él explicó que en esa casa hubo una sola cosa diferente: "Rezábamos el Rosario diariamente en esa casa". 

En la otra ciudad devastada por la bomba atómica, Nagasaki, San Maximiliano Kolbe había establecido un convento franciscano que también quedó intacto. Los hermanos no sufrieron las consecuencias de la bomba y fueron  protegidos por la Virgen. Allí, ellos también rezaban diariamente el Santo Rosario. 

http://webcatolicodejavier.org/MilagroDelRosarioEnHiroshima.html 
Web católico de Javier

Gotitas de Sabiduría





lunes, 26 de agosto de 2019

EL VALOR DE LA SEÑAL DE LA CRUZ


Si supieras la importancia de esta oración, 
te garantizo que la pondrías más en práctica

 Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios nuestro,
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


 Amén

¿Cuando te despiertas, te haces la “señal de la Cruz”? ¿Y antes de comer? ¿Y cuando te vas a dormir? ¿Al menos una vez al día? Si supieras la importancia de esta oración, te garantizo que la pondrías más en práctica.

Muchas personas, al no entender la importancia de esa oración, la hacen de forma displicente, haciendo apenas el gesto, sin la efectiva invocación a la Santísima Trinidad.
La “señal de la Cruz” no es un gesto ritualista, sino una verdadera y poderosa oración. Es la señal de los cristianos. Por medio de ella muchos santos invocaban la protección del Altísimo, a través de ella pedimos a Dios que, por los méritos de la Santa Cruz de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, Él nos libre de nuestros enemigos, y de todas las trampas del mal, que atentan contra nuestra salud física y espiritual.

Pero ¿sabes hacer “la señal de la Cruz”?


De forma solemne, sin prisa, y con la mayor devoción y respeto:


➕ Por la señal de la Santa Cruz (en la cabeza): pedimos a Dios que nos dé buenos pensamientos, nobles y puros. Y que Él aleje de nosotros los pensamientos malos, que sólo nos causan mal.


➕ De nuestros enemigos (sobre la boca): pedimos a Dios que de nuestros labios sólo salgan alabanzas. Que nuestro hablar sea siempre para la edificación del Reino de Dios y para el bienestar del prójimo.


➕ Líbranos Señor, Dios nuestro (sobre el corazón): para que en nuestro corazón sólo reine el amor a la ley del Señor, alejándonos de todos los malos sentimientos, como el odio, la avaricia, la lujuria… Haciéndonos verdaderos adoradores.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 


Amén – 

Es el acto liberador y debe ser realizado con la mayor reverencia, consciencia, fe y amor, pues expresa nuestra fe en el Misterio de la Santísima Trinidad, núcleo de nuestra fe cristiana, Dios en sí mismo. 

Debe hacerse con la mano derecha, llevándola de la cabeza a la barriga, y del hombro izquierdo al derecho.

Ahora que sabes la importancia de la “señal de la Cruz”, hazla antes de salir de casa, antes de cualquier trabajo, en los momentos difíciles y en los momentos de alegría también.


Hazla sobre ti y, siempre que sea posible, en la cabeza de tu hijo, de tu esposo, de tu esposa, de tu hermano, de tu sobrino.


Pide a Dios, siempre, que Él te libre y a los tuyos, de todos los males, con el objetivo de hacerlo todo -despertar, comer, estudiar, trabajar, dormir, viajar…- . 


El nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...

 Amén.

Gotitas de Sabiduría