domingo, 18 de mayo de 2008

Vivio sin tener nada propio


1. SAN FRANCISCO Y LA POBREZA

A partir del momento en que San Francisco entrevió a la luz de Dios el verdadero valor de las cosas comprendió que únicamente la pobreza lo libraría de todo lo que no es Dios. Comenzó, pues, a amar la pobreza y a desearla y practicarla.

Veía en la pobreza una liberación de todo lo que no es Dios

San Francisco amó a las criaturas, pero amó muchísimo más al Creador, y de ninguna manera quería que el amor al Creador se viera comprometido de otros amores. Vio que podría realizar su ideal mediante la pobreza, porque ésta le permitía amar las cosas libremente sin comprometer el amor por su Amor"

Expresó magníficamente este pensamiento cuando tras haberse desnudado completamente ante el obispo de Asís, dijo: "Ahora podré decir con libertad: Padre nuestro que estás en los cielos, y no llamar padre a Pedro de Bemardone, a quien no sólo restituyo al instante el dinero, sino todos los vestidos, y desnudo iré al encuentro del Señor".

Esta persuasión creció cuando se retiró a una cueva cerca de Asís: "En la asiduidad de la oración crecía en él grandemente la llama del deseo de la patria celestial, al tiempo que en la misma medida aumentaba en él el desprecio de las cosas terrenas; advertía así que había encontrado el tesoro escondido, por el que, comerciante astuto, pensaba en venderlo todo para adquirir la perla descubierta" .

Y comenta Celano: "Podemos ya verlo luchar desnudo con el enemigo y arrojar lejos todas las vanidades del mundo para recordar solamente la justicia divina. Trata de considerar como algo vil su propia vida dando de lado todo cuidado sobre sí mismo, a fin de conseguir mediante la pobreza la paz en un camino lleno de acechanzas. y para que la sutil pantalla de la carne sea lo único que lo mantenga separado de la visión de Dios".

Más adelante escribiría: "Son puros de corazón los que desprecian los bienes de la tierra y buscan los del cielo y que nunca dejan de adorar y de ver al Dios vivo y verdadero con pureza de corazón y de espíritu"; "donde hay pobreza con alegría, allí no existe avaricia ni ansia"; "la santa pobreza confunde toda avaricia y ansia y todas las preocupaciones terrenas', Como "Cristo, siendo rico por encima de todas las cosas, con todo quiso elegir la pobreza para él y para su bienaventurada madre",T decía que "se sube más rápidamente hacia el cielo desde una chabola que desde un palacio", porque la pobreza es "una virtud celestial por la cual vale la pena pisotear todas las cosas terrenas y transitorias. Por ella caen al suelo todos los obstáculos que se oponen delante del alma para impedirle que se una libremente con Dios eterno. Esta es aquella virtud que hace que el alma viviendo en la tierra, converse en el cielo con los ángeles; ella acompaña a Cristo en la cruz, con Cristo fue sepultada, con Cristo resucitó, con Cristo subió al cielo; las almas que se enamoran de ella reciben, aún en vida ligereza para llegar al cielo"

Por eso, cuando el obispo le dijo que sería muy difícil para los hermanos vivir sin disponer de nada Francisco respondió: "Monseñor, si tuviéramos algunas posesiones necesitaríamos armas para defenderlas, pues con ellas nacen los líos y litigios, con lo que se impide el amor de Dios y del prójimo de muchas maneras, y por eso no queremos poseer en este siglo cosa alguna temporal". San Francisco, en efecto, "atento al cielo, desdeñaba mirar a la tierra" "despreciaba con toda su alma las cosas terrenas y ansiaba las celestiales" , "no quería tener nada como propio para poder unirse al Señor con mayor plenitud" y "mientras vivió como singular amante de las cosas sobrenaturales, nada quiso como suyo con el fin de poseer plena y gozosamente el Bien supremo".

Y escribió en la regla: "Que sea la pobreza y vuestra herencia, la que nos conduce a la tierra de los vivos ", Que la pobreza sea una ayuda para alcanzar la patria celestial, lo expresan maravillosamente las Florecillas, donde se cuenta cómo el hermano León durante un éxtasis, vio a muchos hermanos que no lo. graban atravesar un río, visión que explicó así San Francisco: "Lo que tú has visto es verdadero. El río grande es este mundo; los hermanos que se ahogaban en el río son los que no siguen la profesión evangélica, sobre todo en lo que se refiere a la altísima pobreza; y los que pasaban sin peligro son aquellos hermanos que no buscan ni poseen en este mundo ninguna cosa terrestre ni carnal, sino que, teniendo solamente lo imprescindible para comer y vestir, siguen contentos a Cristo desnudo en la cruz".

Amaba la pobreza

Como la pobreza consentía a San Francisco amar contemporáneamente al Creador y a las criaturas, "de paso por este valle de lágrimas, desdeña las riquezas pobres, que son patrimonio de los hijos de los hombres, ya que, ambicionando fortuna más cuantiosa, codician .de todo corazón ardientemente, la pobreza. La mira, y la ve familiar del Hijo de Dios pero ya repudiada de todo el mundo, y se empeña en desposarse con ella con amor eterno. Enamorado como estaba de su belleza, para estar más estrechamente unido a su esposa y ser los dos un mismo y solo espíritu, no sólo abandonó al padre y a la madre, sino que se desprendió también de todas las cosas. Así es que la estrecha con castos abrazos y ni por un momento se concede no serle esposo. Enseñaba a sus hijos que ella es el camino de la perfección, ella la prenda y arras de las riquezas eternas. Nadie ha ansiado tanto el oro como él la pobreza; nadie ha puesto tantos cuidados en guardar su tesoro como él esta margarita evangélica. En esto principalmente se mostraba ofendido: si veía en casa o fuera de casa algo en los hermanos que contradecía la pobreza".

Comenzó a amar la pobreza cuando, después de la enfermedad contraída durante la prisión de Perusa, "ni la hermosura de los campos, ni la frondosidad de los viñedos.. ni cuanto de más deleitoso haya los ojos pudo en modo alguno deleitarle. Maravillábase de tal repentina mutación y juzgaba muy necios a quienes amaban tales cosas"; y a sus amigos que se burlaban de él, les decía: "Tendrá la esposa más noble, rica y hermosa que .jamás habéis visto".

Después de la conversión "riquísimo en la pobreza", "convertido en amigo de la pobreza apostólica", "deseaba por encima de todas las cosas del mundo la pobreza, queriendo vivir y morir con ella"; "unas veces llamaba a la pobreza madre, otras esposa, otras señora", y en el saludo a las virtudes escribió: "Oh señora, santa pobreza, el Señor te salve con tu hermana la santa humildad".

Un día le dijo al hermano Maseo: "Quiero que oremos al Señor para que nos haga amar con todo el corazón el tesoro de la pobreza, tan noble, que tiene como servidor a Dios".

Celano escribe que San Francisco "no recordaba sin lágrimas la penuria que rodeó aquel día a la Virgen pobrecilla. Así, sucedió una vez, al sentarse para comer, un hermano recuerda la pobreza de la bienaventurada Virgen, y hace consideraciones sobre la falta de todo lo necesario en Cristo, su Hijo. Se levanta al momento de la mesa, no cesan los sollozos doloridos, y, bañado en lágrimas, termina de comer el pan, sentado sobre la desnuda tierra. De ahí que afirmase que esta virtud es virtud regia, pues ha brillado con tales resplandores en el Rey y en la Reina, Y que a los hermanos, reunidos en capítulo, que le pedían su parecer acerca de la virtud que le hace a uno más amigo de Cristo, respondiese, como confiando un secreto del corazón: 'Sabed, hijos, que la pobreza es camino especial de salvación, de frutos muy variados, bien conocidos por pocos'

San Francisco deseaba abiertamente conformarse con la pobreza de Cristo y de la Virgen, y por eso "él, que se había desprendido de toda envidia, no pudo desprenderse de una, la única: la envidia de la pobreza; si veía a alguien más pobre que él, enseguida lo envidiaba; y, en combate de emulación con la pobreza, temía quedar vencido en la lucha",

"El varón de Dios topó un día en el camino con uno muy pobre, Viendo su desnudez, se vuelve compungido al compañero y le dice: 'La pobreza de este hombre es motivo de mucha vergüenza para nosotros y una muy grande reprensión de nuestra pobreza', '¿Por qué, hermano?', le replicó el compañero, Y el santo responde con voz lastimera: 'Yo he escogido la pobreza por todas mis riquezas, por mi señora, y ve ahí que la pobreza brilla más en él, ¿No sabes que se ha propagado por todo el mundo que somos los más pobres por amor de Cristo? Pero este pobre nos convence de que de lo dicho no hay nada'.


Juan Bautista Montorsi

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