martes, 8 de septiembre de 2009

Lo que no me gusta de mí ser.


ESTA MARAVILLOSA REFLEXION DEL P.IGNACIO LARRAÑAGA DISFRUTALA Y QUE TE AYUDE EN TU CAMINAR Y RESPONDA A LAS MUCHAS DE TUS INTERROGANTES...

*********************

Si encuentras en tu constitución personal tendencias o componentes que no te agradan, no te irrites.

Eso sería como castigarte a ti mismo.

No sientas vergüenza de las ramas poco esbeltas de tu personalidad.

Ya sabes que avergonzarse es resistir, y resistir es declararse enemigo de sí mismo.

Todo acomplejado es una triste sombra en guerra consigo mismo.

En esta guerra, tú eres víctima y verdugo al mismo tiempo. Si tus complejos se refieren a aspectos personales que no los puedes cambiar, tu resistencia,.además de nociva, es absurda. ¡Basta de guerras! Haya reconciliació n y amanezca el día del perdón y la paz. Vive como una flor feliz en el jardín del Padre.

Y si no estás en guerra contigo mismo, probablemente lo estarás conpartes de tu persona. Las repulsas comienzan por la periferia. Hay quienes sienten, ridículamente, aversión por partes determinadas de su anatomía. Sienten vergüenza por su nariz, boca o cabello. Desearían tener menos kilos, más centímetros. No están satisfechos de su color, sueñan con otras proporciones anatómicas. Total, enemigos de su cuerpo. Ama ese cuerpo tal como es. Asume esa morfología y deposítala íntegra en las manos del Padre, diciendo: acepto este cuerpo porque acepto tu voluntad, Padre mío; acepto tu voluntad porque' amo este cuerpo, como expresión y regalo de tu amor.No te dejes dominar por la tristeza en las enfermedades que muchas veces cubren de incertidumbre el horizonte de la vida, porque parece que ellas están esperando su turno ya quedesaparece una y aparece otra, en un circuito inacabable.

Acepta con paz el misterio doloroso de la vida, que es la parábola biológica, la cual consiste en que' todo nace, crece y muere, en un movimiento elíptico, perpetuamente repetido. Declinarán tus fuerzas, llegará el ocaso de la ancianidad, te sentirás inútil para todo, todas las coordenadas de la decadencia te envolverán, hasta que, al fin, se consumirá por completo la esfera de tu existencia. Acepta con paz esa parábola vital y fatal. Ama la vida, como las plantas aman el sol.

* * *

Si tus fronteras intelectuales fuesen otras, tu vida en este momento sería diferente, comenzando por tu status profesional. No sé por qué, el hombre siempre desea triunfar, sentirse importante, colocarse al frente de los demás y ser líder. Tú, entretanto, pasaste por el mundo como una sombra insignificante, desde la escuela hasta ahora.

¿Quién tiene la culpa de eso? ¿La culpa? Nadie. Pero tú sabes que eso es debido a tus pobres alturas intelectuales. Ten cuidado; porque, secretamente, puede germinar bajo tus pies la roja planta del rencor. ¿Contra quién? Contra ti mismo. Si no tienes una notable capacidad intelectual, puedes tener gran capacidad cordial; y si no puedes iluminar el mundo, puedes alentar muchos corazones y hacer felices a tantos... A pesar de todo, eres un prodigio de los dedos del Padre.

* * *

Hubieras querido, dices, tener un carácter encantador,saber reaccionar suavemente, saber mantenerte equilibrado y constante, vivir alegre, sentirte optimista, experimentar la existencia como un espléndido regalo...

Entretanto dices que te sientes como el que arrastra una cadena; vienen sobre ti las melancolías v no las puedes despejar; se apoderan las depresiones maníacas y tu alma se parece a un pequeño infierno; a veces nada te alegra y no sabes por qué, todo te entristece y no sabes por qué... Naciste así y así morirás.

No te entristezcas por eso. Toma en tus manos, manos de cariño, tu estructura personal y deposítala como ofrenda oblativa de amor en los brazos del Padre, diciendo: acepto y amo ésta mi persona, porque ella es expresión de tu voluntad, y yo amo tu voluntad, porque Tú eres mi Padre.


Asumir la propia historia

Nosotros nos parecemos a veces a aquel hombre loco que se paró ante un muro y se daba de golpes con su cabeza contra la pared. ¿Quién sufre, la cabeza o la pared? Vamos a suponer que en tu vida hubo un acontecimiento doloroso hace años. Si ahora te pasas el día y la noche recordando con amargura aquel suceso, tu conducta se parece a la del hombre de los golpes contra la pared.

El tiempo es irreversible. Lo sucedido en el tiempo queda atrás irremediablemente. Jamás volveremos ni cinco minutos hacia atrás. Todo lo que sucedió desde este minuto para atrás jamás nadie lo podrá remover. Todos los sucesos de mi vida, por muy dolorosos que sean y por mucho que yo los resista recordándolos con ira obstinada, esos hechos no se alterarán ni un milímetro. Entonces, ¿dónde está la locura? ¿Quién sufre? ¿Quién está golpeando con su cabeza contra los muros inquebrantables? Recordar con rencor los sucesos ingratos de la vida es como tomar con la mano unas brasas ardientes. Es uno mismo el que se quema. No te castigues. Acepta con paz los hechos consumados. ¿Qué diríamos del hombre que se va a una playa, arrima el hombro a un enorme acantilado y comienza a empujarlo pretendiendo moverlo? Acepta con paz la voluntad del Padre que permitió aquellos hechos.

* * *

Sí; era el Padre quien andaba metido en medio de todo aquello. Si El no lo hubiera querido, nunca hubiese acontecido aquello, porque para El nada es imposible.

Nosotros protestamos contra el Padre porque somos ignorantes; y somos ignorantes porque somos superficiales; y somos superficiales porque analizamos los sucesos montados sobre la superficie de la historia.

¿Qué sabemos nosotros de lo que se esconde detrás de la muralla del tiempo? ¿Qué sabemos de lo que sucederá dentro de cinco minutos? Nosotros no tenemos perspectiva para analizar y juzgar. Nosotros analizamos todo, pegada la nariz al cristal del instante. Por eso somos superficiales.

¿Qué sabemos nosotros de los designios mesiánicos que el Padre puede cargar sobre nuestros hombros? ¿Qué sabemos nosotros del misterio de las almas víctimas misterio por el que los unos sufren: en lugar de otros, y los unos mueren en lugar de los otros? ¿No hubo Alguien que sufrió y murió en lugar de los demás? ¿Qué derecho tenemos nosotros para cuestionar al Padre y protestar contra ciertos sucesos de la vida?

Si nosotros hubiésemos estado en la noche de Getsemaní en la piel de Jesús, hubiésemos hecho un análisis superficial de los acontecimientos sangrientos que le esperaban, es decir un análisis psico-socio- político. Padre, ¿cómo se te ocurre poner como Pontífice en este tiempo mesiánico a un resentido confió ese Caifás? ¿No sabías que los resentidos necesitan destruir? Y ese gobernador, tímido y cobarde, y ese frívolo rey... ¿Cómo, Padre mío, consentiste esa confabulación religioso-polí tico-militar. ..? ¿Así habló Jesús? El Maestro miró los sucesos, no por la superficie sino en su profundidad, y allí vio que era la voluntad del Padre quien decidía todo.

* * *

Llegó la hora de cerrar la boca, quedar en silencio, bajar a los archivos y asumir con paz todo cuanto el Padre permitió: heridas, memorias ingratas, recuerdos dolientes.

Llegó la hora de la reconciliación universal: con su propia historia, con los personajes que pasan por sus páginas, con el cielo y la tierra.

Mira al pasado con mirada complaciente. Contémplalo todo sin hostilidad. Lo que sucedió en la primavera de tu infancia, en los años procelosos de tu juventud, los primeros desengaños que te dolieron tanto, aquel fracaso, aquella decisión injusta y arbitraria que tomaron sobre tu vida, aquella crisis, , aquel hecho que nunca quisieras recordar, aquellas personas que influyeron negativamente, aquella equivocación. .. ¡Todo está consumado!

Acéptalo todo agradecido. Asume tu historia, con las manos emocionadas, para depositarla en los brazos queridos del Padre, como una ofrenda oblativa de amor.

Paz en tu alma.

Todo fue tan bonito...

Valió la pena.

P. Fr. IGNACIO LARRAÑAGA O.F.M. Cap.

Libro: SUBE CONMIGO

No hay comentarios.: