domingo, 30 de septiembre de 2012

Ángeles de la Guarda, Fiesta Universal ( 2 de octubre)



Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Ya en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: “Los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja”. Y afirma sobre este tema San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.
Ya en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la Guarda. Dice así: “Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián, custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios Señor. Amen.”
En el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia universal la fiesta de los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.

LOS ÁNGELES DE LA GUARDA EN LA ENCICLOPEDIA CATÓLICA
Que toda alma individual tiene un ángel de la guarda nunca ha sido definido por la Iglesia, y, por consiguiente, no es un artículo de fe; pero es la “opinión de la Iglesia”, como San Jerónimo lo expresó: “qué grande la dignidad del alma, puesto que cada una tiene desde su nacimiento un ángel encargado de guardarla” (Comm. en Matt. XVIIII, lib.II).
Esta creencia en los ángeles de la guarda puede encontrarse por toda la antigüedad; paganos, como Menandro y Plutarco (cf. Euseb., “Praep. Evang.”, XII), y neoplatónicos, como Plotino, la sostuvieron. Fue también la creencia de los babilonios y asirios, como atestiguan sus monumentos, pues una figura de un ángel guardián ahora en el Museo Británico decoró antiguamente un palacio asirio, y podría servir bien para una representación moderna; mientras que Nabopolasar, padre de Nabucodonosor el Grande, dice: “Él (Marduk) envió una deidad tutelar (querubín) de gracia para ir a mi lado; en todo lo que yo hice, él hizo que mi trabajo tuviera éxito.”
En la Biblia esta doctrina es claramente discernible y su desarrollo está muy claro. En el Génesis, 28-29, los ángeles no sólo actúan como los ejecutores de la ira de Dios contra las ciudades de la llanura, sino que libran del peligro a Lot; en el Éxodo, 12-13, un ángel es el conductor designado de la hueste de Israel, y en 32, 34, Dios dice a Moisés: “mi ángel caminará delante de ti.” En un periodo muy posterior tenemos la historia de Tobías, que podría servir como comentario a las palabras del Salmo 90, 11: “que él dará orden sobre ti a sus ángeles; de guardarte en todos tus caminos” (Cf. Salmo 33, 8 y 34, 5).
Finalmente, en Daniel se confía a diez ángeles el cuidado de distritos particulares; uno es llamado “príncipe del reino de los persas”, y Miguel es denominado “uno de los grandes príncipes”; cf. Deuteronomio 32, 8 (Setenta); y Eclesiástico 17,17 (Setenta).
Esto resume la doctrina del Antiguo Testamento sobre este punto; está claro que el Antiguo Testamento concebía los ángeles de Dios como sus ministros que llevaban a cabo sus órdenes, y a los que se daba a veces encargos especiales, relativos a hombres o asuntos mundanos. No hay una enseñanza específica. La doctrina se da más bien por sabida que expresamente expuesta; cf. II Macabeos 3, 25; 10, 29; 11, 6; 15, 23.
Pero en el Nuevo Testamento la doctrina se afirma con mayor precisión. Los ángeles son en todas partes los intermediarios entre Dios y el hombre; y Cristo selló el Antiguo Testamento al enseñar: “Guardaos de despreciar a uno de esos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo, 18, 10). Un doble aspecto de la doctrina se presenta aquí ante nosotros: incluso los niños pequeños tienen ángeles de la guarda, y estos mismos ángeles no pierden la visión de Dios por el hecho de que tengan que cumplir una misión en la tierra.
Sin extendernos en los diversos pasajes del Nuevo Testamento en que se insinúa la doctrina de los ángeles de la guarda, bastaría mencionar al ángel que socorrió a Cristo en el huerto, y al ángel que libró a San Pedro de la prisión. Hebreos 1, 14 pone la doctrina en su luz más clara: “¿No son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?” Esta es la función de los ángeles de la guarda; están para conducirnos, si lo deseamos, al Reino de los Cielos.
Santo Tomás nos enseña (Summa Theologica I:113:4) que sólo los órdenes inferiores de ángeles se envían a los hombres, y por consiguiente que sólo ellos son nuestros guardianes, aunque Scotus y Durandus dirían más bien que cualquiera de los miembros de la hueste angélica puede ser enviado a ejecutar las órdenes divinas. No sólo los bautizados, sino toda alma que viene al mundo recibe un espíritu guardián; San Basilio, sin embargo (Homilía sobre el Salmo 43), y posiblemente San Juan Crisóstomo (Homilía 3 a los Colosenses) sostendrían que sólo los cristianos tenían ese privilegio. Nuestros ángeles de la guarda pueden actuar sobre nuestros sentidos (I:111:4) y sobre nuestras imaginaciones (I: 111:3)- no, sin embargo, sobre nuestras voluntades, excepto “per modum suadentis”, esto es, trabajando sobre nuestro intelecto, y así sobre nuestra voluntad, por medio de los sentidos y de la imaginación. (I:106:2; y I:111:2). Finalmente, no se separan de nosotros después de la muerte, sino que permanecen con nosotros en el cielo, no, sin embargo, para ayudarnos a alcanzar la salvación, sino “ad aliquam illustrationem” (I:108:7 ad 3am).

SAN PIO X Y SAN BERNARDO
En su catecismo, el papa Pio X dijo manejaba esto sobre los Angeles de la Guarda
172. ¿Cuáles son los ÁNGELES CUSTODIOS? – Los Ángeles Custodios son los que Dios ha destinado para guardarnos y guiarnos por el camino de la salvación.
173. ¿Cómo sabemos que hay Ángeles Custodios? – Que hay Ángeles Custodios lo sabemos por la Sagrada Escritura y por la enseñanza de la Iglesia.
174. ¿Cómo nos asiste el Ángel de nuestra Guarda? – El Ángel de nuestra Guarda:
1º, nos asiste con buenas inspiraciones y, trayéndonos a la memoria lo que hemos de hacer, nos va guiando por el camino del bien
2º, ofrece a Dios nuestras súplicas y nos obtiene sus gracias.
175. ¿Qué hemos de sacar de lo que la Iglesia enseña acerca de los Ángeles Custodios? – De lo que enseña la Iglesia acerca de los Ángeles Custodios hemos de sacar como fruto: estar continuamente muy reconocidos a la divina bondad, por habernos dado Ángeles Custodios, y a los mismos Ángeles por el cuidado tan amoroso que por nosotros se toman.
176. ¿En qué ha de consistir nuestro reconocimiento a los Ángeles de nuestra Guarda? – Nuestro reconocimiento a los Ángeles de nuestra Guarda ha de consistir en cuatro cosas:
1ª, reverenciar su presencia y no contristarlos con ningún pecado
2ª, seguir con presteza los buenos sentimientos que por ellos despierta Dios en nuestros corazones
3ª, hacer nuestras oraciones con la mayor devoción para que ellos las acojan con agrado y las ofrezcan a Dios
4ª, invocarlos a menudo y con entera confianza en nuestras necesidades, particularmente en las tentaciones.
Y San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy célebre acerca del Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases:
Respetemos su presencia (portándonos como es debido).
Agradezcámosle sus favores (que son muchos más de los que nos podemos imaginar).
Y confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan).

EL PADRE PIO Y DON BOSCO
Para el Padre Pio decía: “El ángel de la guarda no nos abandona nunca. Él es nuestro amigo más sincero y fiel”.
El padre Pío le tenía mucha confianza y familiaridad y con frecuencia le daba encargos especiales. A quien iba a saludarlo antes de emprender un viaje, le decía: “El ángel de Dios te acompañe”.
A sus hijos espirituales repetía con frecuencia: “cuando me necesites y no puedas venir a verme, mándame a tu ángel de la guarda con el mensaje”.
El padre Agustín, su confesor, escribió: “El padre Pío no conoce ni el griego ni el francés, su ángel de la guarda le explica todo”.
En el libro Envíame a tu ángel de la guarda, el padre Alejo Parente nos cuenta este hecho asombroso: “Una vez el padre Pío estaba en la veranda y parecía estar hablando con alguien, mientras que en realidad yo no veía a nadie. Me acerqué a él para entregarle algunas cartas. El padre me dijo bruscamente: “¿No ves que estoy ocupado?”.
Me quedé mortificado y me retiré un poco. Al poco tiempo, el padre Pío me llamó y me dijo: “¿No has visto estos ángeles de la guarda que estaban alrededor? Eran los ángeles de la guarda de mis hijos espirituales que venían a traerme sus mensajes. Debía yo darles las respuestas”.
San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda, un dos de octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y se vinieron abajo.
Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: “Ángel de mi guarda!”. Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego exclamó: “Cuando vi que me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más”.

LOS ANGELES DE LA GUARDA EN LAS APARICIONES MARIANAS
Una cosa común entre las apariciones marianas es que antes de las apariciones se presenta un ángel como antesala de las mismas. Les traigo 3 ejemplos.
CATALINA LABOURÉ, VIDENTE DE LA MEDALLA MILAGROSA, FRANCIA
La noche del 18 de junio del año, 1830, Catalina fue la escogida por la Virgen Santísima para hacer entrega de sus cartas credenciales a la Venerable Hermana. Para detalles, nadie como la propia Sor Catalina, quién así lo describe:
“Era tanto mi deseo de ver a la Virgen, que me acosté con la confianza de que San Vicente (de Paul) había de conseguírmelo de la Señora. Serían no más que las once y media de la noche. cuando oí que me llamaban: “Hermana. Hermana, Hermana. Desperté; miré del lado por donde la voz venía. Corrí la cortina; y vi a un niño, como de cinco años que vestía de blanco; y así me dijo:“Ven a la capilla, que allí te espera la Virgen”. Tranquilizada por él, dime prisa en vestirme; y le seguí… No pequeña fue mi sorpresa, viéndolo todo iluminado; mas esta mi sorpresa creció de punto ante la claridad de la capilla. Recordábame ésta la misa de Navidad. Sin embargo, por ningún lado se echaba de ver la presencia de la Virgen.
Arrodillada, hacíaseme largo el tiempo de espera. Acrecíalo el temor de verme descubierta. Llegó la hora. Y el niño me previno con estas palabras: “Mira, ahí tienes a la Virgen Santísima”. Noté como un roce de sedas que se dirigía al lado del Evangelio, a un sillón que allí había. Era la Virgen, quien se me ofrecía sentada. Creo imposible describir cuanto veía y ocurría en mi: algo así como un temor de verme engañada; y de que aquella a quien yo veía, no fuera la Santísima Virgen. Mas, el ángel de mi guarda -que no era otro el niño- me increpó un tanto severo y sin más dudar, me arrodillé junta a Ella y puse mis manos en su regazo.
LOS 3 PASTORCITOS VIDENTES DE FATIMA, PORTUGAL
La segunda aparición del Ángel ocurrió a mediados del verano de 1916, cuando llevábamos los rebaños a casa hacia mediodía para regresar por la tarde. Estábamos a la sombra de los árboles que rodeaban el pozo de la quinta Arneiro. De pronto vimos al mismo Ángel junto a nosotros:
- “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!”
- ¿Cómo hemos de sacrificarnos?, pregunté.
- “De todo lo que pudierais ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados cuales El es ofendido, y de suplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra patria la paz.- Yo soy el Ángel de su guardia, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe”
Estas palabras hicieron una profunda impresión en nuestros espíritus como una luz que nos hacía comprender quien es Dios, como nos ama y desea ser amado, el valor del sacrificio, cuanto le agrada y como concede en atención a esto la gracia de conversión a los pecadores. Por esta razón, desde ese momento, comenzamos a ofrecer al Señor cuanto nos mortificaba, repitiendo siempre la oración que el Ángel nos enseñó.
AGNES (INÉS) KATSUKO SAGASAWA, VIDENTE DE AKITA, JAPON
El primer mensaje fue el 6 julio de 1973, primer viernes de mes. A las tres de la mañana su ángel de la guarda se le aparece y le dice:
“No temas. Soy el que está a tu lado y te guarda. Ven y sígueme. No reces únicamente por tus pecados, sino en reparación por los pecados de la humanidad. El mundo actual hiere al Sacratísimo Corazón de Jesús con sus ingratitudes y sus ultrajes. La herida de la mano de la Santísima virgen María es mucho más profunda que la tuya. Ahora vamos hacia la capilla.”
Al llegar a la capilla el ángel desaparece. Sor Inés se arrodilla delante del altar, frente al sagrario, en adoración profunda. Luego se acerca a la estatua de la Virgen María para mirar la herida que la imagen presenta en la mano. Apenas lo hace, escucha una voz dulce proveniente de la estatua. Sor Inés era sorda, pero de una manera milagrosa recibe un primer mensaje de la Virgen:
“Hija mía, mi novicia, tú me has obedecido bien abandonándolo todo para seguirme. ¿Es penosa la enfermedad de tus oídos?. Puedes estar segura que curarán. Ten paciencia. Es la última prueba. ¿Te duele la herida de la mano?. Reza en reparación de los pecados de la humanidad. Cada persona en esta comunidad es mi hija. ¿Rezas bien la oración de las siervas de la Eucaristía? Entonces recémosla juntas:
“Sacratísimo Corazón de Jesús, verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía, Yo consagro mi cuerpo y mi alma para que sea enteramente uno con tu corazón que esta siendo sacrificado en todos los altares del mundo y dando alabanza al Padre, rogando por la venida de su Reino. Recibe este humilde ofrecimiento de mi ser. Haz de mi como Tú quieras para la Gloria del Padre y la salvación de las almas. Santísima Madre de Dios, nunca dejes que me separe de tu Divino Hijo. Defiéndeme y protégeme como hija tuya. Amen”.

ORACIÓN AL ANGEL DE LA GUARDA
Angel de la paz, Angel de la Guarda, a quien soy encomendado, mi defensor, mi vigilante centinela; gracias te doy, que me libraste de muchos daños del cuerpo y del alma. Gracias te doy, que estando durmiendo, me velaste, y despierto, me encaminaste; al oído, con santas inspiraciones me avisaste.
Perdóname, amigo mío, mensajero del cielo, consejero, protector y fiel guarda mía; muro fuerte de mi alma, defensor y compañero celestial. En mis desobediencias, vilezas y descortesías, ayúdame y guárdame siempre de noche y de día. Amén.

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