Cooperemos generosamente ( $$$ ) con esta gran obra para llevar la palabra y esperanza a todos los continentes. |
En 1926 Pío XI estableció que el penúltimo domingo de octubre se celebrara en toda la Iglesia el “Domingo Mundial de las Misiones”, en favor de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe (PF), para mover a los católicos a amar y apoyar la causa misionera.
Desde 1943, esta “fiesta de la catolicidad y de la solidaridad universal” se conoce en España y en el mundo entero como DOMUND (de DOmingo MUNDial). Este nombre ha ayudado a identificar y difundir aún más esta jornada entre nosotros, y su mensaje —una llamada de atención sobre la común responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización del mundo— ha calado en la profunda sensibilidad y tradición misionera de nuestro país.
La Jornada Mundial de las Misiones es el momento culminante de una corriente de animación y cooperación misionera que debe desplegarse todo el año, especialmente, a lo largo de todo el “Octubre Misionero”,(+información) el mes de las misiones por excelencia.
ALGUNAS PREGUNTAS:
¿Cuáles son sus principales fines?
ORACIÓN
Señor Jesús,
que has prometido permanecer entre nosotros
si nos amamos como Tú nos amas,
Te rogamos lleves a buen término
-por los caminos de la paz,
de la justicia y del perdón
a esta humanidad lacerada de guerras,
violencia y hambrienta de fraternidad.
Da fortaleza a los misioneros
que están llevando la antorcha de la fe
y haz que,
siguiendo los pasos de San Francisco Javier,
sean testigos valientes del Evangelio,
Infunde en muchos jóvenes la ilusión de seguirte por
el camino de la vocación al laicado,
a la vida consagrada y a la vida sacerdotal.
Te lo pedimos en unión con María,
Reina de las Misiones
y Estrella de la Nueva Evangelización.
ALGUNAS PREGUNTAS:
¿Qué es el DOMUND?
El DOmingo MUNDial de las Misiones es el día en que toda la Iglesia universal reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados.
¿Por qué el DOMUND?
El 37% de la Iglesia católica lo constituyen territorios de misión, un total de 1.100 circunscripciones eclesiásticas que dependen de la ayuda personal de misioneros y misioneras y de la colaboración económica de otras Iglesias para realizar su labor.
¿Para qué el DOMUND?
Con los donativos se subvenciona el sostenimiento de los misioneros y sus colaboradores. También se atienden otras necesidades especiales: construcción de iglesias y capillas, formación cristiana, compra de vehículos..., además de desarrollar proyectos sociales, educativos y sanitarios.
¿Cómo se distribuye el dinero del DOMUND?
La Asamblea Plenaria de los Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias, que se celebra cada año en Roma, distribuye equitativamente entre las solicitudes presentadas por los misioneros la totalidad de las aportaciones llegadas de todo el mundo. Por eso se pide la colaboración con el DOMUND sin hacer referencia a proyectos concretos.
¿Cómo colaboran los fieles?
Con un donativo en la Jornada, haciéndose socio con una cuota, contratando la tarjeta VISA-DOMUND o haciendo beneficiario en testamentos y legados al Domund.
¿Llega a los misioneros todo el dinero?
El donativo que cada fiel entrega para las misiones es recogido en la Dirección Nacional de OMP y enviado a los territorios de misión, salvo un mínimo porcentaje para gastos de administración.
¿Atienden los misioneros situaciones de emergencia?
Ante catástrofes naturales o bélicas, los misioneros canalizan la ayuda de organizaciones sociales y se dedican a atender a los damnificados. El DOMUND colabora con ellos principalmente para que puedan permanecer en la misión tras esas situaciones de especial emergencia humanitaria.
El DOmingo MUNDial de las Misiones es el día en que toda la Iglesia universal reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados.
¿Por qué el DOMUND?
El 37% de la Iglesia católica lo constituyen territorios de misión, un total de 1.100 circunscripciones eclesiásticas que dependen de la ayuda personal de misioneros y misioneras y de la colaboración económica de otras Iglesias para realizar su labor.
¿Para qué el DOMUND?
Con los donativos se subvenciona el sostenimiento de los misioneros y sus colaboradores. También se atienden otras necesidades especiales: construcción de iglesias y capillas, formación cristiana, compra de vehículos..., además de desarrollar proyectos sociales, educativos y sanitarios.
¿Cómo se distribuye el dinero del DOMUND?
La Asamblea Plenaria de los Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias, que se celebra cada año en Roma, distribuye equitativamente entre las solicitudes presentadas por los misioneros la totalidad de las aportaciones llegadas de todo el mundo. Por eso se pide la colaboración con el DOMUND sin hacer referencia a proyectos concretos.
¿Cómo colaboran los fieles?
Con un donativo en la Jornada, haciéndose socio con una cuota, contratando la tarjeta VISA-DOMUND o haciendo beneficiario en testamentos y legados al Domund.
¿Llega a los misioneros todo el dinero?
El donativo que cada fiel entrega para las misiones es recogido en la Dirección Nacional de OMP y enviado a los territorios de misión, salvo un mínimo porcentaje para gastos de administración.
¿Atienden los misioneros situaciones de emergencia?
Ante catástrofes naturales o bélicas, los misioneros canalizan la ayuda de organizaciones sociales y se dedican a atender a los damnificados. El DOMUND colabora con ellos principalmente para que puedan permanecer en la misión tras esas situaciones de especial emergencia humanitaria.
¿Qué es la obra de la propagación de la Fe y cuándo nació?
La Obra Pontificia de la Propagación de la fe es una institución universal de la Iglesia de cooperación con las misiones a través de la oración, el sacrificio, la promoción de las vocaciones misioneras y la cooperación económica y material de los cristianos de todo el mundo.
Esta Obra nació en Lyon, Francia, en 1822, por iniciativa de la joven Paulina Jaricot. Comenzó implicando a los trabajadores locales para que apoyasen las misiones con una pequeña limosna cada semana. Un siglo después, establecida ya la Obra en casi todos los países del mundo, el Papa Pío XI la convirtió en el cauce oficial de toda la Iglesia católica para ayudar espiritual y económicamente a la actividad misionera de la Iglesia.
¿Cuándo se celebra esta jornada?
La actividad de cooperación espiritual y material de esta Obra es permanente durante todo el año, pero alcanza especial significación durante el llamado "Octubre misionero". El día del DOMUND es el centro de la celebración misionera.
¿Cuáles son sus principales fines?
1. Iniciar a los fieles en la “contemplación” del rostro de Dios, en el que se reflejan los rostros de los más pobres y necesitados.
2. Promover entre los fieles una sensibilidad y predilección hacia los que, aun sin saberlo, buscan conocer y ver a Jesús.
3. Participar en las actividades organizadas por las comunidades eclesiales con motivo de la celebración del DOMUND.
4. Colaborar con una generosa aportación económica para atender las necesidades materiales de los misioneros y de las misiones.
5. Intensificar la oración y el sacrificio por las vocaciones misioneras de sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos.
EXPLICACIÓN DEL LEMA DE 2012:
El lema “Misioneros de la fe” se sitúa en el centro de la Cruz. En ella Jesucristo entregó su vida. De ella nace el don de la fe que como gracia reciben los bautizados. Mirar la cruz suscita la súplica de los apóstoles: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
EXPLICACIÓN DEL CARTEL 2012
Al pie de la Cruz están unas manos abiertas mostrando el mundo. Es la humanidad, diseminada por los cinco continentes, que está llamada a acercarse a la Cruz. Se pretende hacer más visible gráficamente la intrínseca unidad de la humanidad con el Redentor.
Son las manos de los misioneros, que presentan, con sus vidas, a la humanidad, para que sea bendecida con el don de la fe que brota de la Cruz salvadora.
Son las manos de los misioneros, que presentan, con sus vidas, a la humanidad, para que sea bendecida con el don de la fe que brota de la Cruz salvadora.
MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2012
"Llamados a hacer que la Palabra de verdad resplandezca"(Carta Apostólica. Porta Fidei, 6)
Queridos hermanos y hermanas!
La celebración de la Jornada Misionera Mundial se carga este año de un significado especial. La celebración del 50 aniversario del Decreto Conciliar Ad Gentes, la apertura de la fe y del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la nueva evangelización junto a reafirmar el deseo de la Iglesia a comprometerse con más valentía y entusiasmo en la missio ad gentes, para que el Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.
El Concilio Vaticano II, con la participación de los Obispos Católicos de todos los rincones de la tierra, ha sido un signo luminoso de la universalidad de la Iglesia, acogiendo, por primera vez un número tan elevado de Padres Conciliares procedentes de Asia, África, América Latina y Oceanía. Obispos misioneros y obispos nativos, pastores de las comunidades dispersas entre poblaciones no cristianas, que llevaban la imagen de una Iglesia presente en todos los continentes y que fueron intérpretes de las complejas realidades del entonces llamado "Tercer Mundo". Derivados de la rica experiencia de ser pastores de Iglesias jóvenes y en periodo de formación, animados por la pasión para extender el Reino de Dios, que han contribuido significativamente a reafirmar la necesidad y la urgencia de la evangelización ad gentes, y de esta forma poner al centro de la eclesiología la naturaleza misionera de la Iglesia.
Eclesiología misionera
"Esta visión (...) se propone hoy con renovada urgencia porque ha aumentado el número de quienes aún no conocen a Cristo. (...) Tenemos necesidad, por tanto, de retomar el mismo impulso apostólico de las primeras comunidades cristianas, que, pequeñas e indefensas, fueron capaces, con el anuncio y el testimonio, de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido".
"No sorprende que el Concilio Vaticano II y el sucesivo Magisterio de la Iglesia insistan de modo especial en el mandato misionero que Cristo ha confiado a sus discípulos, y que debe implicar a todo el pueblo de Dios, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos. El cuidado de anunciar el Evangelio en todos los lugares de la tierra corresponde primariamente a los obispos, directos responsables de la evangelización en el mundo".
La prioridad de la evangelización
"El mandato de predicar el Evangelio (...) debe envolver toda la actividad de la Iglesia particular, todos sus sectores, todo su ser y su obrar. El Concilio Vaticano II lo ha indicado con claridad y el Magisterio sucesivo lo ha reafirmado con fuerza. Ello requiere adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organización diocesana a esta dimensión fundamental del ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo en continuo cambio. (...) Todos los componentes del gran mosaico de la Iglesia han de sentirse fuertemente requeridos por el mandato del Señor de predicar el Evangelio, a fin de que Cristo sea anunciado en todas partes. Nosotros los Pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien (...) trabajó, sufrió y luchó por hacer llegar el Evangelio a los paganos, sin escatimar energías, tiempo y medios para dar a conocer el mensaje de Cristo". (...)
"La cooperación misionera ha de tomar hoy formas nuevas, incluyendo no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización. (...) Las celebraciones del Año de la Fe y del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para relanzar la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión".
Fe y anuncio
"Los inmensos horizontes de la misión eclesial y la complejidad de la presente situación requieren hoy modalidades nuevas para poder comunicar eficazmente la palabra de Dios. Ello exige, ante todo, una renovada adhesión de fe personal y comunitaria al Evangelio de Jesucristo, en el momento de profundos cambios que está viviendo la humanidad". (...)
"Uno de los obstáculos para la evangelización es la crisis de fe, no solo del mundo occidental, sino también de gran parte de la humanidad que, sin embargo, tiene hambre y sed de Dios y debe ser invitada y conducida al pan de vida y al agua viva (...). Es preciso renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia a Dios, de modo que redescubran la alegría de creer. La preocupación de evangelizar no debe permanecer nunca en los márgenes de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que debe caracterizarla fuertemente, con la conciencia de ser destinatarios y, al mismo tiempo, misioneros del Evangelio. El punto central del anuncio permanece siempre el mismo: el 'Kerigma' del amor de Dios absoluto y total por cada hombre y mujer, que culmina con el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, el cual no desdeñó asumir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándola y rescatándola del pecado y de la muerte por medio del ofrecimiento de sí en la Cruz".
(...) "La fe es un don que se nos ha dado para que lo compartamos. (...) Es el don más importante que nos ha sido entregado en nuestra vida, y no podemos guardarlo sólo para nosotros".
El anuncio se hace caridad
"Numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas, de todo el mundo, muchos laicos e incluso familias enteras abandonan sus propios países, sus propias comunidades locales, y se dirigen a otras Iglesias para dar testimonio y anunciar el Nombre de Cristo (...). Se trata de una expresión de profunda comunión, compartición y caridad entre las Iglesias". (...)
"Junto a este alto signo de la fe que se transforma en caridad, recuerdo y agradezco el trabajo de las Obras Misioneras Pontificias, instrumento para la cooperación en la misión universal de la Iglesia en el mundo. A través de su acción, el anuncio del Evangelio se transforma también en intervenciones para ayudar al prójimo, justicia hacia los más pobres, posibilidad de instrucción en las aldeas más lejanas, asistencia médica en lugares remotos, emancipación de la miseria, rehabilitación de los marginados, ayuda al desarrollo de los pueblos, superación de las divisiones étnicas, respeto por la vida en todas sus fases".
"Invoco sobre la obra de evangelización 'ad gentes', y especialmente sobre sus agentes, la efusión del Espíritu Santo, para que la gracia de Dios la haga avanzar decididamente en la historia del mundo".
BENEDICTUS PP. XVI
Queridos hermanos y hermanas!
La celebración de la Jornada Misionera Mundial se carga este año de un significado especial. La celebración del 50 aniversario del Decreto Conciliar Ad Gentes, la apertura de la fe y del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la nueva evangelización junto a reafirmar el deseo de la Iglesia a comprometerse con más valentía y entusiasmo en la missio ad gentes, para que el Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.
El Concilio Vaticano II, con la participación de los Obispos Católicos de todos los rincones de la tierra, ha sido un signo luminoso de la universalidad de la Iglesia, acogiendo, por primera vez un número tan elevado de Padres Conciliares procedentes de Asia, África, América Latina y Oceanía. Obispos misioneros y obispos nativos, pastores de las comunidades dispersas entre poblaciones no cristianas, que llevaban la imagen de una Iglesia presente en todos los continentes y que fueron intérpretes de las complejas realidades del entonces llamado "Tercer Mundo". Derivados de la rica experiencia de ser pastores de Iglesias jóvenes y en periodo de formación, animados por la pasión para extender el Reino de Dios, que han contribuido significativamente a reafirmar la necesidad y la urgencia de la evangelización ad gentes, y de esta forma poner al centro de la eclesiología la naturaleza misionera de la Iglesia.
Eclesiología misionera
"Esta visión (...) se propone hoy con renovada urgencia porque ha aumentado el número de quienes aún no conocen a Cristo. (...) Tenemos necesidad, por tanto, de retomar el mismo impulso apostólico de las primeras comunidades cristianas, que, pequeñas e indefensas, fueron capaces, con el anuncio y el testimonio, de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido".
"No sorprende que el Concilio Vaticano II y el sucesivo Magisterio de la Iglesia insistan de modo especial en el mandato misionero que Cristo ha confiado a sus discípulos, y que debe implicar a todo el pueblo de Dios, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos. El cuidado de anunciar el Evangelio en todos los lugares de la tierra corresponde primariamente a los obispos, directos responsables de la evangelización en el mundo".
La prioridad de la evangelización
"El mandato de predicar el Evangelio (...) debe envolver toda la actividad de la Iglesia particular, todos sus sectores, todo su ser y su obrar. El Concilio Vaticano II lo ha indicado con claridad y el Magisterio sucesivo lo ha reafirmado con fuerza. Ello requiere adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organización diocesana a esta dimensión fundamental del ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo en continuo cambio. (...) Todos los componentes del gran mosaico de la Iglesia han de sentirse fuertemente requeridos por el mandato del Señor de predicar el Evangelio, a fin de que Cristo sea anunciado en todas partes. Nosotros los Pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien (...) trabajó, sufrió y luchó por hacer llegar el Evangelio a los paganos, sin escatimar energías, tiempo y medios para dar a conocer el mensaje de Cristo". (...)
"La cooperación misionera ha de tomar hoy formas nuevas, incluyendo no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización. (...) Las celebraciones del Año de la Fe y del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para relanzar la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión".
Fe y anuncio
"Los inmensos horizontes de la misión eclesial y la complejidad de la presente situación requieren hoy modalidades nuevas para poder comunicar eficazmente la palabra de Dios. Ello exige, ante todo, una renovada adhesión de fe personal y comunitaria al Evangelio de Jesucristo, en el momento de profundos cambios que está viviendo la humanidad". (...)
"Uno de los obstáculos para la evangelización es la crisis de fe, no solo del mundo occidental, sino también de gran parte de la humanidad que, sin embargo, tiene hambre y sed de Dios y debe ser invitada y conducida al pan de vida y al agua viva (...). Es preciso renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia a Dios, de modo que redescubran la alegría de creer. La preocupación de evangelizar no debe permanecer nunca en los márgenes de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que debe caracterizarla fuertemente, con la conciencia de ser destinatarios y, al mismo tiempo, misioneros del Evangelio. El punto central del anuncio permanece siempre el mismo: el 'Kerigma' del amor de Dios absoluto y total por cada hombre y mujer, que culmina con el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, el cual no desdeñó asumir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándola y rescatándola del pecado y de la muerte por medio del ofrecimiento de sí en la Cruz".
(...) "La fe es un don que se nos ha dado para que lo compartamos. (...) Es el don más importante que nos ha sido entregado en nuestra vida, y no podemos guardarlo sólo para nosotros".
El anuncio se hace caridad
"Numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas, de todo el mundo, muchos laicos e incluso familias enteras abandonan sus propios países, sus propias comunidades locales, y se dirigen a otras Iglesias para dar testimonio y anunciar el Nombre de Cristo (...). Se trata de una expresión de profunda comunión, compartición y caridad entre las Iglesias". (...)
"Junto a este alto signo de la fe que se transforma en caridad, recuerdo y agradezco el trabajo de las Obras Misioneras Pontificias, instrumento para la cooperación en la misión universal de la Iglesia en el mundo. A través de su acción, el anuncio del Evangelio se transforma también en intervenciones para ayudar al prójimo, justicia hacia los más pobres, posibilidad de instrucción en las aldeas más lejanas, asistencia médica en lugares remotos, emancipación de la miseria, rehabilitación de los marginados, ayuda al desarrollo de los pueblos, superación de las divisiones étnicas, respeto por la vida en todas sus fases".
"Invoco sobre la obra de evangelización 'ad gentes', y especialmente sobre sus agentes, la efusión del Espíritu Santo, para que la gracia de Dios la haga avanzar decididamente en la historia del mundo".
BENEDICTUS PP. XVI
ORACIÓN
Señor Jesús,
que has prometido permanecer entre nosotros
si nos amamos como Tú nos amas,
Te rogamos lleves a buen término
-por los caminos de la paz,
de la justicia y del perdón
a esta humanidad lacerada de guerras,
violencia y hambrienta de fraternidad.
Da fortaleza a los misioneros
que están llevando la antorcha de la fe
y haz que,
siguiendo los pasos de San Francisco Javier,
sean testigos valientes del Evangelio,
Infunde en muchos jóvenes la ilusión de seguirte por
el camino de la vocación al laicado,
a la vida consagrada y a la vida sacerdotal.
Te lo pedimos en unión con María,
Reina de las Misiones
y Estrella de la Nueva Evangelización.
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