lunes, 10 de septiembre de 2018

Breves historias sobre la vida, cargadas de optimismo...

La vida está llena historias, y en ella suceden muchas situaciones divertidas. A veces, algunas experiencias son más interesantes y apasionantes que algunas películas. Y en esta oportunidad te mostraremos 10 confesiones alegres, contadas en primera persona, que te de seguro llenarán de alegría.

Mi bisabuelo tiene 93 años de edad. Aún conserva su sentido del humor. Hace poco le preguntaron, cómo, según él, consiguió haber vivido tantos años. Sonrió con astucia y contestó: “Las series de televisión me enganchan… Tengo que vivir más para averiguar qué pasará en la siguiente temporada”.


Cuando tenía 8 años, mi familia vivía en una casa que tenía, al frente, un parque infantil muy grande. A menudo, mis amigos venían a disfrutar de él. Un día, llevaban ya allí mucho tiempo y mis padres me pidieron que les propusiera que volviesen a casa. Yo, sin pensarlo dos veces, me acerqué a ellos y les pregunte: “¿Tienen hambre?“ Me contestaron con alegría: ”¡Sí, mucha!” Y yo me descargue: “¡Entonces, todo el mundo a su casa!” ¡Mis padres todavía me recuerdan esta historia! 


Tengo un chófer particular que me lleva a trabajar y, a veces, me recoge de algún sitio por la noche a cambio de aumentar un poco su sueldo. Un buen ejemplo de ello fue el pasado fin de semana. Bebí demasiado, lo llamé para que me recogiese. Ya eran las 7 de la mañana. Me senté en el asiento de copiloto y me quedé dormido de inmediato.
Al despertarme, miro a mi derecha y veo que el auto sigue en marcha, miro a la izquierda, no hay ningún conductor. Vuelvo a cerrar los ojos, y de repente, me despierto pensando: “¡¿Qué está pasando!?” Agarro el volante en estado de shock, siento pánico. Justo después, me doy cuenta de que viajo en la parte superior de una grúa. Ocurrió que el conductor había decidido entrar un momento a su casa y el coche fue retirado de inmediato por mal estacionamiento. 


Mi amigo tardó mucho en elegir el nombre para su gato y, finalmente, se le ocurrió llamarlo “Ven Aquí“. Ahora cada vez que alguien pronuncia ”ven aquí”, una enorme bola de pelos entra corriendo a la habitación. ¡Es muy divertido! 


Estoy en el trabajo. Una llamada de mi esposa; la contesto y oigo la voz de un hombre: “Buenos días, ¿Juan? Su esposa se encuentra ahora en el hospital del Distrito. ¿Puede venir?“ Sin más, salgo corriendo. La encuentro, veo que le han puesto una escayola en la pierna y le pregunto sobre lo sucedido. Ella baja la mirada y susurra: ”Estaba saltando…“ “¿Saltando? ¿Dónde?”, le pregunto. ”Saltaba del sofá al sillón, imaginando un río de lava ardiendo debajo de mí…” 


La hermana de una amiga mía realizaba una entrevista de trabajo en una empresa importante. Cuando llegó allí, le preguntaron cuándo querría irse de vacaciones. Ella eligió la fecha al azar. Sobre el sueldo que le gustaría tener, puso la primera cifra que se le ocurrió. Entonces preguntaron si era capaz de hacer algo que no supiese hacer su futuro jefe. Ella reflexionó y respondió: “Puedo tocar mis orejas con los pies”. Y lo hizo. La contrataron. 


Cuando mi marido y yo vamos a la cama después de una discusión, nos damos la espalda el uno al otro. Una vez, nos reconcilió nuestro gato. Se tumbó en medio de la cama y ​​yo quise abrazarlo. Me di la vuelta, y al mismo tiempo, se volvió hacia al gato mi marido, también para abrazarlo. Y resultó que nos abrazamos. Las paces hechas. 


Me acerco al portal y veo como un hombre grande y fuerte, lleno de tatuajes y con aspecto tenebroso, pulsa el número de un apartamento en el portero automático. Una voz infantil, muy seria, le pregunta: “¿Contraseña?“ Y el hombre responde: ”Papá pitufo”. 


Mi padre es un verdadero bromista. Un día, cuando yo era niña, me preguntó: “¿Alguna vez has probado huevos de hormiga?“ Contesté que no. Y al día siguiente, me trajo dos: pequeños, blancos, alargados. En una sartén con aceite, los preparó, los puso en un plato y me sirvió...Durante unas horas me resistí a probarlos. Al final, se comió uno y me hizo comer el otro. Era soso y crujía. Ya mayor, le pregunté: ”Papá, ¿qué diablos era aquello?” Y él me contestó: “Tranquila, sólo eran dos granos de arroz”.



Tomé el celular de mi hija para ver cómo me apuntó en su agenda de contactos. Lo busqué y vi que mi esposa sale “La Jefa”. Sentí mucha pena. Luego, descubrí que yo aparezco como “Jefe de la jefa”, no sé pero me sentí complacido. 

Dominio Popular.
 

No hay comentarios.: