lunes, 3 de diciembre de 2018

La vida no te dará las personas que quieres, sino las que necesitas

A  pesar de tener muchos vínculos afectivos con una gran variedad de  personas, algunas veces sentiremos inconformidad asociada con algunas de  nuestras relaciones, sintiendo que esos vínculos nos hacen daño, nos  restan y nos limitan.
Ante este escenario debemos intentar  entender que no siempre llegarán a nuestro lado las personas que nos  gustaría que ocuparan los espacios importantes, especialmente en nuestros corazones, sino que llegarán aquellas personas que necesitemos para aprender y para crecer.
Si  nos remontamos al principio de nuestra vida, como la conocemos, podemos  pensar que el hecho de tener los padres que tenemos es producto de un  proceso aleatorio, sin embargo, muchos defienden la teoría que esos  vínculos son elegidos a través de un acuerdo de almas, en donde tanto  padres como hijos cumplen un papel fundamental en lo que podríamos  llamar misión de alma.
En el núcleo familiar aprendemos a amar, a perdonar, a dar, a compartir, a tener paciencia.  Podemos tener unos padres a quienes nos resulte sencillo juzgar,  podemos tener hijos que nos den las lecciones más grandes de la vida,  pero estos fuertes vínculos jamás podrán pasar por nuestras vidas sin  aportarnos algo, bien sea herramientas, ejemplos, autoconocimiento a  través de la proyección, recursos o vivencias que marcarán nuestra  existencia como pocos. 
Paulatinamente  se irán creando otros lazos, con diversos tipos de personas, con  algunas veremos estrellas y con otras nuestro corazón puede estallar  (metafóricamente hablando) de ira, de frustración, de decepción. Algunas  personas nos amarán, otras nos harán difícil el camino, otras que ni  recordaremos sus nombres serán como ángeles salvadores en situaciones de  riesgo, pero cada una de ellas nos dejará algo.
No sabemos el  efecto que cada quien tiene en otro, ni recordamos los acuerdos de alma  que pudimos haber establecido, pero siendo conscientes de que cada uno  de nosotros marca a quienes tenemos cerca de una manera particular,  aprovechemos la posibilidad de hacerlo para bien. Procuremos bendecir  cada relación, sanar cada herida, intentemos tocar el alma de quienes nos acercan para estar dentro de las personas que marcaron sus vidas de una buena manera. 
Aprendamos  a mirar con los ojos del corazón, más allá de las apariencias y las  personalidades, se esconde bajo muchas capas un ser que al igual que  nosotros está aquí evolucionando, aprendiendo y como si fuese un juego  fue dotado de unas herramientas para alcanzar una misión que normalmente  ignora.
Probablemente cada uno tenga una misión de vida  particular, pero el propósito general es aprender a ser felices de forma  independiente de lo que ocurra y eso requiere dejar de identificarnos  con lo tangible y sencillamente ser, amándonos y dejándonos amar. Honra  cada presencia en tu vida, aunque prefieras algo diferente, ese ser  está en tu vida para favorecerte, así sea a través de caminos  complicados e inentendibles. Al final todo tendrá sentido.

Por: Sara Espejo

No hay comentarios.: