domingo, 13 de diciembre de 2015

P. Gabriele Amorth Poder de la Adoracion Eucaristica, Santuarios Marianos y Oración

 En este inicio del Jubileo de la MIsericordia, tenemos una gran oportunida de poder cambiar nuestra manera de vivir y enderezar nuestros caminos, muchas veces torcidos por infinidad de cosas y circunstancias, en este inicio de este Gran Jubileo, comparto con todos ustedes esta manera de como poder vencer al demonio y salir de sus garras, en la que a muchos tiene, aqui en este tiempo de reflexion, tiempo de una espera, tiempo de una caminar en la fe, esperando al Salvador del mundo a N.S.Jesucristo, podemos conocer como actua esta entidad perversa pervertida y pervertidora, y conociendo como el mal actua atraves de demonio podemos enfrentarlo con valentía y sobre todo  con la fé , el ayuno , la oracion y los sacramentos, mis queridos hermanos conozcamos como poder vencer al Demonio atraves de un gran sacerdote, un hombre humilde, formado en la ayuda espiritual y liberación de almas atormentadas, este sencillo cura, es el P. Gabriele Amorth, sacerdote exorcista del Vaticano nos explica como hace sus exorcismos,nos habla sobre como actua esta entidad perversa , pervertida y pervetidora el demonio y sus asechanzas.

CON LA FÉ SE VENCE AL DEMONIO.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El Papa Francisco abre la Puerta Santa y da inicio al Jubileo de la Misericordia


Al término de la Santa Misa que celebró esta mañana en la Plaza de San Pedro con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro para dar inicio al Jubileo de la Misericordia.
Después de la comunión, los obispos concelebrantes en la Santa Misa iniciaron la procesión hacia el atrio de la Basílica, donde se encuentra la Puerta Santa. A un lado, esperaba sentado el Papa emérito Benedicto XVI.

El Santo Padre fue el último en añadirse a la procesión, y una vez llegó al atrio se detuvo para saludar con afecto a Benedicto XVI. Después se situó delante de la Puerta Santa, se detuvo y dio inició al rito de apertura.
“Oremos: Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo con la misericordia y el perdón, dónanos vivir un año de gracia, tiempo propicio para amarte a ti y a los hermanos en la alegría del Evangelio. Continúa a infundir sobre nosotros tu santo Espíritu, para que no nos cansemos de dirigir con fidelidad la mirada a Aquel que hemos traspasado, tu Hijo hecho hombre, rostro resplandeciente de tu infinita misericordia, refugio seguro para todos nosotros pecadores, necesitados de perdón y de paz, de la verdad que libera y salva. Él es la puerta a través de la cual venimos a ti, fuente inagotable de consolación para todos, belleza que no conoce el ocaso, alegría perfecta en la vida sin fin”.
“Que interceda por nosotros la Virgen Inmaculada, primer y espléndido fruto de la victoria pascual, aurora luminosa de los cielos nuevos y de la tierra nueva, aterrizaje feliz de nuestra peregrinación terrena”.
“A ti, Padre Santo, a tu Hijo, nuestro Redentor, al Espíritu Santo, el Consolador, todo honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
A continuación el Santo Padre se acercó a la Puerta Santa y pronunció la siguiente fórmula:
Es esta la puerta del Señor: Por ella entrarán los justos. Abridme las puertas de la justicia: Entraré para dar gracias al Señor. Por tu gran misericordia, entraré en tu casa, Señor: Me postraré hacia tu templo santo”.


Luego abrió la puerta y permaneció unos instantes en oración mientras se escucharon los aplausos de los fieles congregados en la Plaza de San Pedro. Entró solo, y después entraron algunos concelebrantes y representantes de religiones y fieles laicos.
Benedicto XVI también entró acompañado de su secretario y Prefecto de la Casa Pontifica, Mons. Georg Gänswein, y volvió a saludar a Francisco. Fue el primer peregrino en cruzar la Puerta Santa tras el Papa.
Después, el Papa se dirigió al Altar de la Confesión mientras el coro cantaba el Himno del Año Santo de la Misericordia.
Delante del Altar dijo:
“Padre Santo, rico de misericordia y grande en el amor, te alabamos con todo el corazón, y te damos gracias por la sobreabundancia de tus dones. Míranos, que en este día hemos abierto la Puerta Santa y felices hemos dado inicio al tiempo jubilar”.
“Concede, te pedimos, a todos aquellos que pasarán por la Puerta de la Misericordia con el alma arrepentida, renovado compromiso y filial fidelidad, de tener una viva experiencia de tu ternura paterna y de recibir la gracia del perdón para testimoniar, en palabras y en obras, el rostro de su misericordia, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina en los siglos de los siglos. Amén”.
Después, el Papa Francisco dio la bendición y concluyó la solemne celebración.

Alvaro de Juana
ACI Prensa
Cd. del Vaticano
8 de Diciembre de 2015 




lunes, 7 de diciembre de 2015

Retiran muro de la puerta santa -Jubileo de la Misericordia-


Sellada desde que culminara el Jubileo del año 2000, se ha retirado el muro que cubría la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, a pocos días del inicio del Año Santo de la Misericordia que comenzará el próximo 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
El Cardenal Angelo Comastri, Arcipreste de la Basílica Vaticana, dirigió la ceremonia conocida como “recognitio” que comenzó con una breve procesión y una oración.
En ella se retiró el muro ladrillo por ladrillo y se sacó una caja en la que se guarda un certificado del cierre de la Puerta Santa del año 2000, algunos objetos de recuerdo de ese jubileo y las llaves con las que la abrirá el Papa Francisco.
En la ceremonia también estuvieron presentes el Arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización y encargado del Jubileo, así como Mons. Guido Marini, Ceremoniero Pontificio que guardó los contenidos de la caja.
Cada una de las cuatro basílicas papales de Roma tiene una Puerta Santa que solo se abre durante un Jubileo. Quien ingresa a ellas a través de estas puertas puede obtener una indulgencia plenaria al día.
La Puerta Santa de San Juan de Letrán se abrirá el 13 de diciembre, la de Santa María la Mayor el 1 de enero y la de San Pablo de Extramuros el 26 de ese mismo mes.
Una novedad de este Año Santo de la Misericordia, que concluirá el 20 de noviembre de 2016 en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, es que cada diócesis podrá designar una Puerta Santa en sus catedrales o en las iglesias que tengan un significado especial para las peregrinaciones.

Aciprensa.

domingo, 6 de diciembre de 2015

El Jubileo de la Misericordia


El Papa Francisco anunció este viernes, 13 de marzo de 2015, en la Basílica de San Pedro, la celebración de un Año Santo extraordinario. Este Jubileo de la Misericordia se iniciará el presente año con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. El Santo Padre, al inicio del año, exclamó: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”
El anuncio se realizó en el segundo aniversario de la elección del Papa Francisco, durante la homilía de la celebración penitencial con la que el Santo Padre dio inicio a la 24 horas para el Señor, iniciativa propuesta por el Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización para promover en todo el mundo la apertura extraordinaria de las iglesias y favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación. El tema de este año ha sido tomado de la carta de San Pablo a los Efesios: “Dios rico en misericordia” (Ef 2,4).
La apertura del próximo Jubileo adquiere un significado especial ya que tendrá lugar en el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, ocurrida en 1965. Será por tanto un impulso para que la Iglesia continúe la obra iniciada con el Vaticano II. Durante el Jubileo las lecturas para los domingos del tiempo ordinario serán tomadas del Evangelio de Lucas, conocido como “el evangelista de la misericordia”. Dante Aligheri lo definía “scriba mansuetudinis Christi”, “narrador de la mansedumbre de Cristo”. Son bien conocidas las parábolas de la misericordia presentes en este Evangelio: la oveja perdida, la moneda extraviada, el padre misericordioso.
El anuncio oficial y solemne del Año Santo tendrá lugar con la lectura y publicación junto a la Puerta Santa de la Bula, el Domingo de la Divina Misericordia, fiesta instituida por San Juan Pablo II que se celebra el domingo siguiente a la Pascua.
Antiguamente, para los hebreos el jubileo era un año declarado santo, que recurría cada 50 años, y durante el cual se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal. A los ricos, en cambio, el año jubilar les recordaba que llegaría el tiempo en el que los esclavos israelitas, llegados a ser nuevamente iguales a ellos, podrían reivindicar sus derechos. “La justicia, según la ley de Israel, consistía sobre todo en la protección de los débiles (S. Juan Pablo II, Tertio Millennio Adveniente 13).


La Iglesia católica inició la tradición del Año Santo con el Papa Bonifacio VIII, en el año 1300. Este Pontífice previó la realización de un jubileo cada siglo. Desde el año 1475 – para permitir a cada generación vivir al menos un Año Santo – el jubileo ordinario comenzó a espaciarse al ritmo de cada 25 años. Un jubileo extraordinario, en cambio, se proclama con ocasión de un acontecimiento de particular importancia.
Los Años Santos ordinarios celebrados hasta hoy han sido 26. El último fue el Jubileo del año 2000. La costumbre de proclamar Años Santos extraordinarios se remonta al siglo XVI. Los últimos de ellos, celebrados el siglo pasado, fueron el de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del XIX centenario de la Redención, y el de 1983, proclamado por Juan Pablo II por los 1950 años de la Redención.
La Iglesia católica ha dado al jubileo hebreo un significado más espiritual. Consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos, y en la posibilidad de renovar la relación con Dios y con el prójimo. De este modo, el Año Santo es siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano.
Con el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco pone al centro de la atención el Dios misericordioso que invita a todos a volver hacia Él. El encuentro con Él inspira la virtud de la misericordia.
El rito inicial del jubileo es la apertura de la Puerta Santa. Se trata de una puerta que se abre solamente durante el Año Santo, mientas el resto de años permanece sellada. Tienen una Puerta Santa las cuatro basílicas mayores de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María Mayor. El rito de la apertura expresa simbólicamente el concepto que, durante el tiempo jubilar, se ofrece a los fieles una “vía extraordinaria” hacia la salvación.
Después de la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, serán abiertas sucesivamente las puertas de las otras basílicas mayores. La misericordia es un tema muy sentido por el Papa Francisco quien ya como obispo había escogido como lema propio  “miserando atque eligendo”. Se trata de una cita tomada de las homilías de san Beda el Venerable, el cual, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe: “Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me” (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme). Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina. Una traducción del lema podría ser: “Con ojos de misericordia”.
En el primer Ángelus después de su elección, el Santo Padre decía que: “Al escuchar misericordia, esta palabra cambia todo. Es lo mejor que podemos escuchar: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia” (Ángelus del 17 de marzo de2013).
También este año, en el Ángelus del 11 de enero, manifestó: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”. Y en el mensaje para la Cuaresma del 2015, el Santo Padre escribe: “Cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”.
En el texto de la edición española de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium el término misericordia aparece 29 veces.
El Papa Francisco ha confiado al Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización la organización del Jubileo de la Misericordia.

Catholic Net. 

Año de la Misericordia. -12 puntos-


8 de Diciembre inicia el Jubileo de la Misericodia


Varias son las razones por las que el Papa Francisco decidió convocar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia que se celebrará desde el próximo 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, al 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey.
En una nueva entrevista concedida a la revista italiana “Credere”, el Santo Padre dio las estas siete claves:

1– Pablo VI acentuó con fuerza el tema de la misericordia y fue Juan Pablo II el que lo subrayó con la Encíclica “Dives in Misericordia” (sobre la misericordia divina). A su vez, San Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina Kowalska, quien recibió el encargo de Jesús de promover la devoción a la Divina Misericordia. El Santo polaco instituyó además la Fiesta de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua.

2– Francisco afirma que de esta manera retoma “una tradición relativamente reciente, si bien siempre ha existido”. “Me he dado cuenta de que se debía hacer algo para continuar esta tradición”, explica en la entrevista.

3– En su primer Ángelus, después de haber sido elegido nuevo sucesor de Pedro tras el Cónclave, habló de la misericordia. “También en mi primera homilía como Papa, el domingo 17 de marzo en la parroquia de Santa Ana, hablé de la misericordia”, asegura.  Por tanto, “no ha sido una estrategia, me ha venido de dentro: el Espíritu Santo quiere algo”.

4– El Papa considera que “es obvio que el mundo de hoy tiene necesidad de misericordia, tiene necesidad de compasión”. “Estamos habituados a las malas noticias, a las noticias crueles y a las atrocidades más grandes que ofenden el nombre y la vida de Dios. El mundo tiene necesidad de descubrir que Dios es Padre, que tiene misericordia, que la crueldad no es el camino”.

5– El Santo Padre propone el Jubileo como una ayuda a las personas que están heridas y destruidas y recuerda la imagen “de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla”.

6– El Año Santo quiere mostrar también el perdón y la reconciliación. “He sentido que Jesús quiere abrir la puerta de Su corazón, que el Padre quiere mostrar sus entrañas de misericordia, y por eso nos manda el Espíritu: para moverse y para movernos”, revela.

7– Las situaciones de conflicto y violencia que se viven en la actualidad en muchos lugares del mundo hacen que se cometa “un sacrilegio contra la humanidad, porque el hombre es sagrado, es la imagen del Dios vivo”. “Entonces el Padre dice: ‘deténganse y vengan a mi’. Esto es lo que yo veo en el mundo”, explica Francisco.

Aciprensa. 

8 de Diciembre Dogma de la Inmaculada Concepcion.

INMACULADA CONCEPCION

La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que, por una gracia especial de Dios, Ella fue preservada de todo pecado desde su concepción.

En el año 2014 se celebra el 160 aniversario de la Proclamación del Dogma de que María fue concebida sin pecado original, sin mancha. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles ... "   Pío IX, bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de (1854)

La Concepción:
Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana. María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir, María es la "llena de gracia" desde su concepción. Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no se trata de la concepción de Jesús, quien, claro está, también fue concebido sin pecado.

"Dios inefable, (...) habiendo provisto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano que había de derivarse de la culpa de Adán, y habiendo determinado, en el misterio escondido desde todos los siglos, culminar la primera obra de su bondad por
medio de la encarnación del Verbo (...), eligió y señaló desde el principio y antes de todos los siglos a su unigénito Hijo, una Madre, para que, hecho carne de Ella, naciese en la feliz plenitud de los tiempos; y tanto la amó por encima de todas las criaturas, que solamente en Ella se complació con señaladísima benevolencia

Como nos indican las anteriores palabras de Pío IX, la concepción inmaculada de la Virgen María es un maravilloso misterio de amor. La Iglesia lo fue descubriendo poco a poco, al andar de los tiempos. Hubieron de transcurrir siglos hasta que fuera definido como dogma de fe.

Dirijamos, pues, nuestra mirada en este tiempo de Adviento a María, que preparó a conciencia el primer y verdadero adviento. Nadie como Ella supo interpretar los signos de los tiempos, sintiendo que el Señor estaba cerca, Ella oró como nadie con el Salmo 24:
"Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza"

Y cuando le fue propuesta la maternidad, nada menos que del mismísimo Hijo de Dios, no quiso decir que no. Su vida fue un "sí "rotundo a los planes de Dios.
  
Siendo Ella, con su sí, quien propició que el Dios lejano se hiciera nuestro, y a partir de la encarnación de su Hijo, Dios tuviera otro título que antes no tenía: Emmanuel", el Dios con nosotros, el Salvador, el que puso su tienda entre nosotros.

Parece que de María tendríamos que explayarnos hasta la última semana de Adviento, pero quién mejor que Ella para abrir y disponer los corazones para que esta Navidad no tenga las características de ser sólo una fiesta más, o mejor la fiesta de las fiestas, donde hay de todo, pero donde se siente muchas veces un vacío, no tanto por las cosas de las que no se pudo disponer para la fiesta y el festejo, sino precisamente por no haber dispuesto el corazón, para hacer ahí el Adviento, la llegada, la recepción y la acogida para el recién nacido.

Navidad será entonces un festejo anticipado de la Pascua del Señor. Sin su encarnación, no hubiera sido posible ni la entrega, ni la redención, ni la cruz; pero tampoco la Resurrección y la vuelta de los hijos de Dios a la casa, al Reino, a los brazos amorosos del buen Padre Dios. La Navidad nos hermanará en torno al Divino Niño, nos hará compadecernos y enternecernos a la vista de quien se convierte en la presencia más cercana del Dios de los Cielos, y de la tierra.

María es un signo anticipado: de limpieza, de belleza, de santidad, de perfección, de plenitud, de vida nueva, de victoria pascual. Es un anticipo del ideal humano, del proyecto que Dios había soñado para el hombre. Un modelo, por lo tanto, para cada persona humana, para cada creyente, para la Iglesia, para la humanidad. Lo que tanto soñamos y deseamos es posible, en María se ha realizado ya.

Alegre aurora. Cuando aparecen las primeras luces del día, cuando amanece o mañanea, admiramos los tonos de color que vencen la oscuridad nocturna, Y nos alegramos. La luz, además de ofrecernos claridad, nos llena de alegría. Así es la Virgen Inmaculada, suave luz que anuncia victoria sobre el pecado y la muerte, señal segura de que se acerca el día, buena noticia para todos los hijos de la noche, causa de nuestra alegría.

Alegría verdadera, porque nos garantiza salvación y victoria. Después de tantos fracasos, después de tantas derrotas, por fin podemos levantar cabeza. El poder de las tinieblas ha sido superado. En la madre aparece un punto de luz primero, como una flor, pero la luz va creciendo hasta el encanto. Es un regalo, no sólo para los ojos, sino para toda el alma.
Pero la aurora es un anuncio solamente, ella no tiene identidad propia, es una adelantada de otra realidad original, que es el sol. La aurora no es el día, sino que lo anuncia, lo prepara. Sus luces y colores no son propios, sino del sol. La aurora es algo relativo, sin el sol nada sería. Así es María con relación a Cristo, nuestro día y nuestro sol.


Web Cátólico de Javier.