jueves, 22 de febrero de 2018

La visita del Papa Francisco a un hospital para bebés

Una de las obras de misericordia es visitar a los enfermos  , en este pequeño videos se puede ver la enorme simpatia del santo padre en los niños  y en el futuro de la humanidad, un gesto humano y sencillo deseando a estos pequeños us mejores deseos y es el que vivan... algo del santo padre que no conoiciamos, veamosle vistanto este hospital de neonatos en Italia. Fue una obra de misericordia en homenaje a Madre Teresa, defensora de la vida.   

El Bambú japonés

Una historia pequeña para tener paciencia con nosotros mismos  y tener en cuenta lo que hay en hibernacion dentro de nosotros, paciencia en nuestro crecimiento espiritual, esta historia es el claro ejemplo de la vida  de mucho de nosotrosp,preparemosnos y esperemos ese desarollo.

*EL BAMBÚ JAPONÉS*
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de sólo seis semanas la planta de bambú crece más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer?
No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, si está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.          
 El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.


Anónimo.

lunes, 19 de febrero de 2018

Ser menores , lo que el ser humano no quiere... pero una gran necesidad en este mundo.


El Papa Francisco pidió, en un discurso pronunciado en el Vaticano ante miembros de la Familia Franciscana, vivir como “hermanos menores” creando un lugar de encuentro y comunión con Dios, los hermanos y la creación que permita huir del orgullo y la mundanidad.
El Santo Padre reflexionó sobre el adjetivo “menor” empleado por San Francisco para referirse a los frailes franciscanos. “En vuestra forma de vida, el adjetivo ‘menor’ califica al sustantivo ‘hermano’, dando al vínculo de la fraternidad una cualidad propia y característica: no es la misma cosa decir ‘hermano’ que ‘hermano menor’. Por eso, hablando de fraternidad, es necesario tener bien presente esta característica típica franciscana de la relación fraterna, que exige de ustedes una relación de ‘frailes menores’”.
“La ‘minoridad’ franciscana se presenta para ustedes como un lugar de encuentro, de comunión con Dios, como lugar de encuentro y de comunión con los frailes y con todos los hombres y mujeres. En fin, como lugar de encuentro y de comunión con la creación”.
“La ‘minoridad’ es un lugar de encuentro con Dios”, repitió el Papa. “Caracteriza en modo especial vuestra relación con Dios. Para San Francisco, el hombre no tiene nada en propiedad, excepto los pecados propios, y vale cuanto valga delante de Dios, y nada más. Por eso, su relación con Él debe ser la misma que la de un niño: humilde y confiado”.
Por ello, el Santo Padre les advirtió sobre el “orgullo espiritual, el orgullo farisaico, la peor de las mundanidades”.
En cuanto a la “minoridad” como lugar de encuentro con los hermanos, señaló el Pontífice que se refiere a que la “minoridad” se vive “antes que nada, en relación con los hermanos que el Señor nos ha dado, evitando cualquier comportamiento de superioridad”.
“La necesidad de expresar vuestra fraternidad en Cristo –continuó– favorece que vuestras relaciones interpersonales sigan el dinamismo de la caridad. Mientras la justicia los lleva a reconocer los derechos de cada uno, la caridad trasciende esos derechos y los llama a la comunión fraterna”.
Esa “minoridad”, además de vivirse en relación a los hermanos, también se vive en relación “a todos los hombres y mujeres que pueden encontrar en su caminar por el mundo”. “Abran sus corazones y abracen a los leprosos de nuestro tiempo, y después de haber tomado conciencia de la misericordia que el Señor les ha proporcionado, sírvanse de esa misma misericordia”.
Por último, en relación con la “minoridad” como lugar de encuentro con la creación, el Santo Padre indicó que “ante el deterioro global del medio ambiente, les pido que como hijos de San Francisco entren en diálogo con toda la creación, prestándole su voz para loar al Creados y, como hacía San Francisco, habiten en ella superando cualquier cálculo económico o romanticismo irracional”. 

https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-propone-la-minoridad-franciscana-como-antidoto-al-orgullo-y-la-mundanidad-65737

miércoles, 14 de febrero de 2018

Miercoles de ceniza


A pocos días del inicio de la Cuaresma, que sirve de preparación para la Pascua y que comienza este miércoles 14 de febrero, recordamos algunas cosas esenciales que todo católico debe saber para poder vivir intensamente este tiempo litúrgico.
1. Es el primer día de la Cuaresma
Con el Miércoles de Ceniza inician los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
El Miércoles de Ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. En este se explica que en la Misa, se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.
2. La imposición de las cenizas surge en los primeros siglos del cristianismo

La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. Por aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.
La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años D.C. y a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.
3. La ceniza recuerda la necesidad de la misericordia de Dios
La ceniza es un símbolo. Su función está descrita en un importante documento de la Iglesia, más precisamente en el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia:
“El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.
4. Las cenizas tienen varios significados
La palabra ceniza, que proviene del latín "cinis", representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Esta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia.
La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7); "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
5. Las cenizas se producen de las palmas del Domingo de Ramos
Para la ceremonia se deben quemar los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Estas son rociadas con agua bendita y luego aromatizadas con incienso.
6. Las cenizas se imponen en la frente al término de la homilía
Este acto tiene lugar en la Misa al término de la homilía y está permitido que los laicos ayuden al sacerdote. Las cenizas son impuestas en la frente, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras bíblicas: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o «Conviértete y cree en el Evangelio».
Luego, quien recibe las cenizas debe retirarse en silencio meditando la frase o invitación que la acaban de hacer.
7. Las cenizas también pueden imponerse sin Misa
Cuando no hay sacerdote la imposición de cenizas puede realizarse sin Misa, de forma extraordinaria. Sin embargo, es recomendable que al acto se preceda con una liturgia de la palabra.
Es importante recordar que la bendición de las cenizas, como todo sacramental, solo puede realizarla un sacerdote o diácono.
8. Las cenizas pueden ser recibidas por no católicos
Puede recibir este sacramental cualquier persona, inclusive no católica. Como especifica el Catecismo (1670 y siguientes) los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia estos «preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella».
9. No es obligatorio recibir las cenizas
El Miércoles de Ceniza no es día de precepto y por lo tanto la imposición de ceniza no es obligatoria. No obstante, ese día concurre una gran cantidad de personas a la Santa Misa, algo que siempre es recomendable.
10. No existe tiempo exacto para llevar las cenizas en la frente
Cuanto uno desee. No existe un tiempo determinado.
11. En Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia
El Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia, como en el Viernes Santo, para los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de esos límites es opcional. Ese día los fieles pueden tener una comida “fuerte” una sola vez al día.
La abstinencia de comer carne es obligatoria desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de mortificación u ofrecimiento como el rezo del rosario.

https://www.aciprensa.com/imagespp/11PuntosMiercolesCeniza_030216.jpg

Si fuéramos... la Cuaresma sería


-Si fuéramos automóviles, la Cuaresma sería el tiempo de cambiar el aceite y afinar el motor.
-Si fuéramos jardines, la Cuaresma sería tiempo de fertilizar nuestra tierra y arrancar las malas hierbas.
-Si fuéramos alfombras, la Cuaresma sería tiempo de darles una buena limpieza con el aspirador o una buena sacudida.
-Si fuéramos baterías (pilas), la Cuaresma sería tiempo de recargarlas.

Pero no somos ninguna de estas cuatro cosas:

-Somos personas que, quizá, muchas veces hemos hecho cosas malas y necesitamos arrepentirnos de ellas. De aquí la necesidad de hacer una buena confesión.
-Somos personas que muchas veces nos dejamos llevar por nuestro egoísmo y que, por lo tanto, necesitamos empezar a pensar en los demás. De aquí la necesidad de la limosna.
-Somos personas que muchas veces perdemos de vista el fin para el que fuimos creados por Dios.
Necesitamos, pues, recobrar la vista. De aquí la necesidad de la oración.

 http://webcatolicodejavier.org/cuaresmaseria.html

domingo, 4 de febrero de 2018

Las 7 enseñanzas del camino del guerrero

 La cultura japonesa es milenaria y a lo largo de su historia le ha otorgado un gran valor a las virtudes en combate. El combatiente japonés, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, debe estar colmado de valores para ser digno. La palabra bushido habla precisamente de esto y se traduce como el camino del guerrero.
Este camino del guerrero, o bushido, habla acerca de un código de ética que aplicaban los samuráis. Contiene una serie de principios, pero sobre todo siete valores, que debían regir la conducta. Se dice que se enseñaba a los miembros de la clase dirigente, desde muy temprana edad.
Cualquiera puede introducirse en lo más reñido de la batalla y morir. Es fácil para un patán, pero para un samurái es verdadera decisión justa en la ecuanimidad, y un verdadero valor saber vivir cuando ha de vivir, y morir cuando ha de morir”.
-Príncipe de Mito-
El camino del guerrero también es conocido con el nombre de código samurái. Aún sigue siendo una valiosa guía para la vida. Estas son las 7 virtudes y enseñanzas que exalta.

1. El coraje, una virtud indispensable para ser libre

Según el camino del guerrero, solo cuando se tiene coraje se puede ser libre. Es el coraje lo que permite vivir plenamente, sin las ataduras que impone el miedo. Se necesita valor para decidir actuar, especialmente para hacer grandes cosas.

El coraje no es arrojo ciego. Para que sea verdadero coraje debe estar acompañado por la inteligencia y la fuerza. El miedo existe, pero no debemos dejarnos vencer por él. En lugar de esto, debemos reemplazarlo por la precaución y el respeto. Así emergerá el verdadero coraje.

2. Que nunca falte la cortesía

En el camino del guerrero la cortesía no es simplemente un conjunto de gestos amables o de buenas maneras. En realidad se trata de una virtud que se encuentra estrechamente relacionada con el respeto por el otro, incluso si es un enemigo.
La cortesía es, ante todo, respeto y consideración por el otro, sin importar las circunstancias. Esto significa no ser cruel, ni hacer demostraciones innecesarias de fuerza o poder. Se trata de una virtud que muestra carácter y mucha fuerza interior.

3. La compasión siempre debe estar presente

La fortaleza y el poder que se tienen deben ser empleados en bien de todas las personas. Así lo señala el camino del guerrero, que además insiste en el enorme valor que tiene la solidaridad. Esta es una característica que adorna a la fuerza.
La compasión no es solamente un sentimiento, sino que se debe traducir en acciones concretas. Siempre que se pueda ayudar a alguien, debe hacerse. Y si no se cuenta con la oportunidad de ayudarlo, hay que salir a buscar esa posibilidad.

4. La justicia ante todo

Dice el camino del guerrero que la justicia no tiene medias tintas. Según esta antigua sabiduría, lo justo emana simplemente de definir lo que es correcto y diferenciarlo de lo que no lo es. Lo correcto se premia y lo incorrecto se castiga.
Ser justo es buscar actuar siempre de la manera correcta. Esto no debe depender de lo que digan los otros, sino de la propia persona. Cada quien sabe en su corazón qué es lo justo y qué no. Solamente debe seguir esa luz que emana de sí mismo.

5. La lealtad es propia de los espíritus fuertes y nobles

Lo que uno dice o hace le pertenece por completo. Por lo tanto, también son nuestras las consecuencias. De ahí que se deba tener gran sentido de responsabilidad antes de actuar o de expresarse.
La lealtad es, sobre todo, lealtad con uno mismo. Capacidad para ser consecuente o coherente. En esa medida, también es compromiso para responder por los actos y palabras. La lealtad solo es propia de los más fuertes y nobles.

6. La palabra y la sinceridad

Para los samuráis la palabra tiene un inmenso valor. No se habla por hablar, ni se dice por decir. Por eso en el camino del guerrero las palabras son totalmente equivalentes a los actos. Cuando se dice algo es como si ya estuviera hecho.
En esta filosofía se elimina el valor de una promesa. Esta no es necesaria. Basta con decir que se hará algo para comprometerse a hacerlo. Esto solo es posible para quienes son completamente sinceros consigo mismos y con los demás.

7. El honor exalta al ser humano

Según el camino del guerrero, la virtud más grande de todas es el honor. Ser honorable significa actuar con rectitud, sin importar las circunstancias. Cumplir con el deber y apegarse a los valores, sin tomar en cuenta si esto es aprobado por otros o no.

El honor está asociado al respeto que se siente por uno mismo. Esto implica no permitirse caer en comportamientos poco éticos o despreciables. Es tan importante el honor en esta filosofía que si se pierde la única manera de recuperarlo es quitándose la vida.
Lo más interesante del camino del guerrero es que siendo un código ético tan antiguo, los valores que promueve mantienen su vigencia. Muy distinto sería el mundo si en cada conflicto, o en cada confrontación, aplicáramos esos valiosos principios de los guerreros samuráis.

Estas enseñanzas son univesales y pueden se aplicadas al diario vivir para ser mejores seres humanos mas sencillos y simples para ser mas fraternos, mas humildes, asemejandonos  a aquél que dio la vida pos mí en la cruz...Cristo Jesús.
Paz y Bien
 

sábado, 3 de febrero de 2018

Decir... lo siento la llave al perdón.


Los niños aprenden a disculparse viendo a sus padres decir “lo siento”. Sin embargo, no todas las familias son capaces de pedir disculpas a sus propios hijos cuando una situación lo requiere, cuando las circunstancias así lo demandan. Se nos olvida a menudo que son estos tipos de cimientos los que erigen los mejores vínculos, los más felices y respetuosos.
Un aspecto descuidado en muchas dinámicas familiares son los estilos de comunicación. A menudo no somos conscientes de la gran cantidad de códigos, mandatos invisibles e improntas psicológicas que proyectamos en los nuestros con lo que hacemos, decimos, o más aún, con lo que “no decimos”.
“Si cometes errores demuestra que puedes tener la humildad de decir “lo siento”, me equivoque, y el valor de decir lo remediaré”.
¿El modo en que interaccionamos erige las raíces de la armonía o por el contrario provoca que germinen las semillas de la infelicidad en nuestro núcleo relacional más próximo? Esta pregunta, merece sin duda, una reflexión. Sea una u otra la dinámica que predomine, está claro que todos cometemos errores y “necesitamos” pedir disculpas. Así, identificar los momentos en los que un “lo siento” es necesario también es inteligencia emocional.
Esta dinámica, esta práctica saludable y edificante es a su vez vital en la crianza y en la educación de nuestros hijos. Es un modo muy acertado de transmitir a los pequeños un sistema de valores donde tener una visión más cercana del ser humano, donde concebirnos como falibles pero dignos a su vez de saber pedir perdón para mejorar nuestros actos, para cuidar de nuestros lazos…

Decir “lo siento” una práctica de convivencia básica

Todos cometemos errores, de hecho y a día de hoy no hay nadie que haya llegado a este mundo con ese material que lo haga inmune a los equívocos, desaciertos o malentendidos. Así, y en materia crianza y educación nadie es ajeno tampoco a los fallos, a las prácticas inadecuadas, a los enfoques poco acertados, a los descuidos, etc. Ahora bien, la clave de todo ello no está en el hecho de cometer más o menos errores con nuestros hijos, sino en el modo en que gestionemos después esas situaciones.
Identificar el error y reconocer la responsabilidad diciendo “lo siento” a un niño también es educar. Sin embargo, nuestra “cultura” de adultos no siempre aprueba o es favorable a este tipo de gestos, como si los propios padres tuvieran miedo de romper el mito de la infalibilidad frente a sus hijos. Porque, si nosotros mismos nos pasamos todo el tiempo procurando que los pequeños aprendan a disculparse, ¿cómo hacerlo nosotros mismos? Con ello (creen algunos) se corre el riesgo de perder la autoridad, de desacreditarse…
Esto es lo que piensan muchos padres y muchas madres. Lo hace el padre que alimenta a sus hijos con increíbles promesas que más tarde no cumple; lo comete la madre que acaba gritándole a su hijo por cualquier tontería, al no ser capaz en un momento dado de gestionar esa ansiedad que trae del trabajo y que no logra dejar en la puerta.

Decir “lo siento” es una práctica de convivencia básica, es el camino correcto cuando surge un problema del que como adultos somos responsables. Asimismo, pocos actos encierran una expresión tan válida de empatía y un reconocimiento de las normas de convivencia; unas normas que todos, grandes y pequeños, estamos obligados a cumplir por el bien común.

Aprendiendo a ser familia

Muchos de nosotros nos pasamos el día diciendo “lo siento” por los actos más triviales. Lo hacemos cuando tropezamos con alguien, cuando nos olvidamos de ceder el asiento a otras personas en el bus, cuando se nos pasa traerle ese libro a nuestro compañero de case o de trabajo… Si importante es practicar este arte en los actos más pequeños, es esencial a su vez llevarlo a cabo con las personas que nos son más cercanas, con las que más amamos.
Así, no por verlas todos los días o por ser quienes son (parejas, hijos, padres, hermanos, etc.) vamos a dar por sentado que siempre seremos perdonados. Porque el amor, el afecto y el cariño, se cuidan y se trabajan. Aprender a decir “lo siento” es hacer familia, es crear un escenario donde criar niños más felices partiendo de unos valores adecuados. Veamos a continuación sus principales beneficios.

Pedir perdón a nuestros hijos, un paso con grandes beneficios

  • Decir “lo siento” a nuestros hijos nos ayuda a estar más centrados en nuestro día a día. En nuestra vorágine cotidiana el acto de tomar conciencia de nuestra falibilidad con ellos nos permite estar más arraigados al presente, a las necesidades más inmediatas del pequeño.
  • Es recomendable también que entendamos algo: pedirle perdón a un niño no es un acto de debilidad. Todo lo contrario, es un ejercicio de madurez y responsabilidad.
  • A su vez, reconociendo el error cometido con nuestros pequeños evitamos que las situaciones se compliquen mucho más, y que ellos dejen poco a poco de confiar en nosotros.
  • En estas relaciones, donde los adultos son capaces de decir “lo siento” y pedir perdón a los niños, se dan valiosos actos de aprendizaje por ambas partes. Las personas mayores no somos infalibles y cometer errores está escrito en nuestro ADN, un ejercicio por otro lado idóneo para mejorar como seres humanos.
Para concluir, algo que sin duda debe entender toda familia -que desee crecer en armonía y felicidad- es que saber decir lo siento es un tendón psicológico que nos beneficia todos. Pongámoslo en práctica sin miedo, sin reticencias. De esta manera haremos una posibilidad de incalculable valor: la de comprendernos mejor.


viernes, 2 de febrero de 2018

2 de Febrero presentacion del niño Jesus al templo.





Solo Semillas.


 Cuentan que un joven paseaba una vez por una ciudad desconocida, cuando, de pronto, se encontró con un comercio sobre cuya marquesina se leía un extraño rótulo: "La Felicidad".
Al entrar descubrió que, tras los mostradores, quienes despachaban eran ángeles. Y, medio asustado, se acercó a uno de ellos y le preguntó.
- "Por favor, ¿qué venden aquí ustedes?"
- "¿Aquí? -respondió el ángel-. Aquí vendemos absolutamente de todo".
"¡Ah! - dijo asombrado el joven -. Sírvanme entonces el fin de todas las guerras del mundo; muchas toneladas de amor entre los hombres; un gran bidón de comprensión entre las familias; más tiempo de los padres para jugar con sus hijos..."
Y así prosiguió hasta que el ángel, muy respetuoso, le cortó la palabra y le dijo: "Perdone usted, señor. Creo que no me he explicado bien. *Aquí no vendemos frutos, sino semillas."



Anónimo.

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Zanahoria, huevo o café...


Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?"
-"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
Le hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?"
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido ¿te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y tú, como enfrentas la adversidad?... como Zabmahoria...como huevo...o como grano de café...?

Paz y Bien.

Autor anónimo.