En algunos países les llaman Belén o Pesebres. El primer nacimiento
se creo en Italia. Fue Francisco de Asís, el iniciador de los
nacimientos entre 1200 y 1226. Se cuenta que mientras recorría la
pequeña población de Rieti en 1223, la Navidad lo sorprendió en la
ermita de Greccio y fue allí donde todo comenzó.
Tuvo
la inspiración de reproducir en vivo el nacimiento de Jesús. También se
cree que el primer nacimiento con figures se construyo en Nápoles y que
estuvo echo de figures de barro.
La tradición de los Belenes
se difundió rápidamente por toda Italia y luego al mundo entero y hoy
por hoy figura en las tradiciones navideñas de cientos de países
alrededor del mundo.
Francisco de Asís en Greccio
Greccio
es una pequeña población de 1.500 habitantes, situada entre Roma y
Asís, a 15 quilómetros de Rieti, en la pendiente del Monte Lacerone y a
705 metros de altitud. El santuario se encuentra a poco más de dos
quilómetros, encima de una escarpada roca y rodeado de bosques de
encinas. Desde la explanada se contempla el castillo de Greccio y una
hermosa vista del valle de Rieti.
A San
Francisco este lugar le gustaba porque le parecía “rico en su pobreza”, y
el territorio porque decía que no había visto ningún otro con tantas
conversiones como este. Muchos de sus habitantes, empezando por Juan
Velita, señor de Greccio, profesaron la Regla de la Tercera Orden y
llevaban una vida de penitencia en sus propias casas. Cada día, a una
determinada hora, los frailes entonaban las alabanzas del Señor y la
gente del castillo, grandes y pequeños, salían de sus casas y
respondían: “Alabado sea el Señor”. Esto les valió verse libres por un
tiempo del pedrisco y de los lobos, mas luego de algunos años, empezaron
a enorgullecerse y a odiarse entre ellos, como predijo San Francisco,
lo que trajo como consecuencia que el castillo fuese pasto de las
llamas, por obra de la soldadesca de Federico II, en 1242.
El primer “Nacimiento” viviente
Todo
se celebró como estaba previsto: la noche de Navidad, la gente del
castillo se dirigió al lugar donde vivían los frailes, con cantando y
con antorchas y en medio del bosque. En una gruta prepararon un altar
sobre un pesebre, junto al cual habían colocado una mula y un buey.
Aquella noche, como escribió Tomás de Celano, se rindió honor a la
sencillez, se exaltó la pobreza, se alabó la humildad y Greccio se
convirtió en una nueva Belén. Para una celebración tan original
Francisco había obtenido el permiso del papa Honorio III. La homilía
corrió a su cargo, pues era diácono, y mientras hablaba del niño de
Belén, se relamía los labios y su voz era como el balido de una oveja.
Un hombre allí presente vió en visión a un niño que dormía recostado en
el pesebre, y Francisco lo despertaba del sueño. La gente volvió
contenta a sus casas, llevándose como recuerdo la paja, que luego se
demostró una buena medicina para curar a los animales.
San
Francisco permaneció en Greccio hasta pasada la Pascua de 1224. De aquí
se encaminó a Perusa, para echar en cara a sus habitantes el mal que
estaban haciendo a sus vecinos y anunciarles las consecuencias que ello
traería consigo.
El santuario de Greccio hoy
Hoy
el santuario de Greccio ha crecido mucho: a la antigua iglesia y
convento del siglo XIII se han añadido otras construcciones y una
iglesia más espaciosa, pero el lugar conserva todo su encanto. La gruta,
transformada en capilla el mismo año de la canonización del Santo, se
conserva casi intacta, con la roca que sirvió de altar y de pesebre (ver
foto arriba). Sobre la pared frontal hay restos de algunos frescos de
la escuela de Giotto, de los siglos XIII-XIV.
En el conventito
primitivo todo nos habla de la sencillez y pobreza de los primeros
tiempos. El dormitorio mide apenas 7 metros de longitud por 1,40 – 2,00
metros de anchura. Al fondo hay una minúscula celdilla excava en la
roca, donde se dice que dormía San Francisco. Aquí tuvo lugar, por
tanto, el episodio de la almohada de plumas, regalo de Juan Velita, que
no dejaba dormir al Santo.
En el piso superior hay
otro dormitorio, de la segunda mitad del siglo XIII, todo de madera, con
celdas a ambos lados. A continuación hay un coro del siglo XVII que
conduce a la primera iglesia dedicada a San Francisco después de su
canonización en 1228, como dice Tomás de Celano: “ahora aquel lugar ha
sido consagrado al Señor, se ha construido encima un altar en honor de
San Francisco y se le ha dedicado una iglesia” (1Cel. 87). En una
capilla lateral, más moderna, se conserva un retrato del siglo XIV,
copia de otro más antiguo, que representa a San Francisco con los
estigmas y con un pañuelo en actitud de limpiarse los ojos, afectados
por una grave infección que prácticamente lo dejó ciego al final de su
vida.
En la explanada de delante del santuario está la nueva
iglesia, del 1959, con algunas vidrieras modernas y varias
representaciones del Nacimiento de Cristo. En los alrededores está la
celda donde se retiraba San Francisco.
“Si yo
hablara con el emperador, le suplicaría que, por amor de Dios y en
atención a mis ruegos, firmara un decreto ordenando che ningún hombre
capture a las hermanas alondras ni les haga daño alguno; que todas las
autoridades de las ciudades y los señores de los castillos y en las
villas obligaran a que, en la Navidad del Señor de cada año, los hombres
echen trigo y otras semillas por los caminos fuera de las ciudades y
castillos, para que, en día de tanta solemnidad, todas las aves y,
particular- mente las hermanas alondras, tengan qué comer; que, por
respeto al Hijo de Dios, a quien tal noche la dichosa Virgen María su
Madre lo reclinó en un pesebre entre el asno y el buey, estén obligados
todos a dar esa noche a nuestros hermanos bueyes y asnos abundante
pienso; y, por último, que en este día de Navidad, todos los pobres sean
saciados por los ricos” (San Francisco, Leyenda de Perusa, 14).
El primer nacimiento
En
aquella ocasión, quiso celebrar el acontecimiento y hacer algo especial
que ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y su nacimiento en
Belén.
Una de las tradiciones más arraigadas es la
puesta del nacimiento del Niño Jesús cerca o bajo el árbol de Navidad.
Pero ¿sabes de dónde proviene esta tradición? ¿Quién la inició? Nos
cuenta Tomás de Celano que San Francisco de Asís pasó la Navidad de 1223
en Greccio, una pequeña población de 1,500 habitantes, situada entre
Roma y Asís, a 15 kilómetros de Rieti, en la pendiente del Monte
Lacerone y a 705 metros de altitud. En la actualidad, un santuario
dedicado al santo se encuentra a poco más de dos kilómetros, encima de
una escarpada roca y rodeado de bosques de encinas. Desde la explanada
se contempla el castillo de Greccio y una hermosa vista del valle de
Rieti. A San Francisco le gustaba este lugar porque, según cuenta su
biógrafo Tomás de Celano, le parecía “rico en su pobreza”, y porque
decía que no había visto ningún otro con tantas conversiones como éste.
Muchos de sus habitantes, empezando por Juan Vellita, señor de Greccio,
profesaron la Regla de la Tercera Orden, hoy Orden Franciscana Seglar, y
llevaban una vida de penitencia en sus propias casas. Cada día, a una
determinada hora, los frailes entonaban las alabanzas del Señor y la
gente del castillo, grandes y pequeños, salían de sus casas y
respondían: “Alabado sea el Señor”. Según Celano, esto les valió verse
libres por un tiempo de tormentas y de lobos, pero después de algunos
años empezaron a enorgullecerse y a odiarse entre ellos, como predijo
San Francisco, lo que trajo como consecuencia que el castillo fuese
arrasado por las huestes de Federico II, en 1242.
En
su biografía del santo, Celano asegura que la Encarnación era
un componente clave en la espiritualidad de Francisco y quiso, en
aquella ocasión, celebrar el acontecimiento y hacer algo especial que
ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y su nacimiento en Belén.
Celano nos dice que, inspirado por el Evangelio según San Lucas (2,
1-7), unos quince días antes de la Navidad mandó llamar a Juan de
Vellita y le dijo: “si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del
Señor, date prisa y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo
celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y contemplar de alguna
manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue
reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y
el asno”. Todo se celebró como estaba previsto: la noche de Navidad, la
gente del castillo se dirigió al lugar donde vivían los frailes,
cantando y con antorchas cruzando alegremente el bosque. En una gruta
prepararon un altar sobre un pesebre, junto al cual habían colocado una
mula y un buey. Aquella noche, como escribió Tomás de Celano, se rindió
honor a la sencillez, se exaltó la pobreza, se alabó la humildad y
Greccio se convirtió en una nueva Belén. Para una celebración tan
original Francisco había obtenido el permiso del Papa Honorio III. La
homilíacorrió a su cargo, pues era diácono, y mientras hablaba del niño
de Belén, se relamía los labios y su voz era como el balido de una
oveja. La gente volvió contenta a sus casas, llevándose como recuerdo la
paja, que luego demostró ser una buena medicina para curar a los
animales.
La idea de reproducir el nacimiento se
popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano, y de los seres
vivos,se pasó a la utilización de figuras. En nuestro país la tradición
se introdujo con los primeros misioneros franciscanos que llegaron a
América y que trajeron la idea de su fundador. Asimismo, la tradición
señala que el primer nacimiento se construyó en Nápoles a fines del
siglo XV y fue fabricado con figuras de barro. Generalmente el
nacimiento se monta antes de Navidad, el 8 de Diciembre, día de la
Inmaculada Concepción, y se conserva armado hasta el 2 de febrero, fecha
de la presentación de Jesús en el templo.
Que esta
Navidad Cristo haya hacido en nuestros corazones y, como San Francisco
de Asís, le demos un lugar preponderante en nuestras vidas para
proclamar con fervor: ¡Oh alto y glorioso Dios! Ilumina las tinieblas de
mi corazón. Dame la recta esperanza y caridad perfecta; sentido y
conocimiento, Señor, para que siga tu santo y veraz mandamiento.
Que el
Señor nos bendiga y nos guarde.
(Por: Antonio Lara Barragán Gómez OFS,Escuela de Ingeniería Industrial,Universidad Panamericana, Campus Guadalajara, alara@up.edu.mx)
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