jueves, 9 de mayo de 2019

Gracias Mamá...


Muchos países del mundo celebran el segundo domingo de mayo el día de la madre; sin embargo, son muchos quienes ya no la tienen a su lado, pues ya partieron a la Casa del Padre. Para ellas, las mamás que se encuentran en el cielo gozando de la Gloria de Dios, les compartimos la siguiente oración:

Continuamente me dirijo a tí, Señor, por mi madre.
La recuerdo con paz y con amor ante Ti,
seguro de que ella vive,
como estoy seguros de que vives Tú
y de que tu amor dura para siempre.
 
La recuerdo cuando estaba entre nosotros...
A veces, me parece sentir el calor y el sosiego
de su presencia protectora
como cuando vivía aquí,
mucho más para nosotros que para sí misma.
Dale, Señor, tu amor, dale tu vida. Dale tu paz.
Tenla muy cerca de Ti.
 
Que ella sea feliz y ruegue ante Ti por nosotros.
Ayúdanos a vivir lo que ella nos enseño,
más con amor que con palabras.
 
A rezarte como ella, a quererte como ella,
a hacer de Ti y de los demás, igual que ella,
el sentido de nuestra vida.
 
Y si por descuido o por debilidad en algo te faltó,
perdónala, Tú que sabes lo que es ser Padre y Madre
y conoces como nadie el amor y el perdón
sin medida ni límites...
 
Perdónale sus faltas por lo mucho que amó a todos.
Gracias, Señor, por esta oración que nos llena de paz
en el recuerdo de nuestra madre... mi madre.

Dale Señor el eterno descanso y brille para ella la luz eterna de tu amor y misericordia por los siglos de los siglos...
 
Amén.

Gotitas de Sabiduría 222





Gotitas de Sabiduría 197





lunes, 6 de mayo de 2019

¿Qué es una Romería a la Virgen? ¿Cómo se hace?


La palabra romería viene de "romero", tal y como se designaba a las personas que peregrinaban a Roma. Después, el significado se extendió y en la actualidad una romería es la visita a un santuario de la Virgen María.
En el mes de mayo, que la Iglesia dedica tradicionalmente a la Virgen Santísima, es habitual que se organicen romería a santuarios marianos, para visitar y honrar a nuestra Madre.
San Josemaría se conmovía con las manifestaciones multitudinarias de amor a la Virgen, pero siempre decía que tenía predilección por las romerías hechas individualmente o en grupos reducidos, quizá sólo de dos o tres personas. "Respeto y amo esas otras manifestaciones públicas de piedad, pero personalmente prefiero intentar ofrecer a María el mismo cariño y el mismo entusiasmo, con visitas personales, o en pequeños grupos, con sabor de intimidad". 

En 1935, después de su primera visita al santuario de Sonsoles , en tierras de Ávila, el fundador del Opus Dei estableció que, como muestra de amor a la Virgen, todos los fieles de la Prelatura hicieran cada año, en el mes de mayo, una romería a un Santuario o lugar donde se venere una imagen de Santa María. Desde entonces, esa costumbre se ha difundido entre muchas otras personas que han entrado en contacto con su mensaje. 

La romería de mayo es una visita a la Virgen hecha con amor filial. Lo que hacía San Josemaría era rezar tres partes del Rosario: una, en el camino de ida; otra —que solía ser la correspondiente al día de la semana, con las letanías—, en el santuario o ante la imagen de Nuestra Señora que había ido a visitar; y la tercera, en el camino de regreso. 

Se pueden ofrecer a Santa María pequeños sacrificios por las necesidades personales y de toda la Iglesia: hacer a pie al menos la última parte del trayecto; aceptar con alegría las incomodidades del camino o las inclemencias del tiempo; privarse del pequeño refrigerio que sería normal en un paseo, etc. 

La romería de mayo tiene un marcado espíritu apostólico. San Josemaría animaba a hacerla en compañía de amigos o parientes y a aprovechar para sugerirles algún paso adelante en su vida cristiana. "Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios han sido precedidas de un encuentro con María. Nuestra Señora ha fomentado los deseos de búsqueda, ha activado maternalmente las inquietudes del alma, ha hecho aspirar a un cambio, a una vida nueva". 
 
"Una manifestación particular de la maternidad de María —decía Juan Pablo II en Fátima— la constituyen los sitios donde Ella se encuentra con los hombres, las casas donde habita; lugares donde se nota una particular presencia de la Madre. En todos estos lugares se cumple de modo admirable el singular testamento del Señor crucificado. Allí, el hombre es confiado a María, allí acude con presteza a encontrarse con Ella como con la propia Madre; le abre su corazón, le habla de todo; la recibe en su propia casa, es decir, le hace partícipe de todos sus problemas". 

domingo, 5 de mayo de 2019

Oración de fortaleza para vencer el pesimismo y la tristeza.

Todos los días, debes levantarte seguro de que vas a triunfar, sin perder las esperanzas. No te quedes pegado en esa circunstancia que te nubla el pensamiento y que no te deja avanzar, Dios actuará en el momento menos pensado por ti, simplemente no desmayes, hay que seguir creyendo en lo que Dios hará en tu vida.
Quiero invitarte hoy a que recobres ese ánimo perdido por aquellas circunstancias adversas que te han robado la paz, y a que nunca te olvides que Jesús siempre te acompaña, Jesús camina contigo y debes confiar que así es.
Anímate y lucha con todas tus fuerzas y con las fuerzas que Dios ha colocado dentro de ti, ruégale, pídele, clámale, implórale, pero no te quedes inmóvil como si fueses una estatua esperando a ver si todo pasa o se calma.
¡Ten fe en lo que el Señor hará y entonces recibirás las respuestas que has estado esperando! Vamos, sonríe porque, con Jesús a tu lado, te esperan cosas hermosas, días maravillosos, sueños que realizar y nuevas cosas que descubrir.
Deja que Dios sea esa luz que ilumina todos tus senderos, apacigue todas tus tormentas y encauce tu vida por caminos de victorias.
¡Vamos! renueva tu espíritu de víctoria y permite que el poder restaurador de Dios toque todos tus sentidos, los llene de su Gracia y los avive con una entregada pasión

Oración de fortaleza para vencer el pesimismo y la tristeza

Señor mío, gracias por estar atento a todo lo que necesito y a todo lo que me pasa porque sé que me amas y quieres lo mejor para mí.
Siento que tu inmenso amor me acompaña y me hace crecer, por eso, hoy y siempre, te doy gracias por todo lo que haces en mi vida.
Quiero comenzar todos los días de mi vida con fortaleza y con la certeza de que tu poder y misericordia vienen sobre mí, y recibo con gozo y gratitud esta bendición.
Confió plenamente en tu inmensa bondad y que nunca me abandonas, y menos cuando la tristeza quiere envolverme en sus sombras desalentadoras.
Hoy puedo y quiero decir confiado: "No me rendiré, porque sé que Tú, mi Señor estás conmigo, aunque no pueda verte y a veces hasta ni pueda sentirte, sé que estás allí, se que me cuidas".
Derrama tus bendiciones sobre mí y ayúdame a afrontar toda situacion complicada o dolorosa.
Aunque hayan mil y un conflictos a mi alrededor, Tú eres capaz de darme la paz si en Ti confío, porque me tienes un inmenso cariño que sobrepasa todo sentido.
Dame, Señor mío, un poco de tu fuerza para sentirme seguro en mi caminar y poder ser también calma y paz para los míos.
Me escudo en tu palabra que bendice y sana:
"Como un Padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles". (Salmo 103,13)
Amén.

Consejo: Deja que Dios obre en tu vida aún cuando no veas la luz en tu caminar, Él tiene control de todo. Sigue confiando en Él y no dejes de caminar. Encuentra refugio en la Palabra de Dios, pues en ella hay fortaleza escondida que quiere librar tu alma de todo pesimismo. Te invito a rezar este Salmo cada día:

"Yo me refugio en Ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu justicia; inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme.
Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme. 
Sácame de la red que me han tendido, porque Tú eres mi refugio. 
Yo pongo mi vida en tus manos: Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel". (Salmo 31,2-6)

sábado, 4 de mayo de 2019

Las tres mentiras del demonio


El demonio, que es el padre de la mentira y de todos los mentirosos (Jn 8:44), en un movimiento de profunda inteligencia y sutileza, ha sido capaz de deslizar entre los hombres tres sibilinas mentiras que muchos han aceptado y que están haciendo mucho daño a todos los creyentes. Estas mentiras son las siguientes:

«no tengo pecados»

«estoy salvado»

«Dios no puede condenar a nadie pues es infinitamente misericordioso»

Muchos cristianos han reducido los mandamientos de Dios a no matar y a no robar, olvidándose de que hay muchos más mandamientos. Con frecuencia experimento extrañeza cuando una persona, después de estar varios años sin confesar, viene un día y me dice que no tiene ningún pecado grave. Yo, conociendo el paño, insinúo al penitente si le puedo hacer algunas preguntas con el fin de hacer una confesión íntegra, a lo que siempre me responden que no hay problema alguno.
Entonces, les empiezo a hacer un repaso mandamiento por mandamiento y descubro que hay muchos pecados mortales. Es por ejemplo muy frecuente no venir a Misa todos los domingos y no confesarse de ese pecado. En el caso de las personas casadas, si les preguntas si viven castidad matrimonial y hacen todo de acuerdo con la voluntad de Dios, en un primer momento te dicen que sí, pareciendo que todos viven una castidad matrimonial perfecta y ninguno tiene nada de qué acusarse; pero si desciendes a detalles: ¿Está haciendo alguna cosa para evitar tener hijos, como usar preservativos o anticonceptivos? Descubres, no sin sorpresa, que tampoco se pensaban confesar de eso pues creían que la Iglesia no tenía por qué meterse en esas cosas. Y estos dos pecados son sólo a modo de ejemplo, pero la lista sería interminable.

Si estas personas creen que no tienen nada que confesarse es porque han perdido el sentido del pecado. Pecan, pero la conciencia no les acusa porque la tienen adormecida.
Si el demonio ha conseguido hacerme creer que no tengo ningún pecado, la conclusión siguiente es creerme ya salvado. ¡Qué mentira tan grande! ¿Cómo hemos sido capaces de caer en esa trampa tan descomunal? Por supuesto que no ha sido sin culpa de nuestra parte, pues si hemos llegado a aceptar tal mentira del demonio es porque previamente ya habíamos hecho un pacto con él. ¿Cómo pretendemos llegar al cielo si no llevamos una vida realmente cristiana?
Se salvarán aquéllos que cumplan los mandamientos de Dios; todos y cada uno de ellos. Se salvarán aquéllos que pidan perdón a Dios, se arrepientan y confiesen sus pecados. Se salvarán aquéllos que hayan puesto a Dios en el centro de su corazón y luego vivan una vida siguiendo el camino trazado por Él. Para salvarse, como dice San Pablo, hay que vivir con Cristo y morir con Cristo (Fil 1:21; 1 Tes 4:14)
Otros me dirán: pero si Dios es infinitamente misericordioso no puede castigar eternamente a una persona al infierno por haber faltado a Misa los domingos o por haber cometido cualquier otro pecado mortal. ¿Cómo va a infligir Dios un castigo eterno a aquél que ha faltado a Misa algunos domingos o ha usado anticonceptivos para no tener más hijos? ¿No es un castigo desproporcionado para unos pecados que «no son tan graves»?
¡Qué lejos andamos del modo de pensar de Dios! Por supuesto que Dios es infinitamente misericordioso, pero no olvidemos que al mismo tiempo es infinitamente justo, no pudiéndole dar premio a aquél que le ha ofendido y luego no se ha arrepentido de su ofensa. Si nos parece exagerado el castigo de Dios es porque, como decíamos antes, hemos perdido el sentido de la gravedad del pecado; no nos damos cuenta que el pecado mortal es una ofensa inmensa hecha a Dios nuestro Señor.

Han vivido como si Dios no existiera, han muerto sin sacramentos

Cuando veo la situación en la que mueren muchos cristianos que se han creído estas mentiras del demonio, me echo las manos a la cabeza. Han vivido como si Dios no existiera, han muerto sin sacramentos; y ahora se creen en el derecho de que Dios los lleve al cielo. ¡Qué lejos andamos de la verdad! El demonio nos ha engañado y ha vencido. Veo cómo bajan diariamente al infierno miles de almas que se creían buenas, pero que no vivieron como Dios esperaba.

Todavía estamos a tiempo de cambiar. No seamos tan locos de creer en las mentiras del demonio. Pensemos mejor en lo que el Señor nos dijo: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición, y son muchos los que por ella entran. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la vida, y cuán pocos los que dan con ella!” (Mt 7: 13-14)

viernes, 3 de mayo de 2019

3 de Mayo dia de la Santa Cruz





La Santa Cruz
Año 326
Una canción religiosa dice: "Venid oh cristianos - la cruz veneremos - la cruz recordemos - de Cristo Jesús…
Tengamos siempre en nuestras casas la Santa Cruz. Un crucifijo que nos recuerde lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos. Y ojalá besemos de vez en cuando sus manos y sus pies. Así lo hacían siempre los santos.
No nos acostemos jamás ni nos levantemos ningún día sin hacer la señal de la cruz, bien hecha, despacio, desde la frente hasta el pecho y del hombro izquierdo hasta el derecho, y pronunciando los tres Santísimos nombres del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto trae bendición y muchos favores celestiales, y aleja al demonio y libra de muchos males y peligros.
Oracion:
+Por la Señal de la Santa Cruz de +nuestros enemigos, +líbranos Señor, Dios Nuestro.
+En el nombre del Padre y +del Hijo y +del Espíritu Santo. 
Amen
Historia:
Con este signo vencerás:
Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: "Con este signo vencerás", y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó: "Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena". Y la victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.
Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Cristótomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Nuestro Señor. Y que después de muchas y muy profundas excavaciones encontró tres cruces. Y como no sabían cómo distinguir la cruz de Jesús de las otras dos, llevaron una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes. Pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud. Y entonces Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó.
Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta de la Invención o hallazgo de la Santa Cruz el día 3 de Mayo.

jueves, 2 de mayo de 2019

El lugar exacto

Después del 11 de septiembre, una empresa que tenía sus oficinas cerca del World Trade Center invitó a ejecutivos y empleados de otras compañías que habían sido afectadas por el ataque a las Torres Gemelas, para compartir su oficina a fin de que pudieran reiniciar temporalmente sus operaciones.

En una reunión de la mañana, el jefe de seguridad contó historias de por qué́ su gente estaba viva... y todas tenían que ver con pequeños detalles como estos:

Al director de una compañía se le hizo tarde porque era el primer día de kínder de su hijo. Una mujer se retrasó́ porque su despertador no sonó́ a tiempo. A uno se le hizo tarde porque se quedó́ atorado en la carretera en la que había un accidente.

A otro sobreviviente se le fue el autobús; alguien se tiró comida encima y necesitó el tiempo para cambiarse; uno tuvo un problema con su auto, que no arrancó; otra regresó a contestar el teléfono; otra ¡tuvo un bebé!, y otro no consiguió́ un taxi.

Pero la historia que más impresionó fue la de un señor que se puso un par de zapatos nuevos esa mañana, y antes de llegar al trabajo le había salido una ampolla. Se detuvo en la farmacia por una curita y por eso está vivo hoy.

Ahora, cuando me quedo atorado en el tráfico, cuando pierdo un elevador, cuando regreso a contestar un teléfono, y muchas otras cosas que me desesperan, pienso primero:
“Este es el lugar exacto en el que debes estar en este preciso momento”.

La próxima vez que tu mañana te parezca enloquecedora, los niños tarden en vestirse, no logres encontrar las llaves del auto, te encuentres todos los semáforos en rojo... no te enojes ni te frustres. Estás en el lugar correcto a la hora exacta. 

Bendice, agradece...disfruta cada momento.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Aguanta un poco más...

Se cuenta que en Inglaterra había una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Al entrar en una de ellas se quedaron prendados de una hermosa tacita. "¿Me permite ver esa taza?" preguntó la señora, "¡nunca he visto nada tan fino!" 

En las manos de la señora, la taza comenzó a contar su historia: "Usted debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted está sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era solo un poco de barro. Pero un artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma. Llegó el momento en que me desesperé y le grité: "¡Por favor.. déjeme en paz ya...!" Pero mi artesano sólo me sonrió y me dijo: ..."Aguanta un poco más, todavía no es el tiempo"
Después me puso en un horno. ¡Nunca había sentido tanto calor!... Toqué a la puerta del horno y a través de la ventanilla pude leer los labios de mi artesano que me decían: "Aguanta un poco más, todavía no es el tiempo."

Cuando al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un estante. Pero, apenas me había refrescado, me comenzó a raspar y a lijar. No se cómo no acabó conmigo. Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo. Por último me aplicó meticulosamente varias pinturas... Sentía que me ahogaba... "Por favor, déjame en paz", le gritaba a mi artesano; pero él sólo me decía:..."Aguanta un poco más, todavía no es tiempo." 

Al fin, cuando pensé que había terminado aquello, me metió en otro horno, mucho más caliente que el primero. Ahora sí pensé que terminaba con mi vida. Le rogué y le imploré a mi artesano que me respetara, que me sacara, que si se había vuelto loco. Grité, lloré; pero mi artesano solo me decía: "Aguanta un poco más, todavía no es el tiempo."

Me pregunté entonces si había esperanza... si lograría sobrevivir aquellos tratos y abandonos. Pero por alguna razón aguanté todo aquello. Fue entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó cariñosamente y me llevó a un lugar muy diferente. Era precioso. Allí todas las tazas eran maravillosas, verdaderas obras de arte, resplandecían como solo ocurre en los sueños. No pasó mucho tiempo cuando descubrí que estaba en una fina tienda y ante mí había un espejo. Una de esas maravillas era yo. ¡No podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo!
Mi artesano entonces me dijo: "Yo sé que sufriste al ser moldeada por mis manos, mira tu hermosa figura. Sé que pasaste terribles calores, pero ahora observa tu sólida consistencia. Sé que sufriste con las raspadas y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia... y la pintura te provocaba nausea, pero contempla ahora tu hermosura... ¿Y si te hubiera dejado como estabas? 
¡"Ahora eres una obra terminada! ¡Lo que imaginé cuando te comencé a formar!".
 Eres una tacita en las manos del mejor alfarero: Dios. Confíate en Sus amorosas manos aunque muchas veces no comprendas por qué permite tu sufrimiento. Aguanta un poco más y serás el hijo o la hija que Él soñó para toda la eternidad... 

Eclesiástico 33:13 "Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor."

El halcón que no podía volar.


Una vez el rey recibió a un hombre que le llevaba un regalo muy especial. Eran dos pequeños halcones, ambos hijos de un ejemplar extraordinario. El soberano agradeció tan maravilloso regalo y de inmediato llamó al maestro de cetrería para que se encargara del entrenamiento de los animales. No había nadie en el reino que supiera de halcones más que él.

El maestro recibió a los polluelos y desde el comienzo les dio un tratamiento especial. Conseguía para ellos el mejor alimento y se encargaba personalmente de su cuidado. Los días comenzaron a pasar y ambos halcones empezaron a crecer. Sin embargo, nos dice esta historia zen sobre la autonomía que, a pesar de ser hermanos, eran muy diferentes.

La gente suele decir que tal o cual persona no se ha encontrado todavía a sí mismo. Pero la autonomía no es algo que uno encuentra, es algo que uno crea”.

-Thomas Szasz-


Los dos polluelos y sus diferencias


Desde el principio, el maestro de cetrería notó que uno de los polluelos era quizás más débil y tímido. Por eso reservaba la mejor comida para él. Incluso a veces olvidaba alimentar al otro, o solo le daba pequeñas raciones. Estaba obsesionado con no permitir que muriera ninguno de los dos y sentía que uno de ellos le necesitaba más. 


Al ir creciendo, el polluelo olvidado comenzó a hacer sus primeros paseos, alejándose de la pequeña jaula que permanecía abierta. Buscaba algo más de comida y así, poco a poco, fue familiarizándose con el lugar. Descubrió diferentes plantas, granos y gusanos que le parecieron exquisitos. De este modo compensaba la falta de cuidados.

Cuenta esta historia zen sobre la autonomía que pronto ambos polluelos se convirtieron de dos magníficos halcones. El más protegido había adquirido la costumbre de esperar a que le dieran alimento y cuidados, mientras que el otro se había vuelto muy independiente. Sin embargo, la mayor diferencia entre ambos era que mientras el uno permanecía siempre quieto, el otro había aprendido a volar. También sabía cómo volver.

Una enseñanza en la historia sobre la autonomía


El maestro de cetrería aceptó que no era capaz de encontrarle una solución al problema. Por más que lo intentaba, no lograba que el halcón protegido alzara el vuelo. Lo máximo que consiguió fue sacarlo de la jaula y ponerlo sobre la fuerte rama de un árbol. Allí permanecía todo el día, pero no daba ninguna señal de que quería volar. Viendo esto, el maestro decidió contarle al rey lo sucedido.

Cuando el soberano supo de esta enorme diferencia entre los dos ejemplares, decidió lanzar un edicto. Cuenta la historia zen sobre la autonomía que en este ofrecía una jugosa recompensa para aquel que fuera capaz de enseñarle a volar al halcón que se resistía a hacerlo.

Llegaron entonces toda suerte de expertos a aquel reino. Venían incluso de países lejanos, movidos por el deseo de ganar la buena voluntad del rey y, de paso, la cuantiosa recompensa. Cada uno de ellos pensaba que había dado con la estrategia que le permitiría lograr el objetivo.


Una enseñanza en la historia  sobre la autonomía


Pasaron varios meses y ninguno de ellos logró que el halcón volara. Trataban de cautivarlo con deliciosos manjares, pero el animal no se movía de su rama.  
También intentaron llevando otros halcones que le mostraban diferentes técnicas de vuelo, pero nada ocurría. Incluso uno de los aventureros quiso realizar una ceremonia mágica y aplicar sus hechizos al animal, pero tampoco logró que se apartara de la rama en la que permanecía todo el día.

Según la historia zen sobre la autonomía, cierta mañana llegó un humilde campesino al castillo. Para la mayoría, pasó desapercibido. El hombre, ya entrado en años, simplemente se sentó junto al árbol y observó detenidamente al halcón. Así estuvo todo el día, hasta que cayeron los rayos del sol.

Al día siguiente, el humilde campesino se presentó ante el rey y le pidió que mirara por la ventana. El soberano casi no sale de su asombro cuando vio al halcón surcando el cielo.

Llamó al maestro de cetrería para asegurarse de que era el mismo animal tímido que hasta ayer no se movía de la rama y el maestro lo certificó. Al ver lo sucedido, el rey le preguntó al hombre cómo lo había logrado. El campesino, con gran sencillez, le contestó: 
Fue muy fácil. Solo le corté la rama”.