jueves, 14 de junio de 2012

El sabio de la Isla.





Había una vez un rey en una remota isla, dicho rey aburrido por todo lo que veía
y todo lo que hacía y que ya no encontraba gracia a nada, decidió hacer una
visita a la isla vecina donde habitaba un gran sabio que de todo te daba razón y
esto le llamo mucho, que ni tarde ni perezoso salió en su busca.

Fueron varios los días de viaje, tan cansados que el rey se puso a pensar todo el viaje
en las respuestas que tal vez el sabio le diera para conocer los secretos del mundo, las respuestas de cómo ser más alegre, divertido y sobre todo ser mejor
gobernante cada día.

Así pasaron los días y este rey pensando de todo; le pregunta a su capitán que
cuando arribarían a la otra isla y este le contesto que ya estaban en las
orillas de la famosa isla del sabio, el rey se alegró tanto que tan pronto
encallaron bajo y corrió por el puerto preguntando por el sabio tan famoso que
tantas cosas había escuchado de él.

Se encuentra con un anciano de ropas rasgadas y de aspecto muy humilde y le
dice: "oye tú, mendigo, donde esta el sabio que habita esta isla". El anciano
contesta "no lo sé todo mundo viene preguntando por ése sabio y en esta isla hay
tan solo unas cuantas gentes como yo".

Él rey le dice: "¿cómo? ¿que no hay ningún sabio en esta isla?", el anciano le
vuelve a contestar: "no, no hay ningún sabio que yo sepa, ¿bueno para que quiere
ver a ese sabio?",le cuestiona el anciano. El rey molesto replico: "para que me
diga el secreto de cómo ser más feliz, como ser mejor gobernante y todo lo bueno
de la vida".

Entonces el anciano le dice "pregúntame a mí, que yo te ayudaré", a lo que el
rey se ríe con tremenda carcajada y de pronto se queda serio, y le dice: "¿tú un
anciano mal vestido y por lo que veo, mucho muy ignorante me vas ha decir lo que
solo un sabio me puede decir?".

Él anciano le contesta: "No necesito traer ropas lujosas como tú, ni necesito
riquezas o tropas para ser sabio, lo único que yo necesito es mí cabeza y mí
paciencia. Tú, rey de la isla vecina, me preguntaste por un sabio y aquí no lo
hay. Han venido cientos de reyes y demás gobernantes a buscarlo y no lo han
encontrado. Sólo han hablado conmigo. Tan pronto terminan de hablar conmigo se
retiran riéndose y diciendo que viajaron tanto que tuvieron tiempo para pensar
muchas formas de solucionar sus problemas y que yo termine dándoles la llave
para ser mejores, pero ¿no se porque?". Termina diciéndole el viejo al rey.

El rey se da la media vuelta y se dirige pensativo hacia su barco pero tan
pronto da unos pasos se voltea hacia el anciano y le dice: "Gracias famoso sabio
de la isla, me haz dado la llave de cómo ser mejor gobernante, de cómo ser mas
divertido, de cómo tener más paciencia. Me haz enseñado que primero me debo de
encontrarme a mí mismo con mis pensamientos, con mis actos y mis deseos, sólo
así seré mejor. Gracias, famoso sabio de la isla vecina".

El anciano, atónito se rasca la cabeza y se dice a sí mismo: "Por eso no salgo
de esta isla, afuera todos deben de estar locos, con eso de estar pensando como
ser mejores y aliviar sus penas. No, no, no, yo estoy mejor aquí con mi
ignorancia y mi humilde persona, lo único que hago es escuchar a toda esa gente
que viene y preguntarles. Solo por eso me dicen sabio".

Colaboracion: Fr. Fernando Rodriguez OFM

No hay comentarios.: