sábado, 2 de junio de 2012

Luz y sombra



Uno de los principios básicos de la fotografía es que la luz y la sombra deben convivir en una misma imagen. El rostro de una persona no se aprecia de igual manera cuando una de las dos acapara la imagen y la otra está ausente. La luz es la que nos permite ver la imagen y la sombra la que resalta los gestos. Por esta misma razón es fundamental que el artista sepa sombrear e iluminar sus obras de arte. Y si pensamos en lo que vemos y admiramos cada día en este Mundo, no podemos concebir la posibilidad de que apreciemos y disfrutemos los que nos rodea si la luz y la sombra no convivieran. 
Lo sorprendente es que la realidad de la convivencia reviste una importancia imperfecta. Esto es lo asombroso y maravilloso, es lo que implica un reto para el artista, para el fotógrafo. ¿Cómo lograr que la luz y la sombra convivan de la mejor manera y no perturben la imagen que intenta materializar? Sin duda es una pregunta de difícil respuesta. De hecho, debido a la tan codiciada pretensión de alcanzar la perfección, muchos han fungido alcanzar la mejor convivencia. La cruda realidad es que nadie ha alcanzado aquella imagen que se asimile en perfección al retrato de Dorian Gray. Muchos no se han dado por vencidos y siguen obnubilados por la posibilidad, intentando descifrar la mejor respuesta. Otros prefieren permitir que la luz o la sombra acaparen la fotografía, sin dar lucha para que exista un mayor equilibrio. Lastimosamente en estos casos la fotografía se daña, pierde su expresividad el modelo y la imagen no puede ser apreciada conforme a la intención del artista.

Si viéramos la sociedad como una obra de arte, la dicotomía a la que me he referido anteriormente es algo que enfrentamos día a día. Es común que no nos alejemos lo suficiente para ver el retrato y desde cerca únicamente analicemos la parte que nos interesa. Cuando nos acercamos tanto a la imagen que casi formamos parte de ella sentimos que la luz o la sombra nos estorban y nos invade la intención de deshacernos por completo de la una o la otra. Se puede decir que es la tentación más común. ¿Cuántas veces habremos escuchado que un problema no se va a solucionar si no sacamos de raíz su origen? En una cantidad de ocasiones esto implica terminar con una realidad de nuestra existencia. Es como declarar de oficio la extinción de los dinosaurios. Algo sorprendente, algo inaceptable. El problema es que cuando estamos tan cerca no podemos ver el problema en su totalidad. Consecuentemente el que está tan cerca no está facultado para emitir opinión alguna, o hacerse un juicio de valor.

Hoy la luz es la paz y la sombra es la violencia. El mayor deseo de los ciudadanos es erradicar la violencia para que únicamente abunde la paz. Lamento decirles que erradicar la violencia no es posible. Se requiere de la violencia para que haya paz. Lo importante es establecer los límites de la violencia para que la convivencia sea pacífica , Es necesario comprender los conflictos que habitan en la sociedad para prevenirlos antes de que escalen irreversiblemente. ¿A qué me refiero por comprenderlos?

Todavía no hemos analizado por qué tantos conflictos se solucionan por cualquier forma de violencia. No hemos establecido qué es lo que hace que el enfrentamiento de fuerzas físicas sea una solución. Tampoco comprendemos lo que realmente pasó y pasa por la mente de la persona que es culpada de ocasionar la muerte. Es fácil catalogarlo de violento y desadaptado. Es complicado entender lo que realmente le pasa. Tengo un amigo que no recuerda que provocó una pelea el día sábado, bajo los efectos del alcohol. Es muy probable que aquél al que responsabilizan del lamentable resultado hoy sólo trate de recordar qué es lo que pasó sin tener conciencia de aquello. Seguramente tiene más preguntas que respuestas y todavía no puede responderse. 

Tal vez lo más importante es prevenir. No vaya a ser que por buscar la luz nuestra imagen se llene de sombras.

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