martes, 8 de octubre de 2013

La Misa, no es un evento social sino la presencia del Señor en medio de nosotros.


“Cuando Dios llega y se acerca es siempre una fiesta”: es lo que ha destacado el Papa Francisco en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta en la que han participado también los purpurados del “Consejo de cardenales” reunidos estos días en el Vaticano con el Pontífice. En la homilía, el Papa ha destacado que no es necesario transformar la memoria de la salvación en un recuerdo, en “un evento habitual”. La Misa, afirmó, no es un evento social sino la presencia del Señor en medio de nosotros.
 
Esdrás lee el Libro de la Ley, que se creía perdido, y el pueblo, conmovido, llora de alegría. El Papa Francisco ha comenzado por el Libro de Nehemías, la Primera Lectura de hoy. El Pueblo de Dios, observó, “tenía la memoria de la Ley, pero era una memoria lejana”, en aquel día, sin embargo, “la memoria se ha hecho cercana” y “toca el corazón”. Lloraban de “alegría, no de dolor”, dijo, “porque tenían la experiencia de la cercanía de la salvación”.

“Esto es importante, no solo en los grandes momentos históricos, sino en los momentos de nuestra vida: todos tenemos la memoria de la salvación, todos. Pero, pregunto: ¿Tenemos esta memoria cerca, o es una memoria un poco lejana, un poco difusa, un poco arcaica, un poco de museo… puede irse lejos… Y cuando la memoria no está cerca, cuando no tenemos esta experiencia de la memoria, esta entra en una proceso de transformación y la memoria se convierte en un simple recuerdo”.

Cuando la memoria se aleja, añadió, “se transforma en recuerdo, pero cuando se acerca, se transforma en alegría, y esta es la alegría del pueblo”. Esto, repitió, constituye “un principio de nuestra vida cristiana”. Cuando la memoria está cerca hace dos cosas “calienta el corazón y nos da alegría”.
 
Esta alegría es nuestra fuerza. La alegría de la memoria cercana. Sin embargo la memoria domesticada, que se aleja y se convierte en un simple recuerdo, no calienta el corazón, no nos da alegría y no nos da fuerza. Este encuentro con la memoria es una evento de salvación, es un encuentro con el amor de Dios que ha hecho historia con nosotros y nos ha salvado; es un encuentro de salvación. Y es tan bello ser salvados, que hacemos una fiesta”.
 
“Cuando Dios viene y se acerca –afirmó- hay siempre fiesta”. Y “muchas veces, constató, nosotros, cristianos, tenemos miedo de esa fiesta: esta fiesta sencilla y fraterna que es un don de la cercanía del Señor”. La vida, añadió, “nos lleva a alejar esta cercanía, a mantener el recuerdo de la salvación, y no la memoria que está viva”. La Iglesia, destacó, “tiene su memoria”: la “memoria de la Pasión del Señor”. También a nosotros, advirtió, nos sucede “el alejar esta memoria y transformarla en un recuerdo, en un evento habitual”.
 
“Todas las semanas vamos a la Iglesia, o se muere alguien y vamos a su funeral… y esta memoria, tantas veces, nos aburre, porque no es cercana, Es triste, pero muchas veces la Misa se convierte en un evento social y no estamos cercanos a la memoria de la Iglesia, que es la presencia del Señor ante nosotros. Imaginemos esta bella escena del Libro de Nehemías: Esdrás que lleva el Libro de la memoria de Israel y el pueblo que se acerca a su memoria y llora, el corazón se calienta, está alegre, siente que la alegría del Señor es su fuerza. Y hace fiesta, sin miedo, con sencillez”.

“Pidamos al Señor –concluyó el Papa- la gracia de tener siempre cercana su memoria, una memoria cercana y nodomesticada por la costumbre, por tantas cosas, y alejada en un simple recuerdo”.

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