sábado, 16 de abril de 2016

Un santo sacado del Evangelio

Aunque nos duela, los santos siguen siendo unos desconocidos. Nuestro Jacinto Benavente escribió una comedia titulada, «Los santos... para el cielo y los altares». En la obra venía a decir que en cuanto pasa un poco de tiempo, los vestimos de madera, les ponemos un arillo en la cabeza, los veneramos un día al año y los dejamos en su sitio para que no nos molesten.

Todos los santos molestan, porque han sabido coger el Evangelio por donde más quema. En esa biografía que escribió Julien Green sobre San Francisco de Asís cuenta que «a finales del siglo XII, en Asís, nació un niño en el que "casi" triunfó el ideal». Y es que si alguien vivió para identificarse con Cristo, en la vida y en la muerte, ése fue Francisco de Asís.

La grandeza de este santo está en coger el Evangelio por las solapas y poner en práctica ese «amaos unos a otros como yo os he amado», para que los cristianos tengamos claro que las palabras de Jesús no son vaselina suave, sino un mandato para calentar el alma y el cuerpo de cualquier hombre necesitado.

En Francisco «casi» triunfó el ideal del Evangelio. Y es que este santo con su vida fraterna, pobre, humilde, alegre, llena de ternura soñó un mundo donde el Evangelio estuviera vivo y fuera contagioso, que no tiene nada que ver con esa vida egoísta y aburrida que vivimos.


Robles, M.. (2016). Un santo sacado del Evangelio . Abril 16 2016, de LNE.ES Sitio web: http://www.lne.es/oviedo/2010/10/04/santo-sacado-evangelio/975687.html

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